Sin miedo a morir: comisario Cristian Nolasco patrulla en Black Mamba y a pie
Pese a que se menciona que su cabeza tiene precio, el comisario policial Cristian Nolasco sale a las calles de Catacamas y encabeza operativos para buscar a los criminales. “Ese es el trabajo de un policía”, afirma.
- 06 de diciembre de 2024 a las 15:54
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Catacamas, Olancho.- Son las 7:00 de la mañana en la jefatura municipal de Catacamas, Olancho; el movimiento está fuera de lo normal, hombres y mujeres con uniformes policiales entran y salen, saludan de forma respetuosa, se suben y bajan de las patrullas.
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Un equipo de EL HERALDO Plus espera afuera al comisario Cristian Nolasco, quien semanas atrás se enfrentó a un grupo armado en el barrio Santa Cruz de ese municipio y, desde entonces, corre la amenaza que su cabeza tiene precio.
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En 2023 Catacamas fue el tercer municipio del país más peligroso —después de San Pedro Sula y el Distrito Central— con 81 homicidios, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH).
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La mañana es fresca, el sol apenas se asoma entre las ramas de los árboles y un escuadrón de la Dirección Nacional de las Fuerzas Especiales (DNFE) entra como pelotón: visten su uniforme negro, llevan sus armas largas de reglamento, algunos cascos protectores y chaleco antibalas.
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Dos automóviles de la Unidad de Vehículos Tácticos Blindados, más conocidas como Black Mamba, encienden sus motores, las luces rojas y azules de las sirenas policías comienzan a brillar y el escuadrón de las Fuerzas Especiales se forma para recibir instrucciones.
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Tres agentes se cuadran a la salida de la estación, los Black Mamba se estacionan en posición de salida, pues en uno de ellos patrullará el comisario Nolasco, a donde el deber lo llame.
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“Buenos días, ¿cómo están?”, saluda de forma amable al equipo de EL HERALDO Plus el comisario, quien viste su uniforme de reglamento bien corregido, con un chaleco antibalas, bien identificado con las insignias de la Policía Nacional, lentes oscuros y sus armas asignadas.
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“Desde las 4:00 de la mañana estoy dando informe a mis superiores de lo que estamos haciendo, mire”, expresa el oficial mostrando el celular, quien a simple vista demuestra ser una persona social, comprometida con su trabajo y dispuesta a “servir y proteger”.
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De pronto un ciudadano llega preocupado directamente donde él, le dice que tiene un problema con una infracción que le aplicaron, Nolasco le revisa la documentación y lo envía a la oficina encargada para que lo atiendan.
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Los equipos de las Fuerzas Especiales están atentos a sus movimientos, los agentes preventivos se suben a las patrullas y se alistan para irse al campo de fútbol de la colonia El Hatillo, donde dan parte y se encomiendan a Dios.
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Debido a la crisis que se vive en Olancho, el jefe de la Dirección Nacional Policial Antidrogas (DNPA), el comisionado Baudilio Martínez, está supervisando las operaciones, y desde temprano llega a sumarse a las labores.
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El alto oficial, de porte serio, habla con algunos de sus agentes y luego se acerca Nolasco, levanta su mano a la altura de la frente, le hace el saludo policial y comienzan a platicar con voz suave para que no los escuchen.
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Nolasco regresa e informa que no pueden dar mucha información sobre las investigaciones de los hombres armados que interceptaron en la iglesia San Francisco de Asís, porque indagan bajo la misión “vencer o morir”.
Se encomiendan a Dios
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Faltaban minutos para las 8:00 de la mañana, Nolasco se subió a la Black Mamba, atrás iba el otro vehículo blindado, una patrulla y comienzan las misiones para enfrentar al crimen ese día.
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El equipo de EL HERALDO Plus llegó antes de las 6:00 de la mañana a Catacamas, comprobando que desde la entrada a esta ciudad se ubican retenes donde detienen a la mayoría de vehículos, revisan documentación y si portan o no armas.
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Nolasco dio parte al comisionado Martínez de más de 170 agentes policiales de todas las unidades, que se han sumado a las operaciones Vencer o Morir, Catacamas Segura y Navidad Segura.
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Todos los agentes se hincaron haciendo reverencia a Dios, mientras un pastor oraba por ellos. “El peligro acecha siempre, Señor, porque Satanás está allí, acechando a aquellos que quieren buscar de ti, guárdales a cada uno de ellos y bendícelos, Señor”, rogaba el religioso.
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Antes de salir a patrullar, Nolasco recalca a los 170 hombres y mujeres la siguiente frase: “El que tiene miedo a morir mejor no hubiera nacido, y nosotros estamos encargados de ofrendar la vida para brindar un buen servicio policial”.
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Comparó que un doctor salva vidas, pero si se muere el paciente solo informa lo que sucedió y no lleva el riesgo de morir en su trabajo, pero el Policía, aparte de que salvan vidas, también deben arriesgar la propia, porque les pagan por “servir y proteger”.
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“Cuando anden en la calle”, le dijo Nolasco a sus subalternos, “saluden con respeto al ciudadano, sean cortés, brinden apoyo al que lo necesite, y si los niños se les acercan a saludar, no los rechacen, denle la mano o el puño”.
