Los Ángeles, Estados Unidos
Aprovechando el liderazgo entre las actrices latinas, Salma Hayek se ha vuelto una verdadera revolucionaria en Hollywood, tratando de lograr la igualdad entre el hombre y la mujer en el mundo del cine. Y en una abierta charla organizada por la Fundación Kering en Francia, se sentó a hablar de las difíciles batallas que está tratando de librar.
Desde que Patricia Arquette recibió el Oscar haciendo pública su queja sobre la diferencia entre el hombre y la mujer en Hollywood, también saliste a hablar abiertamente del tema. ¿Cómo fue que te sumaste al debate? Supongo que ocupo un lugar donde diseñamos la normalidad. Y yo llegué a Estados Unidos en un momento donde las mujeres no eran escuchadas ni nos tomaban en cuenta. Éramos solo tres o cuatro personajes inventados en la industria del cine, por hombres, que solo cambiaban el look. Pero era solo eso.
¿Típicos estereotipos?
Sí. Un estereotipo con el que estábamos contentas, nos conformaba esa nueva normalidad, porque si te fijas en las viejas épocas, cuando la actuación recién había empezado, las mujeres ni siquiera podían trabajar en este mundo. Los personajes femeninos incluso eran interpretados por hombres. Y de a poco, las mujeres fuimos metiéndonos. Siglos atrás, cuando llegué a Estados Unidos, porque soy así de vieja (risas), solamente había un 1% o menos mujeres que podían ser protagonistas en cine. Y digo un 1% porque creo que solo estaban Julia Roberts, Sandra Bullock y Meg Ryan. Nadie más. Y si te fijas bien, no hace demasiado tiempo, aunque yo lo tome con humor, no fue hace tanto. Cuando Demi Moore empezó a ganar fortunas, fue una noticia tremenda. ¡Una mujer cobraba bien en Hollywood! Salió en todos los diarios del mundo. Y celebramos que una o dos personas pudieran tener la responsabilidad de protagonizar en cine.
¿No vas a incluirte en esa lista?
Y yo... Imagínate. Yo era mujer y mexicana. Soy la primera mujer mexicana desde 1930 que consiguió un poco más en el cine.
¿1930?
Te voy a contar algo muy triste. Antes de 1930, el cine era mudo. Y no sabían que Dolores del Río era mexicana, porque el cine era mudo. Al minuto que la escucharon hablar, se la sacaron de encima. Y ella era una estrella enorme. Esto es verdad, es verdad. Y para mí, ser mujer y mexicana fue muy duro. No era con mala intención, pero era lo normal, por pura ignorancia. Hay muchos tabúes en todo, no solo en la religión. Hay quienes dicen que a nadie le importa ver mujeres en el cine, que no les va bien en las recaudaciones. Veinte años después, siguen insistiendo con esa regla. Y yo lo sufrí más por ser mexicana. Siempre me pareció mal, pero tampoco me sentí intimidada aunque me miraran de arriba. Me enojaba, pero también me emocionaba porque sabía que podía ser parte de la solución.
¿Cómo?
Creando oportunidades para otras actrices. Sabía que la lucha iba a ser terrible, pero todas las mujeres, por dentro, tenemos el ADN para ser guerreras tan fuertes como cualquier hombre. A lo mejor ellos tienen los músculos, pero nosotras tenemos la fuerza espiritual y la paciencia para no bajar los brazos. A lo mejor es lo que hizo que el hombre insistiera que nosotras perdamos nuestra confianza, hasta que todos lo tomaron como algo normal.
¿Te gustaría que hubiera muchas más películas que cuenten las historias y los dramas reales de la mujer actual?
Estamos muy lejos de algo así. El problema es muy complejo porque nosotras no hablamos sobre nosotras. Faltan mujeres directoras, guionistas y productoras femeninas. Es una gran parte del problema, porque muchas veces para comer tienen que hacer la película que creen que va a vender, especialmente en Hollywood.
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