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“Me convertí en un delincuente”: Ludopatía, la adicción sin cifras que destruye vidas y familias en Honduras
La Secretaría de Salud no tiene cifras de los pacientes afectados por la ludopatía, mientras los casos crecen en silencio bajo un perverso negocio millonario
La ludopatía puede provocar divorcios, pérdidas económicas, alejamiento de la familia, desestructuración familiar, pérdida del trabajo y violencia psicológica, verbal y patrimonial.
mié 29 de marzo de 2023 a las 0:0
9:36 min. de lectura
TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Eran las 7:42 am de un lunes y Ricardo (nombre ficticio para proteger su identidad) tenía que ir a trabajar, luego de pasar toda la madrugada en el casino con una mala racha, como él mismo le llamaba. El desvelo se evidenciaba en su mirada, tenía los bolsillos vacíos y aunque lo carcomía la culpa de gastarse todo su sueldo en una noche, tenía la esperanza de recuperarse en una segunda visita con una ‘royal flush’, la mano más valiosa de póker (conformada por un As, Rey (K), Reina (Q), Jota (J) y diez de un mismo palo).
Este retorcido pensamiento obedece a una silenciosa enfermedad conocida como ludopatía, la cual afecta a un gran puñado de la población hondureña. Sin embargo, la Secretaría de Salud no lleva estadísticas de los pacientes y argumenta que “es difícil contabilizarlos porque se resisten a ser tratados”.
Aunque en algunos casos es verdad, también es cierto que no se han tomado el tiempo ni la importancia para realizar acciones que permitan identificar a las personas que padecen de esta adicción que ha destruido vidas e incluso familias completas a nivel mundial.
Así lo consideró Ricardo, un rimbombante hombre que desde su adolescencia padecía de esta afección que fue creciendo a medida que transcurría el tiempo. Nunca buscó ayuda porque no imaginó que se trataría de una enfermedad y menos que pudiera ser tratada en Honduras.
“Apostaba en máquinas, en póker de mesa, en juegos tradicionales de cartas y hasta en línea, en apuestas de fútbol. Eran grandes cantidades, a veces ganaba y otras veces perdía, disfrutaba de esos segundos de euforia, pero después me sentía mal por mis decisiones”, confió el hombre de 33 años a la Unidad de Datos de EL HERALDO Plus.
Es precisamente esa sensación de ‘adrenalina’ la que la psicóloga Paola Ponce considera una de las diversas motivaciones de los ludópatas al momento de apostar. “Ellos buscan constantemente una emoción intensa, a veces los impulsa su baja autoestima, depresión y otros padecimientos. Esto los puede llevar a tener problemas legales o con individuos del bajo mundo”, advirtió.
Tal como lo explica la profesional de la salud mental, la mayoría de los casos están marcados por el mismo patrón, pues el protagonista de esta efímera historia se dio cuenta de la gravedad del asunto cuando se atrevió a tomar 140 mil lempiras de su lugar de trabajo para despilfarrarlos en un casino en apenas tres horas.
“Sentí que toqué fondo, me convertí en un delincuente, no sabía qué hacer, estaba decepcionado de mí mismo, me daba vergüenza”, recordó el entrevistado mientras miraba hacia el suelo y bebía sorbos de un café que -al recordar tan dura época- ya estaba frío.
“Blofear”, un golpe bajo considerado como engaño en un juego de póker, ya no era su mejor arma y aunque recuperar su trabajo no era negociable, sabía que debía tomar las riendas de su vida. Fue entonces que -impulsado por su familia- decidió buscar ayuda profesional y acabar de una vez por todas con la adicción de apostar.
Fases y tratamiento
En entrevista con este rotativo, su psicóloga de cabecera, Fanny Ordóñez, explicó que esta enfermedad es más común en hombres y mujeres de 20 a 40 años, además, en cada caso debe analizarse el detonante de raíz y determinar la fase en la que se encuentra el paciente. “Pese a que la terapia es muy efectiva, en algunos casos es necesario acompañarla con medicamentos para frenar la ansiedad y la compulsividad”, agregó.
Y es que de acuerdo a algunos expertos existen cinco tipos de jugadores:
1. No jugador: aquel que no participa en ningún tipo de juego.
2. Jugador social: quien juega con placer pero tiene sus límites de pérdida.
3. Jugador problemático: el que juega con exceso pero tiene cierto control.
4. Jugador patológico: aquel que pierde el control y no tiene límites en sus apuestas y conducta.
5. Jugador profesional: el que juega para ganarse la vida y su principal característica es la disciplina.
Por su parte, la psicóloga Claudia Fajardo considera que también es fundamental que los familiares del afectado tomen terapia, pues solo así podrán conocer el trato y actividades que debe realizar para ayudar a la recuperación del ludópata.
