Al fondo de la casa hay un pequeño taller de tres paredes de adobe con techo de teja, donde día a día doña Elisa Euceda da forma a un material que a veces es considerado como “poco noble”, pero que es el que le da sustento a cientos de familias de esta aldea en la zona central de Honduras.
Y así es, el barro es la materia prima de las miles de artesanías que son vendidas a orillas de las carreteras que conducen a Siguatepeque, San Pedro Sula y La Esperanza, y que puestas a orilla de la carretera son un gran atractivo para propios y extraños, que ven en ellas hermosas piezas dignas de adornar salas, cocinas, habitaciones y jardines.
El Porvenir está ubicado a cinco minutos del desvío a La Esperanza, su población es de unas 1,500 personas, de las cuales un tercio son alfareros, siendo las mujeres las que más se dedican a este oficio que tiene sus más antiguas referencias en el año 10,000 antes de Cristo.
Una alfarera de décadas
Jovial y trabajadora, doña Elisa estuvo dispuesta a mostrarnos una pequeña parte de todo el proceso que sigue en la elaboración de una pieza de barro, el cual viene trabajando desde que tenía siete años de edad, aunque otros siete años tuvieron que pasar para que ella comenzara a “ponerle amor” al oficio, el cual veía en ese momento como un medio de vida.
En 1969 dejó las técnicas rudimentarias para empezar a trabajar el barro en torno, lo que permitió que su trabajo tuviera un mejor acabado y lograra hacerlo en menor tiempo.
En esa época, los alfareros de la aldea recibieron el apoyo y capacitación del Centro Cooperativo Técnico Industrial (CCTI) de Tegucigalpa, “ya fue todo mejor porque ellos nos buscaron mercado para vender el producto y así fuimos creándole más amor al trabajo, y la gente se fue involucrando cuando vio que era bueno el oficio, y se interesaron a aprender a trabajar el torno”, recordó doña Elisa, cuya familia es originaria de Mercedes de Oriente, La Paz, y que a inicios de 1900 fueron de los primeros pobladores de El Porvenir, donde ella nació.
Si bien nuestra entrevistada elabora todo tipo de piezas de barro, su especialidad es el barro negro.
El proceso del barro
Para elaborar esas hermosas piezas de barro que tanto gustan a propios y extranjeros, el proceso es de varios días.
Con el barro ya preparado el término de una pieza pequeña es de 3 a 5 minutos, de una grande de 10 a 15 minutos, luego la ponen a orear bajo techo por tres días, después la secan al sol por igual cantidad de tiempo; este proceso se puede alargar en temporada de invierno.
Posteriormente queman la pieza durante 10 horas en el horno para artesanías en el color natural del material, y por 17 horas cuando son piezas negras; seguido viene el pulido y pintado, a lo cual se sumarían uno dos días más.
Y así, con sus manos acompañadas de dedicación y esfuerzo, los alfareros realzan con su trabajo a Siguatepeque, “a parte de que para nosotros es un medio de vida, porque el barro es conocido a nivel de Honduras, y también ha traspasado las fronteras.
También es la forma de nosotros no hacerle tanta carga al Estado, porque nos agenciamos por nuestros medios el sostén de la familia y la educación de nuestros hijos”, señaló doña Elisa.