En un lugar como Toronto, donde el idioma inglés es moneda corriente, cualquiera pagaría por hablar en español con Gael García Bernal.
Y ahí lo entrevistamos en exclusiva (sin pagar, claro), en la suite 1221 del lujoso Hotel InterContinental, como la mejor señal de la globalización, muy lejos de México para hablar sobre la nominación al Oscar de la Mejor película extranjera, “No”, sobre una historia de Chile, con alguien que además está casado con una argentina (Dolores Fonzi) y tiene dos hijos que nacieron en Madrid y Buenos Aires. Más internacional, imposible.
Estamos en Toronto hablando en inglés sobre una película de Chile con un protagonista mexicano casado con una argentina que tiene dos hijos que nacieron en Madrid y Buenos Aires.
¿Gael García Bernal está globalizado? Creo que estamos todos globalizados. En ese sentido ya no es como antes. Ahora podemos estar en diferentes lugares, podemos viajar. Hay festivales de cine en todas partes del mundo. Y creo que poco a poco, de una manera casi inadvertida, estamos eliminando las fronteras, enriqueciéndonos con diferentes culturas. No lo diría solo de mí, sino de todos. Es más: estamos hablando en español, no en inglés.
¿Personalmente notas un cambió en la percepción de Hollywood hacia los hispanos? Sí. Definitivamente cambió, como cambió el mundo.
¿Qué es lo que más rescatarías del nuevo mundo del cine hispano? Que ahora, en muchos países de Latinoamérica no se pide permiso para hacer películas; se hacen. Hay mucho talento. Hay muchas personas que están haciendo cosas, personas que salen de lugares inesperados, no necesariamente de una escuela de cine. Creo que esa es la ventaja y la virtud que tenemos ahora en Latinoamérica.
¿Y sabiendo hablar tan bien el inglés, nunca pensaste en mudarte a Hollywood, definitivamente? No.
La vida entera de Gael García Bernal tiene que ver con el mundo internacional, desde que nació en Guadalajara, el 30 de noviembre de 1978. Desde la infancia había tropezado con la actuación, en diferentes obras de teatro con sus padres, Patricia Bernal y José Ángel García. A los 14 años incluso, trabajó en la telenovela “El abuelo y yo”.
Y a los 19, Gael ya había abierto las alas para estudiar arte dramático durante tres años, en el internacional Central School of Speech and Drama, en Londres. Con apenas 2 años, también vivió de cerca la experiencia del Oscar, cuando durante algunas prácticas de una escuela de cine participó en el cortometraje “De tripas corazón”, que fue nominado al Oscar como Mejor cortometraje en 1996.
Los primeros pasos cinematográficos los siguió después, de la mano de Alejandro González Iñárritu con “Amores perros” y Alfonso Cuarón con “Y tu mamá también”, aunque encontró el perfil internacional, interpretando dos veces al “Che” Guevara, en las películas “Fidel” y “Diarios de motocicleta”. Incluso fue gracias al cine y la película “Vidas privadas” que formó su propia vida privada, conociendo a su actual esposa, la actriz argentina Dolores Fonzi, con quien tiene dos hijos: Lázaro (nació el 8 de enero de 2009, en Madrid) y Libertad (nació el 7 de abril del 2011 en Buenos Aires, Argentina).
¿Fue programado tener una familia tan internacional, con un hijo que nació en España y otro en Argentina? Bueno, uno planea un poquito, sí.
¿Quisiste que nacieran en esos países o de casualidad estabas trabajando en el lugar? Sí, era por trabajo. Pero no fue planeado porque haya querido que sean de esos países.
¿Y cómo es la convivencia internacional en casa, con dos acentos diferentes? Bien, bien. No hablo mucho al respecto porque tampoco quiero entrar en un tono de intimidad privado.
Es que parece interesante la buena relación entre México y Argentina, ¿hay alguna barrera entre las diferentes crianzas? Siento que eso sucede en cualquier familia, aunque sean del mismo barrio. Hay maneras diferentes de ver las cosas, también hay coincidencias. Cuando trabajé en Islandia, mis compañeros de teatro allá eran como mis hermanos. No hay nada más distinto que México e Islandia. Yo creo que esos caminos paralelos, juntos, siempre están presentes seas de donde seas, y también las diferencias existen, así seas del mismo lugar y de la misma familia.
