Un ejército sanitario estatal de 2,000 enfermeras profesionales, 6,800 enfermeras y enfermeros auxiliares y 2,500 médicos, desprovisto en ocasiones de lo más indispensable, libra una batalla contra el coronavirus en los diferentes hospitales y centros asistenciales de Honduras y trata de salvar la vida de decenas de infectados por el virus.
En muchas partes del mundo, este personal de blanco es aplaudido y apoyado por la población, sin embargo, en varios países de Latinoamérica, incluida Honduras, se han presentado ciertas agresiones contra médicos y enfermeras.
“Estos prejuicios nos van a dañar mucho. En el país hay muchas personas violentas, hay mucha agresividad, y por lo tanto van a ser víctimas del acoso, del estigma o del repudio principalmente de los vecinos”, dijo Felipe Maldonado, presidente del Colegio de Psicólogos de Honduras.
“No solo porque veamos a alguien con una gabacha, una bata o que salga del hospital vamos a decir que está contagiado, eso es estigma, son malos pensamientos que tenemos que eliminar”, reflexionó.
“¿Quién no tiene un vecino que sea médico, una enfermera o alguien que trabaje en un centro hospitalario? -cuestionó Maldonado- No por ello no los vamos a dejar entrar a la colonia, a su hogar, por el contrario debemos tratarlos con cariño porque están realizando una excelente labor”.
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A criterio de Maldonado, falta más reconocimiento y solidaridad con el personal de salud. No es porque quieran exponerse o enfermarse, este es un riesgo que corren al estar en la primera línea de defensa de la población.
“Ellos son los que están en la primera línea de exposición, a nadie le gustaría estar en sus pies, hay que ser conscientes y solidarios. Tengamos presentes que como personas podríamos llegar a contagiarnos y ellos son los que nos atenderán”.
La desinformación en varios medios de comunicación y las noticias falsas en las redes sociales crea pánico en la población, lo que conduce a muchos a realizar acciones agresivas contra el personal de salud y contra las personas que por una u otra razón se contagian.
Ese tipo de actuaciones contra el personal de sanidad es de personas que no tienen un nivel de conciencia positivo; “es gente imprudente, desagradecida”, que quiere dañar a pesar de que en cualquier momento podrían necesitar de estos médicos y enfermeras, sostuvo el presidente de los psicólogos.
Por su parte, el reverendo Mario Fumero, sostuvo que ha existido tanta desinformación que la gente tiene miedo y está alarmada. El personal de salud mantiene medidas de seguridad, no hay razón para tenerle temor, ni tampoco rechazarlo “si ellos no hacen lo que hacen ¿a dónde iremos a parar?”.
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“Esto está ocurriendo en muchos lugares, siempre en las sociedades hay algunos radicales que toman la parte por el todo, otros actúan de manera incoherente. Esto es un problema de concienciación”, sostuvo.
De acuerdo con el reverendo, “el peligro no está en los que puedan infectar, sino en la actitud que nosotros tenemos hacia ellos en cuanto a rechazarlos. Así fue cuando empezó la crisis del sida. Cuando una persona tenía sida la discriminaban, la marginaban, la rechazaban porque decían que podía contagiar a medio mundo, pero no era así”.
“En tiempos de Jesucristo (hace dos mil años) los leprosos eran marginados y despreciados, los sacaban fuera de la ciudad y los apedreaban, un ejemplo de estigmatización social, pero Jesús no se apartó de ellos, más bien los ayudó y los consoló”, reflexionó Fumero.
Aprendizaje
Hace unos días, en México, una mujer le lanzó agua con cloro en el rostro a un médico cuando este realizaba actividades personales en un negocio de alimentos; igual en Medellin, Colombia, los médicos y enfermeras del servicio público tienen que quitarse su uniforme blanco para pasar desapercibidos y evitar agresiones físicas y verbales en el transporte público o en su vecindario.La prensa salvadoreña también reportó hace un par de días el caso de varios trabajadores de la salud que fueron expulsados de sus viviendas por temor a que sean fuente de contagio.
Asimismo, en Honduras los presidentes de las enfermeras profesionales y auxiliares también denunciaron agresiones contra enfermeras, a tal extremo que una de ellas sus propios familiares le pidieron que se fuera de la casa, a otras les han pedido que abandonen los apartamentos que alquilan.
Para el sacerdote de la iglesia Medalla Milagrosa, Roberto Adrián Fernández, “en Honduras tenemos la suerte de tener como modelo lo bueno que están haciendo en otros países, tenemos esa posibilidad de ir aprendiendo; pero me da la sensación de que no lo estamos haciendo”.
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“Con lo de los médicos y enfermeras creo que hemos aprendido muy poco. A estas alturas ya deberían tener el material de bioseguridad suficiente para protegerse”, fustigó.
“Debimos haber tenido los insumos con antelación para abastecer a la población y a los médicos y enfermeras que son los principales y son los que nos pueden curar de esta situación, pero no tienen los materiales e insumos suficientes para poder trabajar de manera segura”, lamentó.
A eso se le suma el riesgo que se infecten, que es lo más normal porque están permanentemente en contacto con las personas contagiadas.
Por otro lado, “no les hemos tratado con la dignidad que se merecen, y encima les hacemos escarnio, les hacemos ese vacío por cuestión de esta enfermedad, creo que no estamos siendo justos, ni dignificamos el trabajo que ellos están realizando”.
Los gobernantes deben cumplir con su trabajo, “es evidente que los que mejor saben son los médicos y enfermeros, la comunidad científica, los políticos como tal no responden a la salud del pueblo, ellos responden a otros intereses”.
Son los médicos y enfermeras los que deben marcar las pautas, y la sociedad que se quede en su casa.
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“Debemos ser capaces de aprender de lo que otros países están viviendo. Ahora no nos lamentamos, pero mañana que comience a subir el número y empiecen a morir, ahí nos vamos a echar las manos a la cabeza y decir ¡qué barbaridad! Aprendamos de otros países y quedémonos en casa”.
Asimismo, a las personas infectadas y recuperadas, se les debe tratar con respeto, igual al personal que lucha contra el virus, “recordemos que ahora le toca a ellos, mañana me podría tocar a mí, y luego a otros. Debemos concienciarnos que esto no es algo que denigra a la persona”, afirmó Fernández.