A su lado se deja ver el bastión que le ha sostenido en esta etapa de turbulencia y en sus brazos carga el motor que lo mueve hacia adelante, que le impide retroceder y que le ha hecho sortear la más dura de sus sequías goleadoras.
“¡Compa! ¿Qué tal, cómo está?”, saluda el delantero olimpista Roger Rojas, que llega con su esposa Alejandra Bonilla y que enseguida presenta al ser que le vino a iluminar la vida...
“Se llama Roger Francisco Rojas Bonilla. Nació el 27 de marzo, a las 6:25 de la mañana. Aquí se porta bien, pero en la casa da función... ja, ja, ja”.
Desde hace dos meses y medio no hay duda que ya no es el mismo Ro-Ro y no hay reparos en reconocerlo: “¡Uy! Me ha cambiado bastante la vida, pero para bien, me siento más responsable... paso pendiente de que a él no le falte nada”.
Agregó: “después del entrenamiento o de los partidos, estoy con la ansiedad de que quiero ir a ver a mi hijo para abrazarlo. Después de la gran final, lo primero que quería era ir a verlo, besarlo y ponerle la medalla de campeón. Quiero que mi hijo me vea golear”.
¿Qué tal, Roger? Bueno, me imagino que le gustaría que Roger Francisco sea futbolista, ¿no?...
Sí, me gustaría que juegue fútbol. Si miro que le gusta, lo voy a apoyar a full y si no, lo apoyaré en lo que le guste. Pero sí quisiera verlo de futbolista para enseñarle cosas y mirarlo jugar.
Supongo que le encantaría verlo en Olimpia... ¿pero si le sale Motagua?
No tiene por dónde, porque mi esposa también es Olimpia... ja, ja, ja; tal vez Real España, por mi suegro, pero no creo, pesa más lo del papá.
¿Qué le aconsejaría a su hijo para que no pasara lo suyo en el último año?
Le diría que sea fuerte, que no lea periódicos, que no mire ni escuche noticias que lo perturben o que le presionen y que haga lo que más le gusta, que sería jugar al fútbol.
Roger Rojas, ¿cuántas veces se ha preguntado: ‘qué me pasa’?
¡Ah! Me lo he preguntado muchas veces, pero soy creyente en Dios y lo digo hoy: estoy convencido que vienen cosas maravillosas para mí; mi hijo me ha calmado de no cometer estupideces y en el momento que necesitaba de algo que me diera paz, llegó mi bebé.
¿Ha llorado?
Mi esposa le puede decir cuánto he llorado, ella ha visto cómo he llegado enojado, frustrado, lloroso y desanimado. He sentido impotencia. Nunca me ha gustado ser la estrella, porque las estrellas están en el cielo, pero siempre me ha gustado jugar y extraño bastante eso.
¿Cuál fue el momento más duro en este semestre?
Me dolió mucho no jugar la última final. Me sentí feliz por el título, pero por dentro decía: ‘Qué feo es no jugar una final, cuando todas las había jugado’. Miré a Roger y dije: ‘Hijo, en la siguiente final te prometo que vamos a estar allí, te voy a meter al campo y vamos a celebrar juntos dentro de la cancha’.
¿Qué sentía cuando no iba ni al banco en los juegos?
Es horrible, es lo más feo. Nunca me había quedado afuera y ahora comprendo lo que sienten los que no van en lista. Llegar a casa y decir: ‘Amor, no voy en lista’, o contarle a mi papá y escuchar sus argumentos. Con todo lo que ha pasado, mi papá hasta se ha enfermado de tanto estrés y tensión este semestre.
Honestamente, ¿sintió ganas de dejar el fútbol?
Una vez llegué a pensar en dejar el fútbol, pero reaccioné y supe que son tonterías.
Fíjese que muchas veces después de no entrar ni en lista de convocados, me sentí decepcionado, pero a los segundos miré a mi hijo y me dije: ‘Cómo va a ser posible que le voy a contar a mi hijo que renuncié a lo que más me gusta, qué ejemplo le puedo dar con esa decisión’.
¿Se ha imaginado jugar con otra camisa?
Para que la gente sepa mi amor por Olimpia, después de la final hablé con Osman Madrid y le dije que no iba a aceptar que me prestaran a otro equipo de la Liga... no me veo con otra camisa en Honduras. Y si el club no me quiere este torneo, mejor que me preste a otro equipo pero de Centroamérica, de acá no.
¿O sea, prestado no se ve en otro equipo de la Liga?
Aquí en Honduras no me miro con una camisa que no sea la de Olimpia. Yo me lo he imaginado y digo: ‘Venir al Nacional con Honduras Progreso, Vida o Marathón y golear a Olimpia... ¡No, hombre, no! Jamás celebraría un gol contra Olimpia, ni quiera Dios. Si me van a prestar que sea al fútbol extranjero.
A propósito, usted que ha jugado afuera, ¿qué le recomienda a Alberth Elis?
Si Elis se va, me deja una puerta abierta para jugar y si se queda, es más competencia, pero lo ideal es que se quede este torneo. Oiga bien lo que digo, no estoy buscando mi beneficio, solo que sé que él aprenderá mucho más si se queda seis meses más en la Liga; irá a los Juegos Olímpicos y sé que hará un gran papel, porque anda muy bien, y de ahí puede dar el salto. Tiene todas las condiciones para irse.
¿Podemos ver el resurgir de Ro-Ro en el Apertura?
Yo le comentaba a mi esposa: ‘Mire, amor, cuando yo me levante, me voy a quitar un montón de cosas y voy a ir con todo’. Tengo esa furia dentro de mí que quiero ya explotarla, quiero estallar...
Con su mejor versión, ¿se ve ganando un puesto en este Olimpia?
Yo voy a hacer mi parte y le voy a romper la cabeza a Héctor Vargas para que diga: ‘¡Ah!, ahora sí anda bien, ahora tengo que meterlo a jugar’. Ya no quiero vivir esto, estoy con muchas ganas de que empiece el campeonato y que vuelva a disfrutar de lo que más me gusta, que es hacer goles con Olimpia.
¿Cómo mira el panorama del próximo torneo?
Difícil. ¿Cuál es la característica de Olimpia? Que va por el bi, porque la afición ya olvidó la 30 y quiere la 31.
Alejandra Bonilla: He llorado con Roger
Respaldo constante para consolar las lágrimas del Ro-Ro, Alejandra Bonilla confiesa que a Roger “no solo lo he visto llorar, sino que he llorado con él; es inevitable no sentir el dolor que él siente”.
La esposa de Rojitas ha sido la encargada de consolar al delantero; “es evidente la diferencia de sus ojos cuando sale de un partido y juega, a la mirada que tiene cuando no juega”.
Por eso, confiesa, “le pido a Dios que ahora sea una plática diferente, que no sea la de ‘por qué no jugué, sino qué bien jugué o qué tengo que mejorar’”.
Uno de esos momentos más duros fue en la final en la que Olimpia logró la 30 ante Real Sociedad. “Para mí los partidos empiezan cuando él entra a la cancha; en la final, yo estaba en Silla, ellos estaban calentando atrás de la meta y, cuando hicieron el último cambio, infló los cachetes y fue como un suspiro de que tenía que estar tranquilo, pero era inevitable no estar triste. Me rompió el corazón y fue el día que más destrozado lo vi”