Todo es efímero. Y la fama, más aún. Como un soplo le pasaron al coreano Psy los quince minutos de repercusión que Andy Warhol deseó para todos. A cuatro años de la explosión del Gangnam Style, nadie se acuerda de él.
El pasito de baile con cabalgata incluída es historia y el pobre Psy se encuentra recluído en una profunda depresión. Tras haber cosechado más de 2 mil millones de visitas con su técnica de baile a lo lejano oeste, el hombre ahora se encuentra acompañado tan solo de la vieja y traicionera bebida.
“Si estoy feliz, estoy bebiendo. Si estoy triste, estoy bebiendo. Si está lloviendo, estoy bebiendo. Si está soleado, estoy bebiendo”. Con esta durísima confesión resumió Psy su pesada actualidad.
“Luego de ‘Gangnam Style’, estaba realmente feliz, pero a veces no lo estaba, porque esa fue la mejor canción de mi vida y no volveré a estar en el top nuevamente”, admitió el coreano días atrás en diversas entrevistas.
Tras el furor del Gangnam Style, Psy logró arrastrar parte del éxito con “Gentleman”, que alcanzó las mil millones de vistas. Una colaboración con Snoop Dog lo mantuvo ahí, ya casi colgando del candelero, y fue con “Daddy” cuando la verdad salió a la luz: Psy jamás volverá a su época dorada.
Así es el fenómeno de la música pop más ligera. Quince minutos deseó Warhol para todos. Al menos Psy los tuvo. No todos pueden decir lo mismo. El muchacho se encuentra en las garras del alcohol, una pena inmensa para quien regaló tanta alegría