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El comisionado Martínez, por su lado, les dijo que no es posible que un pequeño grupo de delincuentes quieran mantener la zozobra, sobrepasar la autoridad y menospreciar las capacidades de la autoridad. “Los buenos somos más”.
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Los agentes comenzaron a salir a pie desde el campo de la colonia El Hatillo, recorriendo las calles y callejones de Catacamas. “¡Qué el Señor los bendiga a cada uno de ustedes!”, le gritó una señora, respondiéndole Nolasco: “¡Los buenos somos más!”.
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En el bulevar de Catacamas detuvieron a varios vehículos, un señor en una Hilux casi nueva sacó su permiso de conducir y la revisión de su carro y luego la mostró; “gracias a Dios todo lo andamos bien”, dijo a Nolasco.
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El comisario le expresó que los buenos siempre dicen que agradecen la protección policial, mientras que los malos, aquellos que no andan con licencia o legal, son los que dicen que los molestan, al tiempo que comprobó por radio que el señor no tenía problemas y lo dejaron seguir.
¿Se sienten más seguros?
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La presencia de agentes policiales genera curiosidad en algunos ciudadanos, preocupación en los que no andan legal y seguridad en la mayor parte, algunos se detienen a dialogar con el comisario, quien demuestra ser abierto a conversar con la gente.
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Desde un carro que iba en marcha un niños asomó su rostro a la ventana, sacó la mano y muy alegre gritó “¡adiós, policías!”, y Nolasco respondió con un “adiós” al pequeño, haciendo el mismo gesto a medida avanzaban en las saturaciones.
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Los policías recorrieron mercados y estaciones de buses, detuvieron carros y revisaron permisos de portación de armas, “el pueblo de Catacamas los facilita, y como un hombre honrado me siento contento que anden custodiando el pueblo”, le expresó el señor Lincoln Paguada.
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En los operativos se detuvieron a personas que andaban sin permiso de circulación, otros que transportaban menores de edad sin casco en motocicleta y se revisaban vehículos y personas para verificar la portación de armas.
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¿Son de EL HERALDO de Tegucigalpa?, le preguntaron al equipo de periodistas algunos policías y personas, quienes al confirmarles que sí, dijeron que estaba bueno, porque en Catacamas hay mucho temor de hablar de los grupos de narcotráfico y de lo ocurrido con la familia Amador.
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Una jovencita que trabaja albañilería, mientras reparaba una tumba en el cementerio de Catacamas, fue ayudada por Nolasco, llevando una carretera con dos bolsas de cemento hasta el sitio donde hacían la mezcla.
En la iglesia
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En el barrio Santa Cruz, donde Nolasco interceptó al grupo armado ante el temor de registrarse un enfrentamiento entre grupos opuestos, permanecen retenes y agentes policiales prestando seguridad.
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La iglesia Católica San Francisco de Asís desde temprano está abierta, mientras los agentes realizan operativos y dan seguridad, “los días transcurren de manera normal, cumpliendo siempre con mis responsabilidades administrativas y operativas”, dijo Nolasco.
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Periodistas y comunicadores locales de Catacamas se acercaron a los jefes policiales para entrevistar sobre las operaciones. En las últimas dos semanas no se han registrado homicidios, recalcaron los oficiales.
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Nolasco afirmó que no tiene miedo, aunque se diga que su cabeza tiene precio; él sigue al frente de los operativos para aplicar la ley de forma diaria, porque ese es el trabajo del policía.
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Consideró que la amenaza de grupos interesados en que desaparezca de Catacamas sigue allí, pero como elemento de seguridad debe proteger a la población, además de confiar en que está acuerpado por agentes leales.
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Además, le asignaron una Back Mamba, en la cual no tiene problemas para trasladarse a cualquier punto, “siempre con humildad aceptando los beneficios o las recomendaciones que da el alto mando de la Policía para poder ir alineado en el marco legal”, expresó.
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Después de patrullar a pie durante la mañana por los barrios y zonas comerciales de Catacamas, Nolasco llegó hasta la entrada del municipio, donde los agentes policiales realizaban los operativos.
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Con las Black Mamba en los costados y los equipos de todas las unidades policiales, le mandaba un mensaje a los criminales, de que están en la zona y que van a seguir buscando a los implicados en el hecho frente a la iglesia y a los que anden de forma ilegal, porque cuentan con el apoyo del Ministerio Público (MP) y del alto mando policial.
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En el retén de la entrada apareció un ciudadano armado, Nolasco le solicitó que le enseñara el arma, la revisó con cuidado, le quitó el cargador, las balas, le pidió el permiso de portación, el ciudadano le enseñó la constancia que le dieron porque su permiso es digital y le verificó la serie, comprobando que andaba legal.
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“Usted anda bien, no anda ningún problema, lo importante es que si anda armado y nosotros le pedimos un registro, le chequeamos la documentación, lo revisamos en el sistema y si no hay problemas siguen su marcha, sino se la decomisamos”, le expresó Nolasco.
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Por la tarde y noche continuaron los operativos, pero Nolasco solo dio las instrucciones de seguir con la operación Vencer o Morir y Catacamas Segura, ya que él tenía que resolver asuntos administrativos y conversar con personas de otros municipios de Olancho que ofrecen terrenos para la construcción de postas policiales.