¿El nombre de tu hija Libertad tiene algo que ver con el cine y las películas como “Diario de motocicletas” y la más nueva película chilena “No”?
No. Nada que ver. No, eso no.
Ambientada en el año 1988, la película “No” trata sobre una campaña publicitaria que hicieron en Chile, en el año 1988, para tratar de sacar del poder a Augusto Pinochet, después de 15 años de dictadura. Y Gael García Bernal justamente interpreta al ficticio personaje del ejecutivo publicitario René Saavedra, que a pesar de las amenazas de Pinochet, lanzó la campaña que llevó a una victoria histórica de la oposición, con el mensaje “Chile, la alegría ya viene... con solo votar no’”.
¿Te animarías a hacer una campaña publicitaria en Hollywood diciendo “La alegría ya viene... con solo ver cine latino”? No. Porque sería mentira (risas).
¿Cómo es tu papel de productor en comparación con la actuación? En esta película yo actúo, obviamente como actor, pero más como un fan de la película. Una especie de hincha y creo que esa es la posición del productor, de alguna manera. Películas en las que yo he dirigido ha sido distinto armar otro tipo de cosas. Hay muchas películas en las que yo estoy ahí para lo que se necesite y participo mucho.
¿Habiendo vivido la dictadura de argentina, Dolores Fonzi te contó lo que ella vivió en su propio país, para comparar con Chile? No. Casi no le tocó. Era muy niña con la vuelta a la democracia en Argentina. Yo lo viví a través de los ojos de los exiliados que llegaron a México. Fueron muchos y ahí gané hermanos y hermanas, gente que hasta la fecha, siguen siendo mis amigos y colaboradores.
Entre la versión del “Che” Guevara y esta película en contra de la dictadura militar de Chile, ¿cuáles son tus ideas políticas personales? ¿En torno a qué evento o qué país? ¿Izquierda, derecha, centro? Esa definición yo creo que es del siglo pasado, no? Me siento una persona de izquierda pero, lo que yo siento por ser de izquierda es muy distinto a lo que tú piensas. Entonces siento que ese tipo de preguntas son estériles. Yo conozco mucha gente que es de izquierda pero no es de izquierda.
¿El cine influye en tus ideas? Sí, claro, por la experiencia. Influye en mis ideas que tampoco son sentencias. Yo me rehúso a tener certezas absolutas. Yo creo que la democracia es un juego de las ambigüedades, de lo gris en ese terreno un poco resbaloso en el que no todo es maniqueo, donde nada es blanco ni negro, donde se puede llegar a un diálogo para aprender muchísimo más en torno al bien común. ¿Sabes qué es lo que me hace una persona de izquierda? Que siento que siempre hay que tomar en cuenta la búsqueda del bien común.
¿Si pudieras hacer una campaña para mejorar la política de México, qué promocionarías? ¿Cómo sería esa publicidad? Más bien haría política en lugar de hacer tecnicismos. Creo que muchos políticos hoy en día de lo único que hablan es de ‘crecimiento económico’. Hace treinta años no se hablaba en primera plana de “México tiene que crecer o Argentina tienen que crecer”. Se manejan estas cifras, estos tecnicismos económicos… sí, representan trabajo, pero a veces parece que la economía es lo único que importa. Poco a poco nos hemos olvidado más de la política. La política es tener logros que son pequeños, pero que abre el panorama hacia algo grande. Creo que en México necesitamos una política que vaya más allá de los tecnicismos, de lo acartonado. Necesitamos que haya más justicia y dignidad.
¿El Oscar es en cierta forma parte de esa política? Bueno, es al revés. Yo creo que las elecciones se han convertido en un premio de la industria, un Oscar, un mundial.
¿Ganar es un sueño? ¿Te imaginas con la estatuilla en tus manos, viendo que lo ganaron otros actores hispanos como Benicio del Toro, Javier Bardem, Penélope Cruz? De que es posible, es posible. Como todo en la vida, pero de ahí a que trabaje para ello, no. No pienso en el Oscar. No dedico mi tiempo a eso. Eso es algo que nunca se controla. Creo que una buena película que trasciende en el tiempo, como por ejemplo “Y tu mamá también”, no ganó ningún Oscar y es una película que va a durar toda la vida. La verdad es que un Oscar es mucho menos relevante que una buena película.