Si le preguntan cuáles son los libros de autores internacionales más recomendados, puede ser que en la lista figuren obras de escritores de Suramérica, Norteamérica o Europa, ¿pero sabe usted qué libros hondureños no puede dejar de leer?
Para darnos una idea de la variedad de opciones, Vida consultó a cuatro reconocidos escritores hondureños, ellos son los narradores Eduardo Bähr y Julio Escoto, y los poetas Salvador Madrid y José Antonio Funes.
Y aquí cabe mencionar las palabras de Madrid que “sin duda hay más de diez libros emblemáticos en Honduras, dentro de todas las disciplinas”. Aunque una idea de lo que debería leer no viene mal, y menos cuando se trata de obras valiosas de nuestros autores hondureños, ya sea porque fueron fundacionales, por su valor histórico, por su construcción o por su temática. Nuestros entrevistados, dan un breve comentario del por qué estas obras deben ser leídas.
Es así que Escoto se inclinó por recomendar novela, poesía y cuento, además de libros de historia y teatro.
Bähr, por su parte, recomienda novela y poesía, además de obras para cuya elaboración se tuvo que realizar un amplio proceso de investigación.
El poeta Funes incluyó en su lista novela, poesía, ensayo y libros de historia.
Por otro lado, Madrid nos ofrece una serie de opciones en novela, cuento y poesía.
En algunas de las recomendaciones los autores coinciden, tal es el caso de la novela “Blanca Olmedo”, de Lucila Gamero, o el libro “Rey del albor, Madrugada”, de Julio Escoto, o “Un mundo para todos divido”, del poeta Roberto Sosa. Juan Ramón Molina figura en la lista con “Tierra, mares y cielos”, una recopilación hecha por Froylán Turcios.
“Prisión verde”, de Ramón Amaya Amador, es otro de los libros representativos y de lectura obligatoria, del que el escritor Armando García, dijo que “ha sido el libro más perseguido del país”.
Lo dejamos con una lista de 40 libros con la que usted podrá hacer una recopilación de sus favoritos.
Julio Escoto propone obras complejas, atrevidas y ambiciosas
1. Blanca Olmedo, Lucila Gamero de Medina. Por haber roto por primera vez en nuestra literatura los tabúes del machismo y la superstición religiosa.
2. Sombra, Arturo Martínez Galindo. Por ser el libro de cuentos que inaugura la modernidad hondureña en ese género.
3. Prisión verde, Ramón Amaya Amador. Por su altísimo valor documental y testimonial de una coyuntura social.
4. Tierra, mares y cielos, Juan Ramón Molina. Por ser la base principal de la poesía hondureña.
5. Jonás, Edilberto Cardona Bulnes. Por ser el poemario más atrevido y experimentalmente logrado de Honduras.
6. Un mundo para todos dividido, Roberto Sosa. Por su valor existencial, político y poético.
7. Visión del pasado maya, William Fash y Ricardo Agurcia. Por su valor investigativo y arqueológico en torno a la vida diaria de Copán.
8. Rey del albor, Madrugada, Julio Escoto. Por ser la novela de contenido más ambicioso y de técnica avanzada en Honduras.
9. De la patria del criollo a la patria compartida, Marco Carías. Por su vitalidad, complejidad y precisión al narrar la historia de Honduras.
10. Louvábagu, Rafael Murillo Selva. Por contener en lenguaje teatral la biografía de un pueblo constitutivo de las nacionalidades en Honduras.
José Antonio Funes: Una recomendación de obras fundacionales e históricas
1. Blanca Olmedo, Lucila Gamero de Medina. Es valiosa no solo por ser una buena novela, sino porque es la primera escrita por una mujer en Honduras. La autora fue la primera intelectual liberal en cuestionar los valores morales, sociales y políticos de su época.
2. Tierras, mares y cielos, Juan Ramón Molina. Ningún hondureño que ame la poesía debe ignorar esta formidable obra, que podría considerarse como fundacional en la poesía hondureña. El autor recoge la producción poética, en su mayoría romántica, hasta culminar con las mejores expresiones de la poesía modernista hondureña.
