Castillo falleció a la edad de 57 años el 2 de enero de 2008, y es ahora, a trece años de su muerte, que la herencia del autor saldrá de los archivos para dar luz a la literatura actual con obra inédita y reediciones de publicaciones que han dejado huella en la memoria cultural de nuestro país.
Las editoriales Universitaria de la UNAH y Mimalapalabra se han embarcado en un proyecto grande y a largo plazo para sacar del confinamiento las letras de Castillo, que antes y ahora merecen ser leídas, para darle al menos un poco de claridad a la oscuridad en la que está sumida este país.
El inicio
La familia de Castillo le proporcionó a la Editorial Universitaria de la UNAH los textos inéditos del escritor para revisión y posible publicación.El ente inicialmente había proyectado reeditar la novela “La guerra mortal de los sentidos”, es ahí que Giovanni Rodríguez, director de Mimalapalabra, se involucra en la preparación de esta nueva edición, lo que los llevó a plantearse el objetivo de revisar, seleccionar, editar y publicar los libros inéditos de Castillo. “Una tarea enorme”, dice Rodríguez.
“A la literatura nacional siempre le harán falta escritores de la talla de Roberto Castillo, capaz de saltar sobre la mediocridad del medio y de producir una obra inusual y, por supuesto, sin fecha de caducidad”. |
La nueva edición de “La guerra mortal de los sentidos” ya está lista desde 2020, “sin embargo, la situación en que nos tiene sumidos la mala administración de este gobierno ante la crisis sanitaria ha desmejorado el exiguo apoyo a la educación y la cultura, que para los sátrapas y políticos de nuestro país nunca ha sido una prioridad, por lo tanto, la fecha de publicación seguirá esperando como esperamos los hospitales móviles”, expresa el editor de la Editorial Universitaria, Carlos Ordóñez.
Cuento, novela y ensayo
A Castillo la muerte lo sorprendió con grandes proyectos inconclusos.Cuenta Rodríguez que “Roberto Castillo, en su última etapa, se embarcó en un proyecto complejo en el que indagó de forma asombrosamente minuciosa en lo que llamó ‘la escritura del sueño’”.
Este texto comprende una trilogía que será publicada por la Editorial Universitaria de la UNAH. Según Ordóñez, está escrita “en clave aforística, memorialística, ensayística”.
Rodríguez detalla que en estos escritos hay una registro pormenorizado, en forma de diario, de los sueños del autor. Esta trilogía “alterna esa ‘escritura onírica’ con apuntes autobiográficos que resultarán muy reveladores para comprender la naturaleza del proceso de escritura de Castillo”.
“La escritura del sueño”, “La escritura de la vigilia” y “La escritura de lo breve” son los títulos de esta trilogía.
Por otra lado, Rodríguez adelantó que Mimalapalabra publicará algunas novelas en las que también los sueños aparecen “como una obsesión del autor. Se trata de historias conformadas en un alto porcentaje por sueños que Castillo logró hilvanar de tal manera que juntos constituyeran una trama novelesca”.
Además, hay una gran cantidad de cuentos y un libro de ensayos.
Giovanni Rodríguez comentó que estos textos inéditos tienen hasta tres versiones, “por lo que la tarea, que implica clarificar el panorama y definir qué es publicable y qué no, debe ejecutarse, más allá de nuestro entusiasmo, con toda la calma y la paciencia posibles”.
En una entrevista publicada en 2004, titulada “Roberto Castillo: un cazador de nostalgias” y firmada por la escritora salvadoreña Jacinta Escudos, Roberto Castillo habla sobre “La guerra mortal de los sentidos” y “El corneta”, que la construcción narrativa de estas obras está hecha “con elementos procedentes de la Honduras marcada por sus atavismos y llena de costras coloniales, una cultura donde predomina lo rural y el cacicazgo lo da todo de sí en cuanto a delimitar los patrones de convivencia y las estructuras de poder”, pero agrega en su respuesta, que en ese momento —en 2004— estaba en una etapa completamente diferente, “mi atención se vuelca hacia las posibilidades de la ciudad hondureña y centroamericana, a los surtideros de formas imaginativas que se despliegan por la estética de los sueños, los lenguajes no suficientemente descubiertos ni mucho menos asimilados y ciertas instituciones que se desmoronan en el acto de nacer. Por aquí correrá el río de mi nueva novela”.
Una novela que finalmente no vio publicada, y que constituye parte de este proyecto del que estamos escribiendo.
Un escritor trascendental
¿Por qué hablar de Roberto Castillo es hablar de un autor grande?La respuesta inmediata la tienen nuestros dos entrevistados y, con gran probabilidad, si le pregunta a alguien que se diga conocedor de la literatura de Honduras, coincidirá con ellos.
Para Carlos Ordóñez, Roberto Castillo “es uno de esos milagros de la imaginación, de esos que nacen cada vez que pasa un cometa. Ahora que conozco su obra inédita, puedo decir que ningún escritor ha sido en nuestro país tan prolífico, tan profundo en su pensamiento estético.
