TEGUCIGALPA, HONDURAS. -Su papá pretendió motivarlo con el fútbol para que se enfocara completamente en sus estudios. Sin embargo, esa misma estrategia fue lo que terminó convirtiéndolo en futbolista.
“Él me decía que si me iba mal en las clases ya no me daría permiso de seguir jugando, entonces tuve que estudiar para continuar jugando”, recordó Jorge Álvarez, que aceptó la invitación de EL HERALDO en Café LQ.
El volante, que se ha ganado la titularidad en el Olimpia, nos cuenta su historia de 21 años.
Con un padre que jugó en los campos polvorientos de las Ligas Burocráticas de esta capital y una familia apasionada por el fútbol (es el menor de cuatro hermanos), no fue difícil cumplir con su sueño de niño.
Para Álvarez, su andadura en el deporte ha sido de una evolución constante . Fue parte de las selecciones nacionales Sub 15, 17 y 20 de Honduras.
Ahora apunta a figurar en los Juegos Olímpicos de Tokio. “Como todo jugador de mi edad, el deseo es estar en ese lugar”, enfatizó.
Se formó en el modesto Valencia de Tegucigalpa, donde alcanzó a jugar en la Segunda División. Y fue ahí, donde también la puerta grande se le abrió.
“Un día me dijeron que me fuera a probar a Olimpia. Lo hice, estando ahí fue el profesor Cocli Salgado que dio el visto bueno para que me quedara en el club”, explicó sobre su llegada al viejo león en 2015.
Desde entonces, ha sabido ser paciente, lo que lo ha convertido en uno de los referentes del esquema del uruguayo Manuel Keosseián.
Cambio inesperado
Fue Carlos Restrepo quien hasta los 20 años lo hizo debutar en 2018, ante Juticalpa en Olancho. “Estuve pidiéndole a Dios que me ayudara a hacer la cosas bien y gracias a él lo pude hacer bien a pesar de que tenía muchos nervios”, argumentó.
Ya con la confianza del colombiano, el futbolista consideró que su momento de brillar había llegado, pero el destino le estaba preparando una prueba compleja.
Meses después, Restrepo salió de la dirección técnica del Albo, lo que llevó a Nahúm Espinoza a asumir ese puesto con el que apenas logró jugar un solo partido.
El no ser tomado en cuenta en los entrenamientos, en las pretemporadas y la escasa participación lo obligaron a tomar la decisión de salir del equipo. “Se lo consulté a mi papá y él me dijo que el que no arriesga no gana; entonces tomé la decisión de irme a los Lobos de la UPNFM”.
Ya con la certeza de su futuro, “algo en mí me decía que iba a regresar a Olimpia y que solo sería un corto tiempo”, remembró mientras posaba para la cámara del camarógrafo de EL HERALDO Johny Mallaganes.
Estando en la Manada, las cosas no comenzaron como estaban planeadas: un esguince en el tobillo lo alejó del rectángulo de juego en el comienzo del torneo. “Tuve una lesión, pero gracias a Dios me logré recuperar”, contó.
La constancia permitió que su nivel creciera como la espuma. Se convirtió en titular inamovible en la fórmula del entrenador Salomón Názar.
“Jugué todos los partidos después de mi lesión. El profe me dio la confianza e hizo que mejorara mi nivel”, comentó sobre el semestre que vistió la piel naranja, en donde fue compañero de los también olimpistas Jorge Benguché y Mario Pinto.
Finalizado el torneo, todo indicaba que seguiría en la Jauría. No obstante, un llamado inesperado para presentarse a las órdenes de Keosseián lo llevó nuevamente a su primer amor. “Le pregunté a Pinto y Benguché para saber si también les habían llamado y me dijeron que sí”, puntualizó. “Yo estimaba que estaría dos torneos más en la UPN para llegar con mejor nivel a Olimpia”, añadió.
Todo va con calma
Con el temor de que las cosas no resultarían, se integró en enero a la pretemporada del Rey de Copas, pero las dudas se fueron disipando en el transcurso del Clausura.
Hoy por hoy se ha convertido en una pieza clave en el 11 del Bigotón, lo que también le ha valido para haber debutado en la Selección Nacional con Fabián Coito en el partido amistoso ante Ecuador.
“Gracias a Dios ya se me dio la oportunidad. Yo espero seguir trabajando para poder siempre tener un llamado a la Selección”, expresó.
No todos los jugadores pueden alardear de que a sus 21 años juegan en el equipo más ganador de Honduras, el haber estado en la primera convocatoria de Coito y cursar una licenciatura en Educación Física.
“Desde que me integré en enero tengo en la mente solo ser campeón, en levantar esa copa”.
¿Por qué crees que los clásicos siempre quedan empatados?
“Lo que pasa es que hay mucha disputa e intensidad”.
El chico no quiere perder el piso y lleva las cosas con calma, “vivo el momento que estoy pasando con mucha tranquilidad, me gusta estar en el perfil bajo”.
Tan bajo como reservado que no quiso contar si tiene novia, “ja,ja,ja... en eso estamos, pero quiero reservármelo”. Jorge desea acabar el torneo con la copa en sus manos, que sería la primera en su carrera.
¿En dónde te ves en dos años?
“Firmando contrato en un equipo del extranjero”. ¿Le tomamos la palabra?