Washington, Estados Unidos.-La contundente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos 2024 promete redefinir la política exterior de Washington hacia América Latina y el Caribe.
En entrevista exclusiva con EL HERALDO, el profesor Robert Carmona-Borjas, analista político y experto en seguridad y defensa hemisférica, así como vicepresidente de la Fundación Arcadia en Washington DC, ofrece un análisis profundo sobre las expectativas que este nuevo mandato genera en la región.
Carmona-Borjas destaca los posibles ejes de las relaciones diplomáticas, en particular con los gobiernos de tendencia socialista en Centroamérica, anticipando un enfoque más estricto y menos concesivo por parte de la administración Trump.
EL HERALDO: Ahora que se conocen los resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, ¿puede usted plantear cuáles son las expectativas para América Latina y el Caribe?
CARMONA- BORJAS: El reciente triunfo del presidente Trump, respaldado por un control firme en el Congreso, abre un nuevo capítulo en las relaciones entre Estados Unidos, América Latina y el Caribe, con un enfoque en reforzar la cooperación en áreas de interés compartido, especialmente en estabilidad y seguridad regional.
Trump ha expresado una postura crítica hacia los gobiernos socialistas, argumentando que sus políticas solo han profundizado la pobreza y la desigualdad y han exacerbado el gasto público.
En este contexto, debemos esperar que su administración priorice alianzas más sólidas con países como Argentina, Panamá, El Salvador, Chile, Uruguay, entre otros, que compartan un compromiso con la democracia y la transparencia, impulsando la economía y fortaleciendo la seguridad hemisférica.
Más que imponer una agenda, la administración Trump buscará una colaboración alineada con desafíos comunes, como la lucha contra el narcotráfico y el control de la migración irregular. Respecto a Honduras, si su gobierno demuestra una acción efectiva en el combate al narcotráfico, la corrupción y en reducir la migración masiva, Estados Unidos no tendrá problemas en sostener relaciones favorables y de mutuo beneficio; sin embargo, de acuerdo con los informes de inteligencia, persisten dudas sobre el compromiso real de algunas naciones en estos aspectos. La expectativa es que Estados Unidos ofrezca apoyo concreto a los gobiernos que demuestren un compromiso efectivo, promoviendo así un ambiente de mayor confianza y cooperación bilateral.
EL HERALDO: ¿Cuáles serán los ejes de la política exterior del nuevo gobierno del presidente Trump hacia Centroamérica?
CARMONA- BORJAS: Estoy convencido de que la política de Donald Trump hacia Centroamérica en este nuevo mandato será contundente, con un enfoque central en la seguridad, la lucha contra el narcotráfico y el control migratorio. La reciente decisión de la presidente de Honduras de denunciar el tratado de extradición con Estados Unidos —un acuerdo histórico que durante más de un siglo representó el compromiso mutuo en la lucha contra el crimen organizado— es un claro ejemplo de la ambigüedad de ciertos gobiernos socialistas en este tema. Este tipo de acciones pone en evidencia una falta de compromiso genuino en la lucha contra el narcotráfico, lo cual, sin duda, será un punto crítico bajo la administración Trump.
Todo se perfila a que esta política estará acompañada de condiciones estrictas en torno a la asistencia económica y la colaboración en seguridad. No me cabe la menor duda de que Trump exigirá un compromiso claro y firme contra el narcotráfico y la corrupción a gobiernos como los de Honduras, Guatemala y Nicaragua. En caso de no cumplir con estos estándares, el apoyo de Estados Unidos se verá limitado, incrementando así la presión sobre estos gobiernos para que adopten medidas sólidas y alineadas con los intereses de seguridad de Washington.
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De seguro, esta nueva política se basará en una revisión minuciosa de las relaciones bilaterales, asegurando que la cooperación dependa de resultados concretos y verificables en términos de seguridad y lucha contra el crimen. No tengo dudas tampoco de que este enfoque no será meramente retórico como lo ha sido con el gobierno de Biden y Harris: la administración Trump sí adoptará acciones claras y decisivas para proteger los intereses estadounidenses en la región y promover la estabilidad hemisférica.
EL HERALDO: ¿Usted cree que vendrán acciones o consideraciones hacia Gobiernos Socialistas?
CARMONA- BORJAS: La administración Trump ha sido contundente en su condena hacia el socialismo, considerando que este sistema solo ha profundizado la pobreza y promovido una falsa narrativa de respaldo popular. En el caso de Honduras, Trump podría endurecer las condiciones de cooperación, exigiendo que el gobierno demuestre un compromiso real en la lucha contra el narcotráfico y la mejora de la economía local. Esto incluiría una evaluación estricta sobre la efectividad en el combate a las organizaciones criminales, algo que Trump ha criticado anteriormente como una “complicidad pasiva” por parte de ciertos gobiernos de la región.
EL HERALDO: ¿Puede usted delinear algunas figuras clave en la política de Trump hacia América Latina?