“Lo principal es entender que es una enfermedad y tratarla como tal, se debe apoyar al paciente en el cambio de rutinas y comportamientos que estos tienen que realizar”, explicó Fajardo, luego de puntualizar el fracaso en que un paciente sea obligado a recibir el tratamiento, ya que se necesita voluntad y compromiso para erradicar la conducta.
De acuerdo a las tres expertas entrevistadas, el tratamiento cognitivo-conductual es el más recomendado para tratar la afección, pues consiste en modificar los pensamientos, sentimientos y comportamientos negativos para luego tomar una acción cuando aparezca la necesidad, que en este caso son las apuestas, pero también se utiliza para tratar trastornos como adicciones, fobias, ansiedad, entre otros.
“Se le debe hacer ver todo lo que acarrea su hábito y que tan positivos o negativos son sus resultados, despertando así un raciocinio que lo lleve a confrontar y despertar de sus malas decisiones. Se le invita a que él mismo se responda y que no sienta que uno está juzgándolo o confrontándolo”, mencionó Ordóñez.
Han pasado cuatro años desde que Ricardo tomó el tratamiento y aunque la recaída todavía representa una amenaza, ahora es una persona que tiene trazadas sus metas y objetivos, mas no tiene tiempo para el ocio. Lo acaban de promover en su nuevo trabajo, conoció a una buena mujer que lo motiva a salir adelante y planea estudiar un posgrado.
Todavía recuerda sus jugadas y peores momentos, desde un póker -cuatro cartas iguales- de jotas con el que apostó hasta el alquiler de su casa, hasta el pensamiento suicida que en algún punto invadió su mente, las secuelas que todavía tiene en sus dedos y quijada de tanto forzarlas mientras jugaba, así como la ‘millonaria’ pérdida de dinero que suele contabilizar cuando recuerda esa etapa.
Esas situaciones fueron determinantes para frenar su paso en la ruina que se avecinaba, por lo que ahora decidió compartir su testimonio con los lectores de este rotativo con la intención de que no caigan en las garras de esta adicción.
Trato como ‘reyes’ y desintegración familiar
Un recorrido realizado por la Unidad de Datos de EL HERALDO Plus en algunos casinos de Tegucigalpa y póker de mesa en bares y en casas particulares evidenció la adrenalina que se vive al apostar poderosas cantidades de dinero que van desde 1 lempira, sí, 1 lempira, hasta casi medio millón de lempiras.
En uno de los casinos visitados en la capital se identificó el trato diferenciado que reciben algunos clientes por parte de la administración, pues les otorgan desde tragos de botellas importadas hasta platillos de diferentes restaurantes, todo de “forma gratuita”, aunque realmente es un monto que esas personas ya pagaron o estaban a punto de hacerlo en su azar.
Por su parte, las noches de póker o “pokareadas” realizadas en casas particulares y bares exclusivos mostraron lo pomposos que pueden ser algunos ludópatas por sentir esos milisegundos de placer, donde el dinero parece no importarles, aunque sean parte de un grupo de personas de clase social media-baja.
- “¿Suelen venir seguido?”, preguntó el periodista a uno de los jugadores.
- “Todas las semanas la armamos”, respondió el hombre mientras fumaba un cigarrillo rojo en apenas cuatro jalones.
- “¿De cuánto ha sido su mayor pérdida?”, preguntó el periodista, a lo que el individuo omitió la pregunta refiriéndose a la pérdida de otros jugadores ‘rigiosos’ que “suelen pedir prestado y hasta empeñar su celular para tratar de recuperarse”.
- “Esta onda es seria, hay que saber controlarla porque sino uno queda hecho paste”, dijo mientras intentaba leer los gestos del periodista para adivinar su mano.
El jugador inició su mano con una apuesta de 1,300 lempiras solamente para ver el ‘flop’, es decir, las primeras tres de las cinco cartas que se colocan sobre la mesa en una jugada de póker, a lo que el periodista prefirió retirarse, mientras los demás igualaron y aumentaron la apuesta, una especie de la ley del más fuerte, arriesgado o “inteligente”.
Según los expertos, el ludópata suele argumentar su adicción diciendo que “no le hace daño a nadie y al final es su dinero”, pero la realidad es que con su actuar dañan el entorno familiar, desde su ausencia en fechas especiales, hasta la crisis que puede provocar al gastar dinero que ya estaba destinado en su hogar.
El sociólogo Pablo Carías reconoció que la problemática ha sido normalizada por la sociedad y muchos tienen falsas creencias de la suerte, pues pretenden encontrar la solución de sus problemas económicos a través de ella. “Hay una cantidad impresionante que es adicta a estos juegos, hay quienes dejan de comprar comida por las apuestas y esto se da tanto en los pueblos como en las ciudades”, expresó.
A su criterio, las personas de bajos recursos son las más afectadas y en estas apuestas se evidencia cómo la población drena su pequeño presupuesto, por lo que no es una simple actividad recreativa, sino una acción que tiene consecuencias para todos los sectores.