Su narrativa es poética, su poética es filosófica, su filosofía es materia hecha de tiempo, perdurable, insondable, abisal, podría multiplicar adjetivos, todos de admiración, de regocijo por un escritor que merece más lectores, que merece más atención, que merece nuestra escucha, porque es voz, luz y señal viva ante el enmudecimiento, la oscuridad y la muerte que son el pan de cada día en este país destruido por los miserables traficantes del dolor”.
En palabras de Giovanni Rodríguez, Castillo “no sólo era buenísimo como escritor sino también como pensador. Tenía una formación sólida en filosofía y en literatura, y con su talento fue capaz de hacer confluir esas dos áreas en una obra narrativa que, sin empeñarse en afanes sociológicos y sin ceder a la autocensura, apelando principalmente a la necesidad de lograr una obra artística, dio en el blanco de esa llamada ‘identidad nacional’, tan manoseada por otros.
Fue un intelectual en toda la dimensión de esa palabra y supo ver exactamente, a través de la ficción, la composición de eso que podríamos llamar ‘la idiosincrasia del hondureño’. Eso, definitivamente, lo hace un autor valioso para nuestra literatura nacional y centroamericana”.
“La obra de Roberto Castillo es brillante, compleja, de una lucidez y una factura impecable (...) Ningún escritor ha sido en nuestro país tan prolífico, tan profundo en su pensamiento estético”. |
Publicar un libro en Honduras, ya puestos en la tarea, es una lucha contracorriente. Y esto se dirá hasta el cansancio, pero se dirá siempre porque así es: publicar en Honduras es luchar contra la falta de recursos, contra la ignorancia, contra la corrupción de un sistema que cuando ya ha agotado hasta los más exánimes recursos lo primero que recorta son los presupuestos para cultura y educación (y de paso la salud).
Es por ello que este proyecto es trascendental, igual que el autor, porque, en palabras de Ordóñez: “Se trata de cumplir con el encargo de restituir las voces de la belleza y la inteligencia, del pensamiento crítico, de la razón poética, es decir, luchar contra los molinos de viento de la ignorancia, resistir frente a la escatología de los discursos de la mentira institucionalizada, poner la palabra en la órbita de la cual ha sido tantas veces expulsada por la degradación moral de una sociedad indiferente, mediocre, corrupta, narcotizada por la sumisión, por el miedo.
La aparición de un libro en un país que no existe, que no es país, sino un narcoestado, es la prueba de que la poesía (o llámele arte, belleza, no importa la denominación ni las clasificaciones) en cualquiera de sus manifestaciones materiales es, como decía Luis Cardoza y Aragón, la única prueba de que existimos”.
Una herencia compartida
Roberto Castillo había donado su biblioteca a la UNAH. Para 2013, la institución inauguró, ya muerto el autor, la Colección Roberto Castillo Iraheta, como parte de la Colección Hondureña de su sistema bibliotecario.Pero ahora es su familia la que entregó a la Editorial Universitaria de la UNAH sus archivos que contienen esta importante obra inédita, cuyo trabajo de revisión comparten ambas editoriales.
Al respecto, José Luis Barón, representante de los herederos de Castillo, dijo que esta es una gran alegría para la familia.
“La pérdida de alguien tan especial como don Roberto fue una experiencia dura para la familia, pero con el tiempo hemos retomado la alegría de su memoria y estamos manos a la obra para cumplir con sus lectores”.
Barón recuerda al escritor como una persona muy seria y dedicada a su trabajo, “cuentos y novelas provienen de sus propias vivencias e impresiones.
Haber nacido en el occidente de Honduras llenó su imaginación de una cultura llena de narrativas locales, aventuras y descripciones detalladas de la vida de las personas, tradiciones y toda la riqueza del léxico de los departamentos alejados de las grandes ciudades.
Ese es el sustrato principal de su obra, el cual reproduce con un excelente sentido del humor”.
Nuestro entrevistado señala que han identificado diez obras que conforman el proyecto de publicación a largo plazo.
Roberto Castillo
Fue catedrático de Filosofía por más de dos décadas, además fue miembro fundador y director de la Editorial Guaymuras.Publicó novelas, cuentos y ensayos. Entre sus obras están las novelas “El corneta” (1981) y “La guerra mortal de los sentidos” (2002). Los libros de cuentos “Subida la cielo y otros cuentos” (1980), “Figuras de agradable demencia” (1985), “Traficante de ángeles” (1996), “La tinta del olvido” (2007). En ensayo publicó “Filosofía y pensamiento hondureño” (1992) y “Del siglo que se fue: ensayos” (2005).
Fue antologado por Alfaguara en “Los Centroamericanos” (2002), esta editorial también publicó una edición de su novela 'El corneta'.
Su cuento, “Anita, la cazadora de insectos”, fue llevado al cine por el director Hispano Durón en 2002.