CARMONA- BORJAS: Considero prácticamente como un hecho que el presidente Trump nombrará al senador Marco Rubio como Secretario de Estado, gracias a su profundo conocimiento de la política internacional y su compromiso firme con los intereses de Estados Unidos en Latinoamérica. El senador Rubio ha sido uno de los críticos más contundentes de los gobiernos socialistas en América Latina y el Caribe, y no tiene reparos en desenmascarar a los líderes políticos de las “cleptocracias disfrazadas de democracias” en la región. Su posición es clara: exponer y combatir a aquellos gobiernos que, bajo un falso manto de democracia, perpetúan la corrupción y la opresión de sus pueblos.
Con la influencia de Rubio, la administración Trump establecerá una política exterior hacia América Latina que exija reformas democráticas reales y la erradicación de prácticas corruptas. No habrá concesiones para aquellos gobiernos que no cumplan con estos estándares. De hecho, es previsible que Rubio impulse sanciones específicas y limite la cooperación con aquellos países que persistan en prácticas antidemocráticas. Además, bajo su liderazgo, Estados Unidos estoy seguro ejercerá una presión significativa sobre la comunidad internacional para promover el restablecimiento de la democracia en Venezuela, colocando el tema como una prioridad en la agenda hemisférica.
La influencia de Rubio en este rol promete una política activa y sin titubeos, una en la que Estados Unidos reafirmará su compromiso con los valores democráticos y la transparencia en el hemisferio, garantizando que cualquier cooperación esté alineada con la lucha contra la corrupción y la defensa de la libertad en la región.
EL HERALDO: ¿Podría ser más específico en cuanto a los puntos fundamentales de la política de Trump en asuntos como migración y narcotráfico?
CARMONA- BORJAS: Considero que Trump podría enfatizar una política de “mano firme” en cuanto a la migración y el narcotráfico. Esto incluiría medidas drásticas contra los flujos migratorios irregulares y una política de cero tolerancia hacia el narcotráfico en la región. Se espera que Trump presione a los gobiernos centroamericanos para que asuman su responsabilidad en la generación de condiciones erradas que no han hecho otra cosa que impulsar a sus ciudadanos a migrar. En lugar de continuar con ayudas sin condiciones, Trump podría exigir que estas naciones implementen reformas profundas para mejorar las condiciones de vida y evitar que su población busque refugio en Estados Unidos.
Es altamente probable que Trump intensifique la presión sobre gobiernos como los de México y Honduras, demandando una mayor eficacia en el combate contra los líderes del narcotráfico y las redes criminales. En caso de detectar falta de compromiso o ambigüedad en la lucha contra el narcotráfico, Estados Unidos podría reconsiderar el nivel de apoyo y cooperación brindados, incrementando así la presión diplomática para asegurar que los esfuerzos se enfoquen en resultados claros y verificables.
Esta administración seguro se enfocará en mantener y fortalecer los acuerdos de extradición, considerando estos instrumentos como esenciales para frenar la expansión de organizaciones criminales y salvaguardar la seguridad regional.
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EL HERALDO: ¿Puede definir en conclusión como será esa relación de este nuevo periodo de Donald Trump con América Latina?
CARMONA- BORJAS: Creo firmemente en un Nuevo Capítulo de Firmeza y Responsabilidad en la Política Exterior de Trump hacia América Latina.
Con el regreso de Donald Trump a la presidencia, se inicia una era de políticas exteriores marcadas por la firmeza, la claridad y una tolerancia cero hacia la ambigüedad en temas de seguridad y democracia en América Latina y el Caribe. Su administración proyecta un enfoque sin concesiones, orientado a colaborar con gobiernos que compartan una visión democrática y transparente, mientras establece condiciones estrictas para la cooperación con aquellos que persistan en prácticas corruptas o en políticas que promuevan la inseguridad y el narcotráfico en la región.
Con figuras clave como el senador Marco Rubio y Elon Musk, Trump no solo imprimirá una visión de fortalecimiento institucional en sus aliados, desde el punto de vista político y comercial, sino que ejercerá una presión significativa sobre aquellos regímenes que buscan perpetuarse en el poder bajo el disfraz de la democracia, como es el caso venezolano. En esta nueva etapa, no cabe duda de que el compromiso de Estados Unidos será un apoyo directo y contundente para los gobiernos comprometidos con combatir la corrupción y la delincuencia, garantizando que cualquier asistencia esté condicionada a resultados verificables.
Esta política, alineada con la defensa de la estabilidad hemisférica y la seguridad, redefine las expectativas de Estados Unidos hacia América Latina y establece un marco de cooperación donde la transparencia y el compromiso serán los pilares esenciales. Trump ha dejado claro que su administración no será indiferente ante la inseguridad y la migración forzada que afectan a la región. En este contexto, América Latina enfrentará un liderazgo estadounidense que, sin titubeos, pondrá la responsabilidad y la rendición de cuentas en el centro de sus relaciones hemisféricas.