3. Tierras de pan llevar, Rafael Heliodoro Valle. Pocos relatos sobre Honduras, con una mezcla de mitos y de leyendas, suelen ser tan optimistas y llenos de pasajes bucólicos y coloridos como los que componen este libro.
4. Prisión verde, Ramón Amaya Amador. Libro clave para comprender la dura vida de los obreros sometidos a condiciones laborales degradantes por las compañías transnacionales del banano antes de la huelga de 1954.
5. Evolución histórica de la identidad nacional, Marvin Barahona. Demuestra que la identidad nacional no es un fenómeno histórico-cultural homogéneo ni estático, sino el producto de la suma de elementos sociales, raciales y culturales en constante dinamismo; el contraste entre lo local, lo nacional y lo universal.
6. Un mundo para todos dividido, Roberto Sosa. Ningún buen hondureño debe desconocer la poesía de Sosa, y menos este libro, que es uno de los más sólidos escritos en Honduras. En Sosa, el interés por el compromiso social no lo desvía de su responsabilidad de creador serio, sobrio y esmerado en su trabajo poético.
7. El árbol de los pañuelos, Julio Escoto. Esta obra es de una lectura imprescindible a la hora de abordar el tema de la identidad en la literatura hondureña. En la particularidad de sus personajes y sus conflictos se encierra también la universalidad del ser humano en su búsqueda de un mundo más libre, más tolerante y más justo.
8. Memorias, Froylán Turcios. Ningún hondureño debe dejar de leerlo, no solamente para conocer la extraordinaria vida de un gran escritor y un gran patriota, sino porque Turcios desde su propia experiencia y con una magnífica prosa nos da a conocer hechos históricos, políticos y culturales que contribuyeron decididamente a forjar nuestra nación.
9. Tiburcio Carías Andino: anatomía de una época, Mario Argueta. Un libro esencial para conocer más a fondo el ascenso, la consolidación y el ocaso en el poder de la dictadura más brutal de Honduras.
10. Conversaciones históricas con el mestizaje y su identidad nacional en Honduras, Darío Euraque. Cuestiona con argumentos sólidos los tópicos del mestizaje indohispano que el mismo Estado hondureño se ha encargado de imponer a través de una homogenización con el interés de acuñar una distorsionada identidad nacional.
Salvador Madrid: Una visión panorámica del cuento, la poesía y la novela hondureña
1. Tierras, mares y cielos, Juan Ramón Molina. Por su ímpetu y carácter lírico y por la aventura del experimento modernista más su personalísima huella como ser humano y poeta.
2. Un mundo para todos dividido, Roberto Sosa. Por su precisión en el manejo de recursos poéticos contemporáneos y por convocar al hombre para que reflexione sobre su condición.
3. Color de exilio, Nelson Merren. Por esa fuerza reveladora y vanguardista de una voz que proviene de una experiencia individual que se vuelve conmovedora, totalmente contemporánea y en diálogo con formas poéticas continentales como la antipoesía o la generación Beat.
4. Jonás, Edilberto Cardona Bulnes. Por ser el poema que combina las formas vanguardistas de la poesía con una tentativa épica, donde no solo importa nombrar al mundo, sino crear un universo poético.
5. El agua de la víspera, Antonio José Rivas. Por su destreza en las imágenes y en su tono evocativo, por combinar formas clásicas de la poesía con otras más modernas demostrando un exquisito dominio del lenguaje.
6. El arca, Óscar Acosta. Por la exploración de un formato narrativo como la minificción, con clara conciencia de los recursos y abrir el cuento hondureño a otras dimensiones más allá de aquellas tradicionales de universos localistas.
7. El cuento de la guerra, Eduardo Bärh. Porque sacudió el anquilosamiento de cierto canon narrativo e impuso miradas sarcásticas, experimentos verbales y puntos de vista narrativos totalmente innovadores.
