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Guayo Cedeño, una vida al ritmo del rock, funk y jazz

El artista hondureño prepara para este 2013 varios proyectos musicales, además de emprender una nueva gira internacional.

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04.04.2013

La historia de la música hondureña no puede estar completa si el nombre de Guayo Cedeño no está escrito en ella.

Guitarrista de trayectoria y a punto de cumplir sus 25 años de carrera ininterrumpida. Su talento está plasmado en los trabajos de destacados artistas nacionales como Guillermo Anderson, Aurelio Martínez y La Orquesta de la Papaya con un gran suceso.

Pero la historia de este talento hondureño nacido en 1974 en la cálida ciudad de La Ceiba, continúa con importantes proyectos musicales a nivel nacional e internacional para los próximos meses, como son el lanzamiento de sus últimos temas musicales “Urge amar”, “Punto y final” y “Guayo Cedeño y Cocobar”.

Con guitarra en mano y un enorme carisma, Guayo abrió las puertas de su estudio musical Ceibón a Vida para tener esta amena plática en la que el artista, lejos de toda la fama que ahora le precede, deja ver al hombre que, gracias a su pasión por la música, ha luchado desde abajo para alcanzar su sueños. Y que además se reinventa en todo momento, muestra de ello es la diversidad de géneros musicales en los que ahora está trabajando.

¿Actualmente en qué proyectos está concentrado? Ahora mismo estoy
en varios. El primero de ellos es mi banda de rock Auténtico Yo en la que también están Fernando Varela, Luis y Jorge Servellón, es una fusión de funk con rock, tenemos dos temas: “Urge amar” y “Punto y final”. De igual manera continúo Guayo Jazz Project, además tengo planeado regresar como guitarrista junto a Aurelio Martínez y comenzaremos una gira en el mes de julio en diferentes ciudades de Estados Unidos. Además les quiero revelar que para el mes de septiembre estoy preparando un gran proyecto personal, será mi disco como solista y el cual me lo está produciendo Stonetree Records en Belice, bajo la dirección de Iván Durán, y llevará por nombre “Guayo Cedeño y Cocobar”.

Esta producción reunirá sonidos de los 50 y 60 al estilo surf, como un homenaje a mis raíces musicales y sobre todo a mi padre. Es un proyecto muy ambicioso y tendremos lanzamientos en Europa y Estados Unidos. Rolando Sosa estará en la batería, él es un garífuna de Corozal y tocaba en la banda de mi padre, actualmente tiene 60 años. En el bajo estará Iván Durán. El disco será distribuido por Cumbancha Records de Estados Unidos por lo que tengo muchas expectativas por el mismo.

De igual manera usted es conocido por producir discos para importantes artistas. ¿Quiénes están en puerta ahora mismo? Ahora estoy trabajando con Jireh Wilson en su nuevo disco, el cual ya está terminado, y con los chicos de Cola Macana y el sacerdote Jonathan Fúnez, quien presentará su segundo disco, además de un proyecto totalmente experimental al lado de la banda Siddhartha y claro que no puedo olvidar el disco de mi esposa, Gaby Flores, el cual será totalmente grupero con muchas influencias de Los Bukis, cumbia y la ranchera.
En su apretada agenda, Guayo también ha hecho espacio en las últimas semanas y se ha concentrado en el estudio junto a los Diablos Negros para su nuevo disco “Por los viejos tiempos” que se espera que salga a la luz a finales de este 2013, incluso Cedeño está preparando de manera alterna un disco con el guitarrista de esta banda, Dagoberto Lozano.

En el currículum de Guayo también figuran nombres como Bullaka Family, Las Lipstick, Kabarett, Matu, Los Bohemios, Godzend y Escaparate, entre otros.

