tegucigalpa
Nos recibió en la terraza de Café Honoré, con una amable sonrisa y enseguida nos invitó a degustar un exquisito café de las especialidades de la casa, así dimos a luz a una entretenida conversación con la empresaria Patricia Casanova, quien nos compartió los ingredientes principales de la receta de su éxito empresarial.
¿Cómo surgió la iniciativa de este sueño (Café Honoré), que hoy está más empoderado que nunca?
Café Honoré fue otro concepto y al principio no funcionó, se llamó Sr. Tenedor, duró tres años este concepto. Los primeros ocho años fueron bien complicados, estaba aprendiendo el negocio, conocer el mercado y probar las distintas opciones de menú.
Si al principio dice que no funcionó, ¿qué tuvo que hacer después para lograrlo?
Desde el día uno tuve personas que aún siguen conmigo y que trabajando en equipo, con ellas logramos ir creando la propuesta que hoy es Café Honoré.
¿Cómo descubrió su pasión por la cocina?
Yo la descubrí realmente cuando me fui a Francia a estudiar cocina a los 21 años, en Le Cordon Bleu y ahora me fascina.
¿Cómo se describe usted en el ámbito culinario?
Una de las cosas que más disfruto es leer recetas, me encanta y hasta he ido a bastantes shows, he tomado clases culinarias y verdaderamente creo que esto me apasiona, porque paso al tanto de las tendencias del mercado global.
¿Cuál es el “fuerte”de su restaurante?
Desde un inicio quisimos posicionar nuestro menú con empresas y en el servicio a domicilio tenemos variedad de opciones para juntas directivas, reuniones de trabajo y de gerentes y también nos hemos enfocado mucho en la parte social con bodas, bautizos, baby showers y otros eventos.
¿Qué hace la diferencia en su empresa con el resto de la competencia?
Uno de mis maestros me enseñó que siempre debemos mantener la misma calidad y cantidad en lo que ofrecemos y eso nos ha caracterizado y nos ha ayudado a conquistar el paladar de tanta gente.
¿Cómo arrancó este proyecto?
Comenzó siendo un “restaurantito” con ocho mesas apenas en el bulevar Morazán, siempre con la tienda gourmet y las canastas, luego fuimos poco a poco agregando más a nuestra propuesta gastronómica. Hoy en día tenemos cocina nacional e internacional, platillos hondureños con gran aceptación entre nuestros comensales.
¿Quiénes son esas personas que aún permanecen con usted en el negocio?
Hay una cocinera que se llama Nelly Irías, hasta el día de hoy seguimos juntas y es parte de Café Honoré y de mi familia, tenemos una relación muy cercana. Y así como ella debo reconocer que mi padre Bernard Casanova sin duda ha sido un gran apoyo en esta visión de restaurante.
Dice que su padre la apoyó mucho en sus inicios, ¿qué papel jugó con Bernard en esta visión empresarial?
Cuando estuve a punto de tirar la toalla, él (mi padre) no me lo permitió. Yo era muy joven y las cosas no salen como uno espera, se quiere deshacer de todo, pero él me ayudó a seguir de pie. Mi familia siempre ha estado conmigo, pero la persona con la que más he trabajado ha sido él.
¿Qué tan difícil fue “flotar” en medio de la crisis política que vivió el país?
He aprendido a siempre ver hacia adelante a pesar de los momentos de tensión que pueda estar pasando, hay que trabajar más y brindar un mejor servicio. Yo empecé con ocho empleados y ahora somos más de 45; a través de los años hemos crecido y tratamos de darle estabilidad y las mejores condiciones a nuestros empleados, además de seguir innovando y aprendiendo