Entretanto, el valor político de Nayib Bukele está decayendo en Washington, pues a los ojos de los demócratas el autoritarismo del salvadoreño y sus ataques a las instituciones democráticas lo ponen ya a la par de Daniel Ortega, el dictador nicaragüense.
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Con Bukele al lado de Ortega en la lista estadounidense, los demócratas modificaron su visión geopolítica en Centroamérica para poner a Honduras en lugar privilegiado tras el triunfo de la coalición de izquierda y centro-derecha que encabeza Xiomara Castro.
Xiomara y la lucha anticorrupción en la región
Si hubo una ganadora en la audiencia senatorial del martes esa fue Xiomara Castro, del partido Libre, recién electa presidenta de Honduras tras 12 años en el poder del Partido Nacional de Juan Orlando Hernández, sobre quien pesa una investigación del Departamento de Justicia estadounidense por narcotráfico, informa Infobae.El subsecretario Nichols dijo que el Departamento de Estado espera trabajar con Castro para “ver los cambios que estamos esperando”. A eso el senador demócrata por Oregón Jeff Merkley añadió que el triunfo de Castro es “ una gran oportunidad”.
Según un asistente legislativo demócrata consultado por Infobae en el congreso estadounidense, uno de los puntos ya discutidos con la presidenta electa hondureña es la posibilidad de reinstalar en el país centroamericano una misión internacional anticorrupción e impunidad, como la extinta Misión Anticorrupción y Contra la Impunidad en Honduras (Maccih), apoyada por la OEA y defenestrada en enero de 2020 por el goberno de Hernández.
Ricardo Valencia, el catedrático salvadoreño, cree incluso que Xiomara Castro será capaz de pasar de puntillas y con éxito por el asunto de la buena relación que su esposo Manuel “Mel” Zelaya, expresidente de Honduras, tuvo con el régimen de Hugo Chávez a finales de la década 2000.
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“Washington sabe que Venezuela tiene muchos menos recursos y el balance geopolítico en el hemisferio no se inclina para que Castro se vuelva en lugarteniente de Venezuela y Nicaragua. Su misma alianza no es una alianza de izquierdas, sino anti-Juan Orlando Hernández. Entonces, Washington mira esto como una oportunidad para reforzar sus mensajes de que una democracia multipartidista es posible en Centroamérica”, considera Valencia.
EEUU buscaría frenar a Bukele
En la audiencia del Senado celebrado el 1 de diciembre, Bob Menéndez, senador demócrata por Nueva Jersey y presidente del poderoso comité de exteriores de la Cámara Alta del Congreso en Washington, pidió a la Casa Blanca que excluya a El Salvador y Nicaragua del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (CAFTA, en inglés), de cuyo sistema de preferencias arancelarias depende al menos un quinto de las exportaciones salvadoreñas.Es una medida drástica, según reconoció el propio Menéndez, que Estados Unidos suele aplicar a países a los que ha tenido en la lista negra por años, como la Nicaragua de Daniel Ortega, a cuyos funcionarios Washington ha sancionado y prohibido el ingreso a suelo estadounidense, publica Infobae.
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“En Nicaragua tenemos una dictadura en ascenso y en El Salvador hay retrocesos democráticos dramáticos… No deberían de gozar de preferencias comerciales”, pidió Menéndez a la administración de Joe Biden.
Al inicio de la audiencia, Menéndez dijo que Bukele se había embarcado en el desmantelamiento “quirúrgico” del sistema judicial salvadoreño, en referencia al golpe legislativo del primero de mayo que incluyó la destitución de magistrados de la Corte Suprema de Justicia y el nombramiento en el máximo tribunal de abogados fieles al presidente, así como a una reforma administrativa que ha permitido a Bukele nombrar a jueces afines a él.
Ricardo Valencia, profesor asistente salvadoreño en la universidad California Fullerton, cree que lo dicho por Menéndez significa que los demócratas están dispuestos a tomar las “decisiones más duras” para frenar a Bukele.
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Brian Nichols, el subsecretario de Estados para el Hemisferio Occidental y testigo en la audiencia del martes, concordó con la descripción hecha por el senador Menéndez. Bukele, dijo Nichols, “ha dado una serie de pasos preocupantes que han debilitado el respeto por los principios e instituciones democráticas”.
Nichols, en su testimonio, listó todos los pecados antidemocráticos que le achacan al salvadoreño: el intento de aprobar una ley de agentes extranjeros para imponer “controles innecesarios” a la sociedad civil; acciones para la concentración del poder y para intimidar a los críticos; abrir, a través de los jueces impuestos, el camino a la reelección; ocultar la corrupción de su administración; y denigrar a la prensa independiente.