Va a cumplir 50 años y ha dedicado la mitad a darle cobertura a la entrega de los premios más importantes del mundo del espectáculo: los Oscar.
Esta es suficiente presentación para Fabián Waintal, el conocido “periodista de las estrellas”, cuyas entrevistas exclusivas han cautivado a los lectores cada domingo en la sección Vida de EL HERALDO y sus reportes desde la alfombra roja han estado presentes desde casi una década.
¿Cómo logra ingresar a Hollywood, un mundo tan competitivo, y cómo se hace un espacio allí? Yo había llegado en el año 90 como corresponsal de la revista argentina Gente y por recomendación del actor Jorge Martínez, en la revista Vanidades me habían ofrecido una columna para escribir “Desde Los Ángeles”. Pero en ese entonces era todavía más difícil porque a los estudios de cine no les importaban los medios en español. Pero gracias al furor de Ricky Martin fueron surgiendo estrellas hispanas como Penélope Cruz, Jennifer López, Salma Hayek o Antonio Banderas, que yo había entrevistado... cuando recién empezaban. Así fue como también se convirtieron en estrellas otros famosos que entrevisté en sus comienzos, como Johny Depp, Denzel Washington, Brad Pitt o Gwyneth Paltrow.
Cada entrevista es un reto en su carrera ¿Cómo lo afronta? Buscando nuevos retos, constantemente, tratando de conseguir que la siguiente entrevista sea más importante que la anterior. Leyendas como los Rolling Stones dicen: “Lo importante no es el último éxito, sino el próximo”. Y es algo que siempre tengo en cuenta.
¿Cómo ha marcado la diferencia entre la prensa de habla hispana? Al principio, los medios hispanos solo se interesaban por actores hispanos. Y me costó demostrar que los hispanos también queremos saber la vida de las estrellas más famosas que no hablan nuestro idioma. Parece prehistórico, pero yo había llegado con 26 años a Hollywood en 1990, en una época donde todavía no existía Internet ni las computadoras. Por suerte podía mandar los textos por fax, pero a veces tenía que ir hasta al aeropuerto para rogar que algún pasajero me hiciera el favor de llevarme las fotos, a la revista. La misma entrevista se publicaba en España (Diez Minutos), Latinoamérica (Vanidades) y Argentina (Gente), pero tenía que escribirla tres veces, una por una, por el “vosotros” de España, el “tú” latinoamericano y el típico “vos” argentino. Y el cambio sonaba demasiado forzado, no era natural. Pero con el tiempo fui creando un estilo especial donde las conjugaciones son neutras y no se nota mi acento. Parece una tontería, pero es muy importante porque si en una entrevista la frase de un famoso no suena natural, enseguida crees que es un invento. Y yo hago lo imposible por mantener las frases textuales en la traducción.
¿Cómo es el momento antes de entrevistar a una estrella? Antes de cada entrevista investigo al máximo sobre el entrevistado, para conocer bien aquellos momentos interesantes que puedan contar, aunque el tema después cambia de rumbo de acuerdo a las respuestas. Las preguntas, igual, son como las balas de un revólver. A veces se necesitan más de una para dar en el blanco. Pero es gracioso ver cómo los famosos desmienten lo que otros publican sobre ellos, como cuando Cameron Díaz me negó que se baña solamente con agua mineral o Robert Redford me dijo que nunca había dicho aquella frase que todavía figura en IMDB.com: “Como director no me gustaría como actor. Y como actor, no me gustaría como director”.
¿Siente nervios? Más que nervios puedo llegar a sentir cierta ansiedad, por querer empezar “ya” y saber si realmente voy a conseguir las respuestas de todas mis preguntas (siempre queda alguna “colgada” por falta de tiempo). Pero en las buenas entrevistas no hay lugar para nervios, al contrario, cuanto más informales y cómodos estemos los dos, mucho mejor. En ese sentido, el buen humor es la mejor forma de romper el hielo. Y en broma, de pronto puedo abarcar temas muy serios como cuando le pregunté a Harrison Ford si había tomado Viagra (y dijo que no) o cuando Matthew McConaughey contó que no usa ningún perfume ni desodorante y Brad Pitt le sugirió que al menos usara toallitas de bebé, como hace él.
¿Alguno de ellos lo ha puesto en aprietos? Y... siempre hay excepciones, pero hubo casos en los que alguna pregunta pudo haber sonado mal, como cuando Kevin Spacey creyó que le había preguntado si era homosexual y me dijo que me metiera en mis asuntos... con otras palabras menos formales. Tim Robbins también se enojó hace unos años porque le pregunté demasiado sobre sus hijos y Susan Sarandon, en la época que todavía no era pública su separación. Pero por respeto a ellos, jamás publiqué esas entrevistas. No es para nada divertido leer alguien que habla enojado.
