GRACIAS, LEMPIRA, HONDURAS.- Escribir en Honduras es como querer sembrar en tierra árida y aun así tener la esperanza de que esa semilla va a germinar.
Escribir en Honduras es un acto de valentía.
Y eso fue el Festival Internacional de Los Confines, un acto para demostrar que, pese a todo pronóstico pasado, presente o futuro, la literatura hondureña sigue dando fruto. A pesar de la sequía, a pesar de la tierra, la semilla de la palabra sigue germinando.
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Poetas de Honduras y otras 19 naciones se dieron cita para leer, para hablar, para ser testigos de que Honduras es tierra de escritores, y aunque el país se porte hostil con las expresiones del arte y la literatura, en un poema, en una novela, en un relato, siempre renacerá la luz de la palabra.
Más de 60 actividades dieron cuenta de ello. Lecturas de poesía, presentaciones y feria del libro, proyecciones de cortometrajes, talleres de literatura, exposiciones de pintura y conciertos le devolvieron a Gracias, Lempira, el título de capital de la literatura y el arte.
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La sexta edición del Festival de Los Confines ha dado cuenta del esfuerzo de los actores del sector en mantener viva una tradición para posicionar a Honduras en un contexto internacional.
Tan valioso es el hecho de ver impresas ediciones de libros de autores de la nueva generación como de escritores que pese a no soltar la pluma habían permanecido en silencio respecto al libro publicado.
Es así que con alegría se recibió el libro del poeta José Antonio Funes, que con “Balance previo” refrescó su obra literaria, una antología que reúne poemas ya publicados y otros inéditos, a la espera de una nueva obra que llegará pronto.
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Igualmente grata fue la publicación del escritor Felipe Rivera Burgos, que vio con “En el principio, la fábula”, la consumación de una obra que estaba en espera desde 2013, y que gracias a la Editorial Efímera finalmente está en manos de los lectores. Quince nuevos libros fueron presentados durante la jornada.
Para el poeta Funes este festival no solo es un espacio de encuentro de diferentes tendencias y visiones literarias y artísticas, también es un “espacio de fraternidad para los participantes. Aquí surgen amistades, contactos para nuevos proyectos y para nuevos encuentros”, y que por su interdisciplinaridad -pues incluye otras manifestaciones además del arte y la literatura- “se ha convertido en un verdadero festival de la cultura”.
Las calles de Gracias, Lempira, fueron el camino que tomaron por igual escritores de 20 países.
La plaza San Sebastián fue el escenario para la música, la Casa Galeano fue la casa de las letras con la Feria del Libro, con la participación de las editoriales Casasola, Efímera, Mimalapalabra, La Hermandad de la Uva, Malpaso, Sofos, Ixchel, Paradiso y La Chifurnia.
Y así otros recintos de la ciudad se convirtieron en nichos de la literatura, hasta donde llegaron personas de todas las edades para ser parte de la fiesta cultural.
Esto no sería posible sin una mente soñadora como la de Salvador Madrid, quizá un loco, ese que se tira a alta mar pensando que va a salir ileso, y en su travesía ha visto el sol y la tormenta quizá a partes iguales.
Pero sigue soñando, y ya lleva realizadas seis ediciones de un festival que es un espacio conquistado, que de soltarlo le restará a Honduras la oportunidad de ser más que un país sumido en la violencia y la corrupción, un país donde, pese a todo, también está la esperanza del arte y la literatura.
Y como el mismo Salvador Madrid lo dijo, el Festival de Los Confines es la geografía de la imaginación, una alternativa en la cultura hondureña, un discurso no de palabras, sino de acontecimientos, un festival “anclado en la esperanza y la bondad”.
Opiniones
Salvador Madrid, poeta y organizador del Festival de Los Confines:
“Por fin podemos decir que el festival comienza a recuperarse y a marchar después de soportar dos años intensos por la pandemia. Hemos ganado credibilidad, es un festival que goza de respeto a nivel internacional”.
José Antonio Funes, poeta
“Este evento no solamente realza el valor de Gracias sino también de Honduras, porque demuestra que estamos abiertos al mundo y que somos capaces de mostrar nuestras competencias culturales”.
Giovanni Rodríguez, escritor
“El festival es un espacio estupendo para el intercambio entre artistas y público, entre los autores extranjeros y los hondureños, y un espacio, además, de resistencia ante la barbarie con la que convivimos a diario en este país”.
Carlos Lanza, crítico de arte
“El aporte más importante del festival es la producción de libros. La publicación de un libro ya es un logro formidable en un país tan pobre, donde el acto de leer es absolutamente marginal”.