La escritora J. K Rowling terminó de escribir su lucrativa saga y las películas generaron ya miles de millones de dólares, pero los estudios Warner Bros están dispuestos a seguir explotando el filón, adentrando ahora a los 'pottermaníacos' en los entresijos del rodaje.
Para su nueva atracción, 'The making of Harry Potter' ('La producción de Harry Potter'), la compañía estadounidense que produjo las ocho películas de la serie que figura entre las sagas más exitosas de la historia del cine y de la edición, ha hecho las cosas a lo grande.
Unos 14,000 m2 de hangares cerca de Londres, junto a los estudios donde se filmaron las aventuras del joven mago, albergan los 'decorados, accesorios y el vestuario auténticos' y recibirán hasta 5,000 visitantes diarios a partir del sábado.
El equipo 'quería realmente que todo el mundo pudiera ver estos decorados, que todo este trabajo tan minucioso realizado por numerosos artesanos británicos no se perdiera', explicó Sarah Roots, vicepresidenta de la filial británica de Warner Bros.
Los 'Muggles' (término que en el mundo de Harry Potter designa a las personas sin poderes mágicos) podrán deambular así por primera vez por el Callejón Diagón, la calle secreta donde los aprendices de brujo van a comprar sus varitas mágicas, lechuzas y otros materiales escolares.
Por las necesidades del guión --y sobre todo del protagonista Daniel Radcliffe, que rompió bastantes tocando la batería-- hubo que fabricar unas 3,000 varitas.
Un poco más lejos está el Gran Salón del Colegio Hogwarts de Magia y Brujería, escenario de las proezas de Harry.
Chimenea ennegrecida por el hollín, animales de piedra en las paredes, bancos de madera gastados por el uso, todo fue recreado de forma idéntica. Y las mesas lucen todavía los graffitis dejados por los actores, con la bendición de unos productores en busca de autenticidad.
No hay rastro, sin embargo, de las centenares de velas que flotan por arte de magia en el techo: la producción trató de utilizar candelabros suspendidos con poleas, pero tuvo que recurrir a las tecnologías digitales, después de varios accidentes desafortunados.
En el dormitorio de los chicos, las pequeñas camas hechas a medida sobrevivieron a los ocho rodajes a lo largo de un periodo de 10 años, obligando a los actores que habían crecido a acurrucarse y a los cámaras a hacer malabarismos en las filmaciones.
En la 'sala de las pociones', centenares de frascos alineados sobre las estanterías polvorientas contienen sustancias misteriosas (simples huesos comprados en la carnicería y vulgares plantas aromáticas secas, según los decoradores).
Esta preocupación por los detalles es visible también en la inmensa maqueta de Hogwarts utilizada para el rodaje en exteriores: los muros fueron esculpidos a mano y más de 300 fibras ópticas simulan antorchas y farolas.
Entrar en los platós de Harry Potter es también descubrir el abanico de efectos especiales necesario para que los aprendices de mago hagan sus hechizos y se suban a sus escobas (montadas sobre simuladores de vuelo). O los 'trucos' que permiten al Hagrid tener su colosal estatura.
Para ello hay que pagar 28 libras (45 dólares, 33 euros) por adulto, 21 por niño y 83 por familia de cuatro personas para una visita de unas tres horas que hay que reservar con antelación.
'Ninguno de estos objetos había sido presentado todavía en público y revelamos los secretos del rodaje', argumenta Sarah Roots.
La prensa británica encuentra sin embargo los precios poco populares, sobre todo cuando en la tienda de 'souvenirs' los precios alcanzan casi 500 libras por una copia del vestido de mago del profesor Dumbledore, señaló el Telegraph en un artículo titulado 'el mundo bañado en oro de Harry Potter'.