Estados Unidos
Desde que formó parte del jurado de American Idol, Jennifer López encontró la mejor forma de juzgar a otros, en el mejor sentido de la palabra. Y mientras hay quienes juzguen su vida privada con tres matrimonios (sin contar a Ben Affleck o Sean Combs), JLo volvió a ser parte de otro estilo de jurado con World of Dance.
Compitiendo esta vez con Dancing with the Stars, pero sin stars, premiaron con un millón de dólares al mejor bailarín de un mundo que ella tan bien conoce.
Para alguien que empezó desde muy abajo como bailarina hasta llegar a ser una de las cantantes más famosas del mundo, ¿entregar un millón de dólares a otros bailarines es como premiar tus propias raíces? Como trabajo es un sueño, porque en cierto sentido crearon literalmente el show perfecto para mí.
World of Dance es una competencia que existe desde hace tiempo, los conozco desde hace años. Yo misma llegué a quedarme con varios coreógrafos de algunos de sus bailarines, cada vez que los veía con algo nuevo. Son famosos por eso. Y llevarlo a la TV, con NBC, fue crear una buena oportunidad para convertir en estrellas a los mejores bailarines, para que pudieran crear su propia marca, imponiendo sus nombres además del premio millonario.
En ningún lugar del mundo un bailarín puede ganar un millón de dólares. Y teniendo en cuenta que yo misma empecé como bailarina, es lo mejor que pude haber hecho en toda mi carrera.
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¿Qué representa el verdadero mundo de la danza para Jennifer López?
Amo la danza, de corazón. Yo siempre me consideré una bailarina primero, porque me convertí en cantante y actriz después de haber sido bailarina. Eso fue lo primero que mi madre me había inculcado cuando yo tenía cinco años. Fue mi primera expresión artística y en cierta forma es parte de mi personalidad. Y ver niños de nueve, 10, 11 o 12 años o gente que hace tiempo que baila, además de parejas tan buenas, me recuerda todas las razones por las que yo amo la danza, por que quise hacer lo que hago en primer lugar.
¿Qué necesita un bailarín para tener éxito?
Hasta cierto sentido es igual que cantar. Lo aprendí cuando estuve en American Idol. Mucha gente puede cantar, pero no cualquiera puede subir y bailar o cantar o sentir algo o llorar. Es muy diferente, es lo que te convierte en artista.
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¿Qué tan dura es la vida de un bailarín? ¿Es tan difícil como dicen?
Mi Dios, sí, pero los bailarines hacen lo que hacen porque aman la danza. Nadie entra en este mundo pensando “Voy a ser famoso”, “Voy a triunfar”, “Voy a ser millonario”. El que baila lo hace por amor.
¿Qué tan difícil fueron tus principios entonces?
En la época en que yo bailaba me acuerdo que apenas podía comer una sola porción de pizza por día. No desayunaba, no almorzaba, cenaba alrededor de las seis y tenía que alcanzarme hasta el día siguiente. Así viví cuando me fui de la casa de mis padres. Y lo hice durante un par de años, antes de conseguir mi primer trabajo importante.
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Así fui a Europa y no lo cambiaría por nada del mundo. Ninguno de los bailarines lo haría. Aman lo que hacen. Por eso se merecen algo mejor. Por eso digo que cumplí mi sueño. No lo digo por decir, no es solo una frase típica. No, es un sueño poder crear este estilo de oportunidad para alguien que sé que es igual a mí.
¿Haber formado parte del jurado de American Idol resultó también una buena escuela para conseguir el éxito de World of Dance?
Cuando yo llegué a la TV, American Idol ya tenía el motor bien aceitado y realmente pude ver cómo hacían el programa número uno en Estados Unidos, cómo se hace un reality show y un programa de competencias. Y en ese sentido me ayudó, claro. Derek (Hough) incluso dice que le parece que había hecho lo mismo desde hace tiempo. Todos teníamos la suficiente experiencia para volar desde el primer paso.
