TEGUCIGALPA, HONDURAS. -
Julissa y Alba Lizardo pospusieron sus planes para viajar junto a su madre
Nora Gutiérrez a Tegucigalpa y vivir de cerca la
VII Vuelta Ciclística de
Diario EL HERALDO.
Las tres tenían una sola razón: apoyar a su padre , Carlos Roberto Lizardo Soto, de 54 años de edad, quien esté año compite por tercera vez consecutiva en la categoría Máster C MTB Varones.
Sentadas en cómodas y pequeñas sillas ubicadas a un costado de la meta, las tres mujeres de la vida de don Carlos no dudaron en gritar a todo pulmón cuando lo vieron partir sobre la bicicleta.
'Nos emociona verlo hacer lo que le gusta, porque para mi papi la Vuelta Ciclística es sagrada. Un día antes de la competencia nos tenemos que dormir temprano, comer sano y levantarnos a primera hora del siguiente día', relató Alba, una de sus hijas.
Entre las anécdotas que recuerdan, destacan que en el primer año su papá se ganó una bicicleta, misma con la que ahora compite.
'Cuando terminó el evento en 2016, yo le estaba diciendo a mi papi que nos fuéramos, pero él insistió en quedarse hasta el final y en el sorteo que hacen salió ganador de una bicicleta', contó.
Para ellas, la competencia insignia de EL HERALDO es un evento que une el deporte, la familia y la solidaridad, pues cada año lo recaudado es donado a una asociación benéfica, este año es para la Asociación Nacional para el Desarrollo de las Personas Ciegas de Honduras (Andepcih).
Le puede interesar: Ellos son los primeros ganadores de la Séptima Vuelta EL HERALDO
Las tres tenían una sola razón: apoyar a su padre , Carlos Roberto Lizardo Soto, de 54 años de edad, quien esté año compite por tercera vez consecutiva en la categoría Máster C MTB Varones.
Sentadas en cómodas y pequeñas sillas ubicadas a un costado de la meta, las tres mujeres de la vida de don Carlos no dudaron en gritar a todo pulmón cuando lo vieron partir sobre la bicicleta.
'Nos emociona verlo hacer lo que le gusta, porque para mi papi la Vuelta Ciclística es sagrada. Un día antes de la competencia nos tenemos que dormir temprano, comer sano y levantarnos a primera hora del siguiente día', relató Alba, una de sus hijas.
Entre las anécdotas que recuerdan, destacan que en el primer año su papá se ganó una bicicleta, misma con la que ahora compite.
'Cuando terminó el evento en 2016, yo le estaba diciendo a mi papi que nos fuéramos, pero él insistió en quedarse hasta el final y en el sorteo que hacen salió ganador de una bicicleta', contó.
Para ellas, la competencia insignia de EL HERALDO es un evento que une el deporte, la familia y la solidaridad, pues cada año lo recaudado es donado a una asociación benéfica, este año es para la Asociación Nacional para el Desarrollo de las Personas Ciegas de Honduras (Andepcih).
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