TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Un personaje de la nobleza llamado Manuel Godoy y Álvarez de Faria (1767-1851) ocupó el cargo de primer ministro del reinado de Carlos IV, fue el hombre fuerte de la monarquía borbónica entre 1792 y 1808.
Su papel en la dirección del estado enfrentó los conflictos internos y el complejo escenario geopolítico internacional que ponía a prueba la diplomacia ante la inminente llegada de una guerra continental y atlántica.
Contexto posrevolución francesa
Desde la revolución francesa de 1789, pasando por el proceso de violencia política a gran escala en París —situación que preocupaba a las monarquías europeas— y las puertas de una inevitable guerra europea y atlántica, el gobierno español se vio obligado a entablar estrategias diplomáticas en una delgada línea que exponía al mismo poder interno de la corona. En otras palabras, España quedaba en medio del fuego cruzado, generando a lo interno de sus jurisdicciones, tanto en la metrópoli como en las colonias de ultramar, conflictos de legitimidad política.
El ascenso de Napoleón Bonaparte mediante el golpe del 18 Brumario (9 de noviembre de 1799) dio inicio a su consulado y la proclamación como emperador en mayo de 1804, dando paso a la posición expansiva del imperio francés. Desde finales del siglo XVIII la confrontación entre Inglaterra y Francia se ceñía en medio de volubles propuestas de paz. El breve receso de la “paz de Amiens” terminaría en 1805 con posiciones de guerra irreconciliables, que llevarían al “bloqueo del Atlántico” contra los franceses, y al otro lado el “bloqueo continental” contra los británicos.
1808: la estrategia de huir
En el centro de la tormenta que llegaba estaba su máxima figura, el primer ministro Manuel Godoy, quien desde 1792 se mantuvo como poderoso e influyente de España. Pasaron a llamarlo el “príncipe de la paz” por sus azarosos movimientos entre la presión francesa y la enemistad con Inglaterra a inicios del siglo XIX. Godoy ocupó un importante papel que le ganó mucho respeto y recelos de parte de miembros de la nobleza.
Cuando las fuerzas francesas penetraban lentamente a las plazas del norte de España y apoyándose en aliados ideológicos que exaltaban la figura del emperador Bonaparte, el ministro Godoy enfrentaba una presión fuerte en su diplomacia ante París y frente a sus opositores en Madrid, quienes impulsaban al príncipe de Asturias como opción para acabar con la crisis de la monarquía.
A inicios de marzo de 1808, Godoy presenta el plan de viaje al rey, que consistía en retirarse a Badajoz y de allí partir a Sevilla o Cádiz para tener la opción de viajar para América. La mayoría de ministros y el príncipe de Asturias rechazaron la propuesta. Pese a ello, el ministro Godoy siguió organizando el plan de movilización del rey, situación que desencadenó el motín.
El motín de Aranjuez y su estrepitosa caída
El ministro Godoy enfrentaría la conspiración de enemigos, gente cercana al príncipe, quienes lo responsabilizaban por la crisis de la ocupación francesa. Godoy ordenó a las escoltas y personal del palacio prepararse para la evacuación, retirada de la familia real a Cádiz, de donde se embarcaría hacia las colonias americanas en caso que las tropas de Bonaparte llegaran hasta el sur de la península ibérica.
Los seguidores del príncipe de Asturias y muchos miembros de la nobleza vieron la oportunidad de atacarlo, entre ellos el conde de Montijo, quien lleno de sed de venganza instigó a las poblaciones aledañas ante la llegada del monarca a Aranjuez y el traslado del primer ministro el 11 de marzo. Militares, nobles y allegados directos al príncipe de Asturias conjuraron el complot para derribar al primer ministro, mientras azuzaban a los pobladores para culparlo de inducir al rey a abandonar a su pueblo en plena crisis.
El golpe se ejecutó mediante un motín perpetuado por pobladores y militares, quienes saquearon su casa y le golpearon, una vez que este salió de su escondite. Solo se libró de la muerte por la oportuna intermediación del príncipe de Asturias, quien obedecía a su padre el monarca en salvarle la vida. Finalmente el Rey Carlos IV renunció a favor de su hijo, quien asumiría como Fernando VII, pero dos meses después Napoleón los confinó a ambos en Bayona y nombró a José Bonaparte como rey de España.
El 'príncipe de la paz” y la crisis de España en 1808
El primer ministro Manuel Godoy jugó un papel importante en la monarquía ante el avance de la ocupación francesa
20.07.2021
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