Tegucigalpa, Honduras
El gobierno de Honduras busca una segunda reforma a la Ley de Tarjetas de Crédito para evitar los abusos contra los usuarios.
El objetivo es contar con una normativa clara y contundente en la regulación de los servicios, en especial sobre las tasas de interés, extrafinanciamientos y los niveles de endeudamiento.
Además, que se incorporen las modernas regulaciones y prácticas internacionales a la legislación nacional para que las instituciones emisoras adopten un adecuado balance entre la gestión del riesgo asumido y las expectativas de rendimiento en la cartera.
El Poder Ejecutivo preparó el “Informe especial sobre líneas de interés en tarjetas de crédito”, documento confidencial al que tuvo acceso EL HERALDO, donde se hace un análisis de esa actividad económica durante 2010-2015.
Además en el documento se plantean las propuestas de solución para la protección del interés público.
La Ley de Tarjetas de Crédito fue aprobada mediante decreto legislativo 106-2006 del 20 de septiembre de 2006 y reformada a través del decreto 33-2013 del 5 de abril 2013.
Se espera que el Congreso Nacional conozca el tema en la presente legislatura, previa socialización con los sectores involucrados en esa actividad financiera.
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Los hallazgos
Según el informe, en el país se observa una distorsión significativa en la colocación y uso de las tarjetas de crédito, considerando que el propósito de estas se ha inclinado hacia el uso como medio de financiamiento de mediano y largo plazo.
Agrega que lo anterior se evidencia en el excesivo crecimiento en los préstamos personales asociados a las tarjetas conocidos como intra o extrafinanciamiento.
“Sobre esta situación es posible limitar los niveles de endeudamiento a través de la prohibición de asociar préstamos a las tarjetas de crédito, como intra o extrafinanciamiento, o regular el límite máximo permitido en función de la capacidad de pago del tarjetahabiente”.
La tasa de crecimiento de los saldos adeudados ha sido de 16.2%, pasando de 9,978.1 a 21,131.5 millones de lempiras entre 2010-2015.
Subraya que al desagregar los saldos de la tarjeta de crédito entre el saldo corriente y los extrafinanciamientos, estos últimos han sido los que mayor dinamismo han reflejado al presentar una tasa de incremento de 32.2%, mientras que el saldo corriente ha crecido 13.7%.
El saldo de las tarjetas de crédito ha mostrado un crecimiento más acelerado entre 2012 y 2014, cuando las variaciones anuales rondan entre el 20% y 30%.
“Es importante señalar que cuando este instrumento es utilizado con el fin de financiamiento, sin el debido análisis del riesgo de crédito e inclusive en la mayoría de los casos sin considerar la verdadera capacidad de pago, se ocasiona distorsión al propósito de las tarjetas de crédito”, concluye el informe.
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Concentración
Según un estudio de la Comisión Nacional de Bancos y Seguros (CNBS), el 74% de la cartera de TC (tarjetas de crédito) está concentrada en tres instituciones emisoras, lo que de acuerdo a las regulaciones internacionales constituye una elevada concentración de mercado con características de oligopolio.
“Asimismo se observa una muy baja competencia, lo cual es posible observar en que la mayoría de los tarjetahabientes de los mayores emisores tienen tasas de interés muy cercanas (entre 59.95% y 69.9%) que coinciden con la tasa máxima reportada”, subraya.
Se constató que existe un producto de tarjeta de crédito que tiene tasas de interés del orden del 28%, como es el caso de una tarjeta de un banco del país.
El documento oficial revela que analizando lo antes expuesto se concluye que no existe una real competencia entre los intermediarios bancarios, ni el deseo de alejarse del comportamiento grupal, pues compararían negativamente respecto al resto de aquellos bancos que sí aprovechan la falta de controles e imperfecciones del mercado.
Intereses
Algunos emisores han declarado que los puntos porcentuales correspondientes al riesgo de incumplimiento en dicho rubro están cerca del 32%, por lo que se puede observar un amplio margen de intermediación en comparación con la tasa de interés promedio ponderada en Honduras de 66.13%.
“Aun y cuando se requeriría un estudio detallado para verificar las tasas de riesgo, es posible concluir que es incorrecto e inclusive injusto distribuir el elevado nivel de incumplimiento entre todos los tarjetahabientes por medio de la elevada tasa de interés, debido a la falta de un adecuado análisis crediticio por parte de la instituciones emisoras”, señala el informe.
Subraya que existe una distorsión de mercado muy fuerte que influye para que en Honduras se observe uno de los márgenes brutos de intermediación más elevados de América Latina en materia de tarjeta de crédito.
“Al analizar la legislación nacional de tarjetas de crédito hemos constatado la necesidad de implementar regulación sobre los márgenes máximos de intermediación o bien límites máximos de la tasa de interés que debe ser aplicada. A diferencia de muchos países de los cuales hemos copiado sus mejores prácticas en esta materia, en Honduras no existe un techo máximo (tasa de usura) que regule el abuso, cuando los márgenes no corresponden a una política prudencial”.
Con relación al argumento de que un límite máximo atenta contra el principio de libre mercado que debe aplicarse a las tasas de interés que se contratan con las emisoras, es necesario señalar que las distorsiones fomentadas por la regulación actual carece de consistencia siempre y cuando el límite máximo se establezca en función de un indicador adecuado del mercado, como npuede ser las tasas de interés de los créditos de consumo.
Morosidad
Con relación a las causas de la mora se destacan el otorgamiento de tarjetas de crédito con límites que en muchas ocasiones superan el total de ingresos de los usuarios, sin considerar que también se puede aplicar a un mayor endeudamiento de los extrafinanciamientos.
También se han observado inadecuadas estructuras de financiación a pequeña y mediana empresa fomentando el uso de las “tarjetas empresariales” en lugar de proporcionarles créditos adecuados a su perfil de negocio.
De acuerdo con estudios de la CNBS, el 72.3% de la cartera de tarjetas de crédito está en categoría I, la que es denominada “créditos buenos”.
Sin embargo, se ha observado que existe un porcentaje importante, aún por determinar, de créditos cuyos tarjetahabientes, con el fin de mantener un buen récord crediticio, hacen el esfuerzo de pagar únicamente el “pago mínimo” de la deuda, el que se ha demostrado que no es suficiente para cancelar en el corto plazo los saldos adeudados.
Dicho comportamiento de pago, aunado al mantenimiento de la disponibilidad de la línea de crédito, genera un crecimiento paulatino del saldo total de la deuda que no se refleja en los datos de créditos castigados que únicamente representan el 9.1% de la cartera.
Por todo lo anterior se concluye que no existen políticas regulatorias integrales o articuladas entre sí que induzcan a un grado mayor de exigencias en reservas y/o encajes a aquellos bancos enfocados en préstamos no generadores de crecimiento económico, o que establezcan controles que desincentiven a aquellos generadores de mora dentro de dicho sector