Países como España han implementado la autoexclusión para enfrentar este problema de salud pública, es decir, que un ludópata puede solicitar de manera voluntaria que no se le permita ingresar a una sala de juego cada que lo busque, una medida drástica que podría tener buenos resultados en Honduras.
Impacto y apuestas en línea
Según el estudio “Ludopatía: Características de la población que asiste a la salas de juego en Tegucigalpa”, realizado por la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) en 2010, basado en una muestra de 348 personas de un universo de 50 mil personas fanáticas de las apuestas, los jugadores patológicos fueron la mayoría, con 155 (40%).
Le siguen los jugadores sociales, de los cuales identificaron 143 (37%), y los jugadores problemáticos, con 86 reportes (22%).
También se encontró que el viernes 128 (33%) y sábado 152 (40%) fueron los días cuando más jugaban entre una y cuatro horas.
Por otro lado, se identificó que algunos jugadores también consumían cigarrillos, en 245 casos (64%); bebidas alcohólicas, 267 admitieron (70%); marihuana, en 11 jugadores (3%); y cocaína, con 6 reportes (2%).
”Todo lo que es la industria de juegos es importante para los gobiernos, pues generan aproximadamente entre 800 y mil millones de lempiras al año, según el presupuesto del Patronato Nacional de la Infancia (PANI). Las electrónicas han de ser tres o cuatro veces más de eso ya que es un negocio muy bien establecido”, explicó el economista Martín Barahona.
Nada lejos de la realidad, pues las apuestas en línea también han tenido su auge y países como Perú y Colombia han tenido que tomar acciones para regular su funcionamiento y permitirlas bajo ciertas condiciones. De acuerdo con datos de Americas Market Intelligence (AMI), Colombia tiene el mayor mercado de apuestas en línea de toda América Latina.
Barahona, expresidente del Colegio de Economistas, reconoció que la ludopatía afecta a nivel microeconómico, es decir a las familias, porque el adicto arriesga su patrimonio sin importarle las consecuencias. “Hay personas que han apostado casas, propiedades y lo han perdido todo”, mencionó luego de explicar que también hay casos de clandestinidad, por lo que es imposible medir la situación en el país.
La falta de estudios y registros de esta adicción han minimizado la enfermedad, la cual está por debajo de un perverso negocio millonario que simula ser un monstruo invisible que arrastra a quien se atreva a cruzar los límites. Lo triste es que muchos son incrédulos a la magnitud de problemas que provoca que un pasatiempo se convierta en adicción, así como pocos de los afectados tienen la valentía de reconocerlo.
Mientras tanto, una cifra indeterminada de personas están atrapadas en su telaraña de adicción presionando botones y moviendo palancas sin cesar, esperando solucionar sus problemas económicos con la fortuna de una partida que nunca llegará.
¿Cómo identificar a un ludópata?
De acuerdo a los expertos, como todas las enfermedades, los síntomas de los ludópatas suelen empeorar si no se tratan. Algunos de los principales son:
- Estar angustiado por apostar a tal punto que planifica actividades con frecuencia
- Necesidad de apostar cantidades cada vez mayores de dinero para sentir la misma emoción
- Fracaso al intentar controlar o abandonar las apuestas
- Se irrita fácilmente, a veces es grosero de forma verbal o física
- Se vuelve mentiroso, falta a gastos destinados por las apuestas
- Cambios de humor repentinos
- Pérdida de relaciones interpersonales
¿Dónde recibir ayuda si soy ludópata en Honduras?
La doctora Ordóñez reconoció que el paciente psicológico en Honduras es muy sumiso, por lo que le motivó crear un grupo para atender a pacientes que sufren de cualquier tipo de adicción, entre ellas la ludopatía, de forma gratuita los sábados a las 4:00 pm en el Hospital La Policlínica. Si usted padece de esta afección puede comunicarse con ella al 504 3306-1415.
Por otro lado, los Grupos de Psicoterapia de la Línea del Dr. Ayala son otra opción para que los ludópatas en Honduras puedan tratarse de forma virtual. Su fundador, Efraín Argueta, reveló a este rotativo que recogen casos de varias zonas del territorio nacional y se les brinda el tratamiento adecuado para erradicar esta enfermedad. Para unirse al grupo puede abocarse al 504 9982-8495.
EL HERALDO Plus también se contactó con Said Ulloa, fundador del grupo Jugadores Anónimos de Honduras, un proyecto que se pretende llevar a cabo en las principales ciudades del país, pero que necesita ayuda para consolidarse y llevarlo a flote.
“No encontramos apoyo y hemos quedado solo con buenas intenciones, no tenemos nada consolidado. Se necesita voluntariado para establecer un lugar para las reuniones y la logística. De momento estamos “stand by” esperando surja alguna cooperación tanto del gobierno o de cualquier organización no gubernamental”, finalizó.