¡Qué no se vuelva a jugar nunca más! En un acto descarado del árbitro estadounidense Marc Geiger, se inventó dos penales y trajo literalmente del infierno a México que perdía hasta el minuto 90 por la mínima diferencia en el Atlanta Dome.
Pero luego, en una acción sin descaro, ha convertido al torneo de Concacaf en la mancha más grande del fútbol la región. México terminó ganando 2-1 con anotaciones de Andrés Guardado al 90+9 y 106.
Panamá ha visto como los activos de sus “Torres” han sido saqueados en un campo de juego muy parecido a un centro financiero donde se ha cerrado un negocio que estaba dejando a México sin final de Copa Oro y sin posibilidad alguna de jugar el repechaje ante Estados Unidos para la Copa FIFA Confederaciones 2017.
No le voy a hablar nada del partido, bastara decir que Panamá lo ganaba con justicia, pulcritud y claridad. Y al final el equipo de fútbol nacional de México se ha líado con una victoria inmerecida en esta edición de la ¡Copa Robo!
Hurto, estafa, fraude, ratería, desfalco, saqueo, malversación, pillaje, timo, atraco” y cuánto sinónimo más se le pueda poner a este partido de semifinales que pone al Tri frente a frente ante Jamaica el próximo domingo a las 5:30 de la tarde en Lincold Financial Field de Filadelfía.
Barullo justificado
Las faltas que Geiger sancionó como tiros de penal nunca existieron. La primera al 90+1 en una acción que por inercia pegó en el hombro de Román Torres en una caída tras un centro mexicano. La indignación provocó que los panameños tuvieran reclamos airados y una tentativa de abandonó de cancha que fue frenada por el portero Jaime Penedo como un caballero. “Nos han robado, sencillamente esto es inaceptable”, dijo el entrenador Hernán Darío el Bolillo Gómez.
Nueve minutos después Guardado la mandó al fondo y para más “coraje”, el árbitro estadounidense solo repuso siete minutos. El segundo fue en una carga normal, de esas que nunca se pitan en el área y que Geiger con protagonismo absoluto sancionó. El Príncipito la mandó al fondo al 106.
Tras esto, se armó un tremendo relajo, los ánimos parecían irse de control, pero los jugadores de la Roja mejor se hincaron en el campo y comenzaron a rezarle a Dios.
México no jugó fútbol, fue inoperante y se quedó beneficiado de esta pena.
Pero los ánimos se fueron de control y cuando Geiger pitó el final, todos se le fueron encima y como era de esperar, todo el personal de Concacaf salió a defenderlo de los reclamos justos de Panamá.