8. La guerra mortal de los sentidos, Roberto Castillo. Porque es la suma de las búsquedas narrativas del autor, un maestro de la prosa, un innovador muy culto y de gran carácter que exigió de la literatura hondureña su evolución y del lector un ojo más atento sobre la nueva narrativa nacional.
9. Rey del albor, Madrugada, Julio Escoto. Por ese viaje a los laberintos de una historia que trata de escudriñar nuestro imaginario nacional, por ser un texto monumental que es de nuestros primeros aciertos narrativos en las últimas décadas del siglo XX.
10. Música del desierto, Dennis Arita. Por la construcción de un universo narrativo universal, lo que imprime a cada cuento no solo el gusto por la historia, sino su riqueza verbal y la creación de personajes que huyen del “héroe tradicional” y se vuelven entidades que sin caer en el simbolismo inducen a pensar en el mundo actual y sus relaciones.
Eduardo Bahr: Obras desde inicios del siglo XX hasta el XXI
1. Prisión verde, Ramón Amaya Amador. Refleja un mundo de explotación y anhelos colectivos mientras se escribe la historia de Honduras en la primera mitad del siglo XX.
2. Los brujos de Ilamatepeque, Ramón Amaya Amador. Narra la historia verídica de dos de los muchos campesinos que participaron en las batallas de Francisco Morazán en busca de la unidad de los pueblos centroamericanos, quienes al final fueron estigmatizados y sacrificados en nombre de la religión, la moral y el conservadurismo.
3. Tierras, mares y cielos, Juan Ramón Molina. Libro impreso de la mano y voluntad férrea de su amigo Froylán Turcios. Miguel Ángel Asturias, Nobel de Literatura, llamó a Molina “poeta gemelo de Rubén Darío” y abogó por rescatarlo, para que “vuelva a estar presente su cepa tierna, aérea, vegetal, del trópico, tal como él lo presumía y lo dijo alguna vez”.
4. Mi país, Óscar Acosta. Sus versos están escritos con una sencillez que despoja a la palabra de toda falsedad, permitiendo que a través de ella podamos tocar la vida misma.
5. Rey del albor, Madrugada, Julio Escoto. Ambiciosa novela en la que el escritor abunda sobre la forma de vida de los mayas, su visión de la existencia, su creencia en el inframundo, su cosmogonía, su gobierno y sistema social.
6. La guerra mortal de los sentidos, Roberto Castillo. La incansable búsqueda del último hablante de una lengua muerta que realiza un lingüista español en los territorios del occidente de Honduras a finales del siglo XX y que reconstruye su bisnieto Illán Monteverde más de un siglo después, el argumento de esta novela que Castillo mueve entre dos mundos.
7. Un mundo para todos dividido, Roberto Sosa. Define con fiereza no solo la frustración y el compromiso; da ejemplo de una congruencia exacta entre el oficio de escribir y el de vivir con honestidad, dentro de las dimensiones no siempre mencionadas del mundo de los oprimidos.
8. Color de exilio, Nelson Merren. Nos enfrenta a una temática sombría expresada a través de mecanismos formales que, de lo neobarroco a la antipoesía, permiten colegir una de las claves del actual quehacer poético de Honduras.
9. Creciendo con la hierba, Clementina Suárez. Con una dilatada trayectoria vital, la intensidad hasta la última gota de luz posible, Suárez le ha profesado al tiempo la más legítima de las lealtades: la autenticidad, lo cual supone a despecho de lo establecido no dejarse avasallar por aquel, no prestar obediencia a sus varios y variados fueros.
10. Historia con móviles y tentetiesos, Marco Carías Zapata. La primera novela intrínsecamente barroca de la época contemporánea hondureña. Reto para el lector, gran ejercicio literario de autoría y continente que interpreta la historia de nuestro país en manos de los herederos de los colonizadores y de los criollos que lo hicieron suyo.