Nunca en mi vida había visto el cielo tan azul, así que decidí irme al estadio. Como ya sé que el Nacional es un coloso viejo y que las entradas aún son rudimentarias, tomé las previsiones y salí cuatro horas antes del partido porque quería ver a Motagua campeón.
Cuando llegué me sorprendí, faltaban tres horas y las filas de gente eran ya enormes. Yo no tenía boleto así que tuve que comprarlo en el mercado negro, me sacaron cien lempiras más de lo que realmente costaba. Así que al final pagué 250.00 lempiras.
Saqué de mi billetera el último billete de a 500.00 que me quedaba y lo comencé a desdoblar. Lo guardé desde marzo porque sabía que Motagua iba a llegar a la final, sabía que tenía que estar allí desde hace mucho.
Tengo que decir que cuando comencé a hacer la fila, yo miré que estaban bien marcados los puntos de acceso, divididas las filas por unas “barandas” anaranjadas y miles de persona a paso lento, pero seguro, avanzando hasta el único hueco disponible de ese enorme portón.
Por cierto, me fijé mientras esperaba, que el Nacional es un estadio bonito pero viejo. A mí no me alcanzan los años, pero contaba mi papá antes de irse a la “USA” que aquí clasificó la Selección al Mundial de España y que había sido una locura.
Pero lo que yo veo ahora es un edificio que se ha quedado en el tiempo en relación a otros estadios de Centroamérica. Ya no es moderno, aunque en la tele se ve que le han hecho mejoras en camerinos, o eso es lo que enseñan los periodistas.
Ya llevaba una hora en la fila y las “tripas” me empezaron a vibrar, se vino un olor a carne asada que ni quiera Dios. Pero no sabía si comprar comida o no porque solo tenía esos 250.00 para el resto del mes y tengo que pagar transporte de regreso. Además, si me salía de esta fila me lleva “putas” porque perdía el puesto.
El sol comenzó a picar, se puso bueno. Y de pronto miro para atrás y la fila de gente ya le daba vuelta a la calle. Increíble que este Motagua jale tanta gente. Es que cuando el equipo gana todos queremos estar aquí.
Cuando andan de “mamis socadas” parecen que fueran el vecino con otro uniforme. Pero bueno, llegó a un punto en que ya no podíamos caminar. Toda la calle de “La Huaca” se llenó de gente, era insoportable y todos estábamos ya desesperados por entrar. Ya solo faltaba una hora para ingresar al estadio.
La cosa se puso fea porque ya no avanzábamos y el orden se perdió. Ahora todo mundo trataban de entrar a cómo pudiera. Los que andaban niños se los pusieron en los hombros porque se estaban ahogando. Aún así, la gente entraba por poquitos. El sol estaba muy fuerte y entre ese montón de gente desordenada se sintió humedad. Gritos, desesperación.
De pronto, alguna gente comenzó a empujar y a uno pues le tocaba parar bien los pies para no dejarse caer, otros pues se detenían en los cuerpos de los otros. Adentro se escuchaban ya gritos de apoyo, yo creo que el Motagua estaba calentando porque era un bullicio fuerte.
Ya solo faltan 20 minutos y los niños no paran de llorar y la gente tampoco para de empujarse. Estoy en medio de la masa y comienzo a ver desesperación en el rostro de mucha gente, algunas mujeres gritan porque se sienten atrapadas en aquella muchedumbre. No es nada bueno. Un policía al ver que los niños están en potencial peligro, comienza a pedir que le pasen los niños, y la gente se los entrega de brazos en brazos hasta que los hacen llegar al portón e ingresan. Otros comienzan a levantar las “barandas” anaranjadas porque ya no tienen sentido y se las pasan a los policías militares que están a los lados sin hacer nada.
De pronto, alguien da la orden de abrir todo el portón. Creo yo que de todas formas ya no les importa porque todos los boletos están vendidos y el estadio está lleno. Pero fue la peor decisión.
La gente comenzó a hacer una estampida y los que estaban adelante cayeron por la fuerza de la masa, la gente comenzó a pasarse unos encima de otros y los policías no hacían nada, quizá porque no se percataron que abajo había gente atrapada, hasta que algunos otros dieron la señal de alerta. Entonces, comenzaron a actuar, yo sigo soportando la fuerza de la masa desde atrás. Pero con todo y todo, era muy duro detener el paso de la gente que se saltaba para poder pasar a las gradas… ¡parecíamos animales!
En la semana leí en los periódicos que habían prometido orden en los tales anillos de seguridad. Que no iban a dejar pasar bolos, pero allí andaban unos manes en modo dragón. Vale más a que nadie se le ocurrió fumar.
Y toda esta reyerta por querer ver a nuestro amado Ciclón.
Al sentir impotencia en la situación, llegó una pipeta de agua y nos comenzaron a bañar, luego sentí como que reventaron una bomba de gas porque me picaba la garganta y los ojos. Entonces fue cuando la masa perdió la fuerza y los policías pudieron sacar a los caídos. Lo que yo no sabía es que muchos ya estaban muertos. ¡No lo podía creer! Disque hasta una chava embarazada estaba allí. Y no entiendo porque lo que debía ser una fiesta, acabó en una tragedia.
Yo sé que todos veníamos bien y en orden porque estaba allí. Pero la gente que llegó tarde en esa costumbre tonta que tenemos los hondureños en general (no se trata solo de motagüenses) de llegar tarde y dejar todo para última hora hoy nos pasó factura. Toda esa gente que llegó tarde y no quiso hacer la fila también es responsable de este momento tan amargo. Nunca creí que esto iba ser posible, pero ni cuando son partidos de alto riesgo. Ni cuando llegan las barras de esas que se pelean a tiro limpio pasa esto.
Y tampoco creo que se trate de que solo porque sea el sector de sol haya sido mala educación. Yo allí vi gente de todos los estratos sociales, gordos, flacos, blancos, trigueños, altos, chaparros, niños y personas mayores… de estos últimos tres fueron los fallecidos.
Yo mejor no entré. Ya para qué. Perdí los 250.00 pesos, pero creo que perder la vida no vale la pena. Me regresé para mi casa, aunque siempre iba pendiente del partido porque lo puse en la radio del celular.
Lo que me pareció increíble es que las autoridades, y no lo entiendo aún, es que hayan metido los cuerpos a la pista para que se exhibieran al mundo. Luego vi en internet que la noticia estaba en todos lados. Y las fotos increíbles, el partido en vivo y los muertos allí exhibidos como trofeos de campeonato.
(Basado en el testimonio de un aficionado anónimo a EL HERALDO y otros testigos presentes en la tragedia)