Hace un par de años y antes de finalizar Dark Souls III, Hidetaka Miyazaki hablaba de lo cansado que estaba siendo para él la fórmula Souls, que tanto éxito y reputación le trajo.
Sorpresivamente y de la mano de Activision, este 2019 From Software vuelve a sorprender con Sekiro: Shadows Die Twice, en el que una vez más redefine los juegos de acción y ubica al estudio como uno de los más influyentes de la década.
En Sekiro, la desarrolladora japonesa toma el alma de sus más grandes joyas como Bloodborne y Dark Souls, proponiendo un nuevo sistema de combate mucho más defensivo y táctico, sumando a ellos una ambientación totalmente diferente y una historia más directa.
A lo largo de la historia conoceremos El Lobo, un ninja resucitado que adquiere un poderoso brazo protésico multiusos que le ayuda en su búsqueda de venganza contra un poderoso samurái y su clan.
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Técnicamente, el juego nos presenta unos escenarios muy detallados y enormes que demuestran el buen hacer del estudio con el motor gráfico que estrenaron en Bloodborne.
En Sekiro se apuesta por la verticalidad y a través de un gancho podemos explorar los escenarios en diferentes niveles, incluso hasta escapar de algunos combates.
En cuanto al gameplay, ahí radica una de las grandezas del juego. Los veteranos en las franquicias de From Software deberán adaptarse al nuevo esquema de combate que implica reflejos y coberturas con la katana, que será nuestra arma principal a lo largo de juego y la cual podremos mejorar junto a nuestro brazo protésico.
Los jefes son desafiantes y cada uno implica una estrategia diferente que requerirá de nuestra paciencia.
Sekiro es un juego difícil, pero a la vez gratificante, su adictivo gameplay nos hará aferrarnos a la muerte una y otra vez.
