Su pelo está recogido con un moño alto que permite que luzca unas grandes argollas, que una vez fueron doradas.
Es trigueña, su piel está maltratada producto del contacto directo de los rayos del sol, especialmente en horas pico.
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Camina unos tenis algo desgastados, no usa calcetines y sus piernas son cortas y un poco sucias.
Tania (nombre ficticio) apenas tiene 13 años, trabaja en el semáforo de una de las colonias más populosas limpiando vidrios, a la merced de adultos, algunos pedófilos.
La Unidad Investigativa de EL HERALDO siguió los pasos de niñas con indicios de ser víctimas de trata infantil.
La información de este caso es corroborada con una investigación en curso del Ministerio Público (MP) en las mismas zonas.
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Investigación
Trabajan limpiando vidrios pero se visten provocativas, incluso la ropa que llevan no es la misma que traen de sus casas, se la cambian al llegar.Pasan sus horas sobre el capó de los vehículos, con un bote con agua en una mano y en la otra un limpiavidrios.
Son varias, también hay adultos; hombres y mujeres, no son familia, vienen de colonias diferentes de la capital, según conoció este rotativo de fuentes con información del caso.
Tienen un horario establecido, llegan a las 10:00 a.m., almuerzan entre la 1:00 p.m. y 2:00 p.m. y se retiran a sus casas antes de las 5:00 p.m., algunas realizan algunas horas extras.
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No parecen estar amenazadas por nadie, el dinero que ganan va para sus bolsillos y nadie se los quita de las manos.
Se llevan muy bien, soportan piropos y propuestas indecentes, comen juntas, ríen a carcajadas y se cuidan las espaldas en todo momento.
La Unidad Investigativa de EL HERALDO increpó a una de las niñas del semáforo para seguir un hilo en su vida. En la historia se llamará Tania.
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Acercarse a las niñas es un proceso complicado, no se quedan en un solo punto en ningún momento; los adultos las observan, los peatones y conductores igual.
-Vení, te quiero preguntar una cosita, me voy a estacionar a la vueltecita.
-Sí.
La cipota corrió hasta el carro, no llegó sola, iba con otra niña, incluso más pequeña.
-¿Vos aparte de limpiar vidrios te subís a carros?
-No, soy una niña.
-Y si te pido que vayamos a dar una vuelta.
-Mmmm, tengo que pedir permiso.
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En su inocencia la otra niña que no pasaba de los diez años dijo que ella sí quería ir, pero sus palabras se ignoraron, para seguir conversando con la otra.
-Vamos, solo nosotros.
-No sé, no soy puta.
-¿Quiénes se suben a los carros?
-Varias, mi hermana sí va.
-¿Cuántos años tiene?
-17, pero no vino hoy, si quiere le digo que venga mañana.
La conversación fue breve, la niña en todo momento entendió que se le buscó para tener sexo, pero no accedió.
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Al día siguiente se volvió a conversar con Tania, esta vez habían más, algunas con bebés en brazos, pero no había certeza de cuál de ellas era su hermana.
Esta vez, como si fuera un imán, la niña reconoció el vehículo desde que se acercó al semáforo e inmediatamente le dio parte a las niñas y adultos.
-¿Y tu hermana?
-Ahí está, ve.
-Hablale, ¿le dijiste, va?
-Sí, ya vengo.
Otra jovencita llegó, no se veía tan pequeña como Tania, su color de piel y rasgos no dejaron dudas de que eran hermanas, pero no parecía una niña, aunque su voz confundía.
Acudió acompañada de otras pequeñas entre 10 y 14 años que daban vuelta alrededor del carro y pedían dinero.
-Hola.
-Sí, dígame.
-¿Cuántos años tenés?
-¿Por qué?
-Te dijo tu hermana que andamos buscando una niña.
-Ustedes son dos, ni loca me subo.
-¿Por qué?
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-¿Por qué les gustan niñas? Quieren hacer lo que ustedes quieran, ¿verdad?, mejor una mujer, niñas es peligroso.
-Bueno si vos no querés, ayudanos a conseguir una.
-No me ocupan, hay un montón de semáforos.
-Sí, pero no sabemos.
-Ja, ja, ja, ja, ja.
-Te vamos a pagar a vos.
-Se las puedo conseguir, 500 lempiras, yo no las ofrezco, pero sé que eso cobran.
-¿Ahorita no hay?
-Vienen unas semanas aquí y después en San Pedro, son tres cipotas, hacen el plante que limpian vidrios, pero no.
-¿Y para contactarlas?
-Yo podría, pero depende de ellas si se quieren venir.
-¿Y vos, pue?
-No, yo ya estoy grande.
-¿Cuánto cobrás?
-500 también.
-¿Y cómo te contactamos?
-Apunte, 95... (se omite el número)
En la conversación se notó la desconfianza de la jovencita e incluso mencionó que le daba miedo por las autoridades porque vender niñas era delito y podía terminar presa.
Se trató de ganar confianza por celular, se le ofreció dinero. La jovencita explicó que no dependía de ella, que si hubiéramos llegado una semana antes, habría habido tres niñas dispuestas a tener sexo por dinero, pero que por ahora están en San Pedro Sula limpiando los vidrios de vehículos. +: Axel López se victimiza sobre los hospitales móviles: 'Están cometiendo un error'