Penny Junor, autora de la biografía de Diana de Gales, revela en su libro, La duquesa: la historia no contada, varios detalles y acontecimientos que marcaron el fracaso de este matrimonio y la aparente felicidad entre Diana y Carlos.
La princesa Diana y el príncipe Carlos de Gales se casaron cinco meses después de haberse conocido, el 29 de julio de 1981, con una marcada diferencia de edad de 13 años, él tenía 32 años y ella 19.
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El día de la boda, el príncipe Carlos usó unas mancuernillas que le regaló su ex, es decir, Camilla Parker Bowles, acción que puso celosa y molesta a Diana.
Pero el desencanto continuó su curso tras la ceremonia nupcial cuando los novios partieron en un crucero a bordo del Yate Real Britannia. La escritora narra que “Diana no era lectora y se ofendía por que él prefería hundir la cabeza en un libro en vez de sentarse y hablar con ella. Odiaba sus malditos libros”.
Según el escrito ambos tenían expectativas distintas de la luna de miel, Carlos se había mentalizado para tener una luna de miel, que incluyera sol, sesiones de natación, lectura, pintura y tiempo para escribir cartas de agradecimiento.
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“Él llevó sus acuarelas, algunos lienzos y una pila de libros de Laurens van der Post, que, esperaba, pudiera compartir con Diana, para discutirlos por las tardes. Pero fue un desastre y sólo sirvió para demostrar que tenían muy poco en común”.
Diana y Carlos no compartían gustos en común, mientras el disfrutaba pintar 'Diana estaba resentida con él por sentarse horas ante el caballete… Un día, cuando él estaba sentado en la cubierta pintando, se levantó a ver algo y se tardó media hora. Cuando regresó descubrió que ella había destruido todo'.
La escritora deja claro en el escrito que no solo se trataba de no tener cosas en común sino también de una grave falta de comunicación, pues 'aunque estaba más que claro que Diana se sentía infeliz durante toda la luna de miel, Carlos no entendió el origen de esa infelicidad'.
Eso ocurrió en la primera parte de la luna de miel, la segunda parte ocurrió en el Castillo de Balmoral, cuando Diana comenzó a ocultar su infelicidad, en Escocia, donde dijo a los medios de comunicación que hasta el momento todo había sido maravilloso.
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Ocultando la realidad “odiaba el campo, la pasión de la familia de él por los caballos y los perros, la lluvia que caía sin cesar y sentía que su esposo evitaba cualquier contacto íntimo con ella”.
Y Carlos, en vez de buscar la manera de hacerla feliz, no supo cómo manejar la situación y se alejó, dejando los problemas de Diana en manos de otros”.
Después de cuatro años de casados, la pareja ya tenía serios problemas en su matrimonio que iniciaron el mismo día de la boda.