¿Qué tipo de exigencias hacen las estrellas antes de que los pueda entrevistar? La exigencia más típica es “Nada de preguntas personales” en los momentos en que justamente están pasando por problemas muy personales... o legales. Pero siempre hay una forma de encontrarle la vuelta, buscando la relación entre la historia de la película que quieren promocionar, con el lado personal... que no quieren hablar.
¿Cuántas entrevistas ha hecho a lo largo de sus 25 años? No puedo dar la cifra exacta, pero hace tiempo que pasé las mil entrevistas de Hollywood.
Al entrevistar a estrellas como Angelina Jolie, George Clooney o Meryl Streep, ¿como ha sido la experiencia? Con Meryl Streep tenemos fotos juntos, de los años ‘90... 20 años atrás. Con Angelina nuestra primera entrevista fue en el 2000, cuando recién había ganado el Oscar como Mejor actriz de reparto y ella recién empezaba. Y a George Clooney lo conozco desde sus primeros pasos de la TV al cine. Lo bueno es que ellos también se acuerdan. Es genial si de pronto están de viaje y aceptan igual una entrevista por teléfono, escuchando al atender que del otro lado sale un “Hola Fabián, soy Katy Perry... háblame”.
¿Usted que conoce Angelina Jolie, qué opina de la decisión que tomó y cómo ve el futuro de su carrera? Todavía me acuerdo cuando Angelina recién había adoptado su primer hijo y en una entrevista me contó que algún día quería adoptar muchos hijos de diferentes religiones y razas. Estaba soltera, ni siquiera estaba con Brad Pitt. Y ya ves que cumplió su cometido. Lo que quiero decir es que Angelina Jolie no se fija en lo que piensa la gente, hace lo que a ella le parece correcto. Con respecto a su futuro, ella misma también me dijo en dos entrevistas diferentes que quiere dejar Hollywood y dedicarse a la familia. Pero no me extrañaría verla en una película que trate sobre el tema de su polémica cirugía.
A punto de cumplir los 25 años en la cobertura de premios Oscar, ¿cuáles son los momentos más memorables de esta gala que ha vivido? Supongo que fue la primera vez, cuando Richard Gere había llegado de la mano de una modelo que pocos conocían y me tenía que deletrear el nombre de “Cindy Crawford”, para escribirlo bien. Llegar a un lugar así es el sueño para cualquier periodista de espectáculos. Voy a cumplir 50 años en enero... quiere decir que he pasado la mitad de mi vida cubriendo el Oscar y ni yo lo puedo creer.
¿Qué implica ser un periodista en la cobertura de los premios Oscar? Es como el cuento del huevo y la gallina. Para cubrir el Oscar hay que demostrar que ya habías cubierto el Oscar antes. Pero sin cubrir el Oscar, no te dejan cubrirlo. Supongo que tuve suerte, porque yo había cubierto la entrega de premios cuando Argentina ganó como Mejor película extranjera con “La historia oficial”. Y en la Academia son muy estrictos. Hay muchísimas medidas de seguridad, por miedo a un ataque terrorista. Por ejemplo, no te dejan fotografiar la credencial para evitar falsificaciones y hasta hay ensayos previos para saber el camino exacto que hay que seguir hasta el lugar. El año del ataque terrorista a las Torres Gemelas, al final de la noche, incluso me llevó la policía porque no podía creer que yo tenía cuatro credenciales diferentes y recién al día siguiente se solucionó cuando la Academia lo confirmó.
¿Cuál es el ambiente que se vive en las fiestas post Oscar? La emoción de los ganadores es desbordante. Es como un papá o una mamá que recién tiene un bebé. Penélope Cruz, cuando ganó su primer Oscar, hasta se lo llevaba a la playa. Pero también hay otra cara del Oscar, con los “perdedores” que se van más temprano... sin festejar. Son los que nunca salen en la revista.
¿Hay algún famoso que le falte entrevistar? Tenía un par de deudas pendientes: a Dick van Dyke lo quería entrevistar siempre porque es mi ídolo y lo logré hace un par de años. Pero me falta otro ídolo, Barbra Streisand. Todavía estoy esperando la gran oportunidad.
Alguna anécdota que quieras compartir con nuestros lectores. La mejor fue con Dustin Hoffman, porque es uno de los actores que más admiro. En medio de uno de mis primeros reportajes, me contó que Martin Scorsese le había ofrecido “Taxi Driver” antes que a DeNiro; me atendió tan bien que a la hora de ofrecerme un café no llamó a nadie. él mismo lo hizo y lo sirvió... para mí. Otra anécdota más reciente fue con Matt Damon, en un viaje de San Diego. En el momento en que estaba por acercarme, dos publicistas se acercaron enojadas, como diciendo “no lo molestes”, pero cuando él me vio, Matt fue el que se acercó a saludarme a mí... y las publicistas dieron un paso atrás, como si nada hubiera pasado.