BUENOS AIRES, ARGENTINA.- El capitán de la Albiceleste,
Lionel Messi, está de nuevo al frente de la misión de ganar la
Copa América, a 28 años de la última conquista
argentina y en otro intento por saldar una cuenta que, a punto de celebrar sus 34 años, le duele en el alma.
Dueño de una colección fabulosa de trofeos y récords, lleva una espina clavada: nunca pudo ganar un campeonato de mayores con los colores nacionales. Ni una Copa del Mundo ni la de América. Y las opciones se le achican: este jueves apagará 34 velitas en medio de la Copa América, con Argentina ya clasificada para los cuartos de final.
El más reciente récord lo logró este domingo en el triunfo ante Paraguay (1-0) al igualar a su amigo Javier Mascherano como el jugador que más veces vistió la casaca albiceleste, en 147 partidos.
Nacido y criado en la futbolera Rosario, ganó un Mundial Sub-20 (Holanda-2005) y medalla de oro en Juegos Olímpicos (Pekín-2008). Ningún premio con la mayor.
'Que todos juntos podamos seguir construyendo nuestro país, y a nivel de selección igual', manifestó.
Una reciente imagen suya resumió su pasión. Tras su exquisito gol de tiro libre a Chile (1-1), en el debut de la Copa América, 'la Pulga' dejó de lado su habitual festejo mirando al cielo y pegó un salto al puro estilo del fallecido Diego Maradona. Los argentinos sabían a quién estaba homenajeando.
Días antes, en un partido por el premundial contra el mismo rival e idéntico resultado, Messi tampoco apeló a su tributo habitual pero gritaba su gol de penal y se golpeaba el pecho.
'Queríamos regalarle la victoria y representar a la Selección como siempre lo hizo él (Maradona), dejando todo', explicó.
Pero su ADN futbolero es 'argento' (jerga) de la cabeza a los pies.
Igual que Maradona mantiene un romance con la pelota. La maneja como si fuera parte de su cuerpo.
Ya no es una máquina de eludir defensores como postes. Pero enfila directo al arco y desbarata defensas como si fueran de papel. Su explosivo juego a toda velocidad se amolda como un guante al fútbol contemporáneo.
¿Tan fuerte es su influencia también en la Albiceleste?. Lo describió el entrenador, Lionel Scaloni: 'Los partidos de Leo son con dos o tres rivales siguiéndolo'.
Otras veces aplican una cerebral táctica. Le obstruyen 'las líneas de pase', ilustró el DT.
De vez en cuando tratan de sacarlo de las casillas. Lo hizo el chileno Gary Medel en la Copa América Brasil-2019. Los expulsaron a los dos y La Roja ganó con el sacrificio. Lo que perdió fue aquel partido por el bronce (2-1).
Ha protestado en público contra la Conmebol. Emuló a Maradona con dardos lanzados contra los dirigentes.
Dejó atrás la etapa del Messi mudo. Antes parecía un Peter Parker tímido y distraído que se convertía de pronto en Hombre Araña. Un superhéroe misterioso.
Asumió que debía ordenar a sus compañeros. Solo que nunca se lo escucha gritar o hacer gestos ampulosos.
'Estamos en crecimiento. Pusimos chicos nuevos. De a poquito nos tenemos que ir haciendo fuertes', afirmó.
A la historia pasó aquella noche funesta de la final de la Copa Centenario-2016 ante Chile en Estados Unidos. La tiró afuera en el desempate a penales. Argentina perdió. Lloró y se arrojó al suelo, como si quisiera que la tierra se lo tragase.
Al salir del campo de juego, sentenció, desolado: 'Se terminó la selección para mí. Es la cuarta final que pierdo, la tercera seguida (...) Me duele no ser campeón con Argentina'.
Había perdido las finales de Copa América de Venezuela-2007 contra Brasil y Chile-2015 y EEUU-2016 frente a La Roja, así como el partido decisivo del Mundial Brasil-204 ante Alemania (1-0).
Ahora hay un solo gran jugador: Messi. No se le pueden pedir peras al olmo.
El regalo que espera Messi en su aniversario es celebrar el 10 de julio la Copa América en el Maracaná, la emblemática casa del archirrival Brasil.
Dueño de una colección fabulosa de trofeos y récords, lleva una espina clavada: nunca pudo ganar un campeonato de mayores con los colores nacionales. Ni una Copa del Mundo ni la de América. Y las opciones se le achican: este jueves apagará 34 velitas en medio de la Copa América, con Argentina ya clasificada para los cuartos de final.