¿Cómo nace ese deseo de estar cerca de la música? Provengo de una familia de músicos, mis abuelos paternos eran violinistas, siempre tocaban mandolina y melodías, de igual manera mi padre, Eduardo Cedeño, fue músico en Los Robbins en los años 60, uno de los primeros grupos de rock en Honduras; siempre mi entorno fue la música y era imposible que yo no siguiera ese camino. Desde los cinco años comencé a tocar la guitarra, aún recuerdo cuando escuchaba la radio y siempre trataba de imitar los acordes. Me acuerdo muy bien de que con los casetes de las giras de mi padre también comencé a realizar los solos de grandes como Jimmy Hendrix o Santana. Mis padres nunca quisieron que me dedicara a la música, mi mamá siempre deseó que fuera ingeniero forestal y mi padre, ingeniero en electrónica.

Y viendo todo ese panorama, ¿cómo llega la determinación de dedicarse a la música? Yo siempre estuve seguro de lo que quería, fui necio desde siempre y viendo todo el éxito que había logrado mi padre tenía la convicción de que a mí tampoco me podía ir mal. Siempre anhelé tomar mi guitarra y recorrer el mundo, estar en diferentes escenarios y recibir el aplauso de la gente.

¿En qué momento decide que debe comenzar su carrera? Fue después del segundo de bachillerato, cuando dije: “Yo tengo que cumplir mi deseo, no puedo seguir acá en La Ceiba”; entonces me mudé a Tegucigalpa para estudiar guitarra en el Departamento de Guitarra de la UNAH. Y mi inclinación aparte del rock fue sin duda el jazz y el blues. Conocí a Camilo Corea que fue mi mentor en el jazz y la lectura musical, claro, el primero fue mi papá que me indujo en el rock.

¿Cómo llega esa oportunidad de trabajar junto a Guillermo Anderson? Cuando estaba en la universidad formamos un grupo de metal llamado Terciopelo Negro, Marvin Corea era nuestro vocalista y luego él se fue a Diablos Negros, en ese momento mi papá que es buen amigo de Guillermo Anderson me dijo que él estaba en busca de un guitarrista y así fue como llegué, estuve en ese proyecto por más de 16 años.

Ahora que ya terminó esa etapa, ¿cómo evalúa su tiempo junto a Guillermo? Fue de mucho aprendizaje y roce internacional. Conocí prestigiosos músicos y sobre todo como se maneja el negocio de la música. Además produje para él discos bastante exitosos como “Pobre marinero”, “Costa y calor”, “Para los chiquitos” y “Encarguitos del caribe”. Fue una experiencia increíble por la empatía que logramos junto a Anderson, yo hacía todos los arreglos de los temas y él confiaba plenamente en mi trabajo y de un solo se metía al estudio a hacer la voz.

La Orquesta de la Papaya fue uno de los proyectos más ambiciosos en los que ha estado. ¿Cómo mira su participación en ella? Fue uno de los proyectos más importantes en los que he trabajado. Estaba conformada por músicos de toda Centroamérica, en mi caso yo tocaba la caramba, además también teníamos un percusionista garífuna. Había instrumentos de todas las regiones de Centroamérica, era una banda de estrellas conformada por talentos que destacaron en los grandes escenarios del mundo. Fue todo un reto y creo que di todo mi talento para representar a Honduras, recorrer el territorio centroamericano y encontrarse con la diversidad de gastronomía y la cultura de las diferentes regiones fue algo inolvidable.

¿Cómo es Guayo en el estudio con sus artistas? Soy muy exigente pero a la vez accesible. Todo el mundo sale con su disco bajo el brazo de mi estudio y lo mejor de todo es que luego regresan.

¿Cuál es la clave para decir en Honduras “yo voy a vivir de la música”? Lo básico es tomar la música en serio como si fuera una ingeniería o una carrera técnica. Estudiar música y prepararse con gente que está entendida en la materia. Además de buscar exponerse en los medios, hacer carrera, grabar discos y realizar videos. Se necesita ser músico primero antes de ser productor.

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