El más reciente récord lo logró este domingo en el triunfo ante Paraguay (1-0) al igualar a su amigo Javier Mascherano como el jugador que más veces vistió la casaca albiceleste, en 147 partidos.
Nacido y criado en la futbolera Rosario, ganó un Mundial Sub-20 (Holanda-2005) y medalla de oro en Juegos Olímpicos (Pekín-2008). Ningún premio con la mayor.
'Que todos juntos podamos seguir construyendo nuestro país, y a nivel de selección igual', manifestó.
Una reciente imagen suya resumió su pasión. Tras su exquisito gol de tiro libre a Chile (1-1), en el debut de la Copa América, 'la Pulga' dejó de lado su habitual festejo mirando al cielo y pegó un salto al puro estilo del fallecido Diego Maradona. Los argentinos sabían a quién estaba homenajeando.
Días antes, en un partido por el premundial contra el mismo rival e idéntico resultado, Messi tampoco apeló a su tributo habitual pero gritaba su gol de penal y se golpeaba el pecho.
'Queríamos regalarle la victoria y representar a la Selección como siempre lo hizo él (Maradona), dejando todo', explicó.
ADN argentino, desarrollo catalán
Con la camiseta de FC Barcelona ganó copas y campeonatos de todos los tamaños y colores. El club blaugrana lo cobijó desde los 13 años. Le pagó el tratamiento hormonal para crecer que le quitaba el sueño a su familia. Seis veces ganador del Balón de Oro, es leyenda del club.Pero su ADN futbolero es 'argento' (jerga) de la cabeza a los pies.
Igual que Maradona mantiene un romance con la pelota. La maneja como si fuera parte de su cuerpo.
Ya no es una máquina de eludir defensores como postes. Pero enfila directo al arco y desbarata defensas como si fueran de papel. Su explosivo juego a toda velocidad se amolda como un guante al fútbol contemporáneo.
¿Tan fuerte es su influencia también en la Albiceleste?. Lo describió el entrenador, Lionel Scaloni: 'Los partidos de Leo son con dos o tres rivales siguiéndolo'.
Otras veces aplican una cerebral táctica. Le obstruyen 'las líneas de pase', ilustró el DT.
De vez en cuando tratan de sacarlo de las casillas. Lo hizo el chileno Gary Medel en la Copa América Brasil-2019. Los expulsaron a los dos y La Roja ganó con el sacrificio. Lo que perdió fue aquel partido por el bronce (2-1).
Líder maduro
Con los años, ya a sus 34 que los cumple el jueves, creció en personalidad. Maduró y pasó a ser el líder.Ha protestado en público contra la Conmebol. Emuló a Maradona con dardos lanzados contra los dirigentes.
Dejó atrás la etapa del Messi mudo. Antes parecía un Peter Parker tímido y distraído que se convertía de pronto en Hombre Araña. Un superhéroe misterioso.
Asumió que debía ordenar a sus compañeros. Solo que nunca se lo escucha gritar o hacer gestos ampulosos.
'Estamos en crecimiento. Pusimos chicos nuevos. De a poquito nos tenemos que ir haciendo fuertes', afirmó.
A la historia pasó aquella noche funesta de la final de la Copa Centenario-2016 ante Chile en Estados Unidos. La tiró afuera en el desempate a penales. Argentina perdió. Lloró y se arrojó al suelo, como si quisiera que la tierra se lo tragase.
Al salir del campo de juego, sentenció, desolado: 'Se terminó la selección para mí. Es la cuarta final que pierdo, la tercera seguida (...) Me duele no ser campeón con Argentina'.
Había perdido las finales de Copa América de Venezuela-2007 contra Brasil y Chile-2015 y EEUU-2016 frente a La Roja, así como el partido decisivo del Mundial Brasil-204 ante Alemania (1-0).
El timonel
Sin Messi, Argentina es uno más del montón. Con Messi tampoco es una maravilla, pero cambia casi todo. Cuando la Albiceleste ganó los mundiales de Argentina-1978 y México-1986 no sólo tenía cracks internacionales. Mostraba un funcionamiento aceitado, estilo y personalidad.Ahora hay un solo gran jugador: Messi. No se le pueden pedir peras al olmo.
El regalo que espera Messi en su aniversario es celebrar el 10 de julio la Copa América en el Maracaná, la emblemática casa del archirrival Brasil.