Motivado por sus sueños, esperanzas y las ganas de ver a sus hermanas, un hondureño emprendió el viaje hacia Estados Unidos a bordo de una bicicleta que compró por un valor de quinientos lempiras.
El pasado 10 de marzo del 2017, Orlando Martínez salió desde San Pedro Sula, zona norte de Honduras, a escondidas de su familia y con 500 lempiras en su bolsa hacia las tierras del Tío Sam.
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Martínez amarró de su transporte un pequeño saco lleno de ropa y un poco de comida para enfrentar el largo viaje de 2000 millas, más de 3218 kilómetros, hasta la ciudad de Reynosa, México.
El hondureño fue entrevistado por la cadena estadounidense Univisión Noticias y reveló que en el país trabajaba en un crematorio público, recogiendo material desechable para venderlo, sin embargo, dijo que se cansó de esa vida.
“Había una señora en el barrio, donde yo trabajaba, que se llama doña Florencia, y yo le compré esta bicicleta a ella en 500 lempiras. Yo le dije a ella que iba a salir para Estados Unidos y ella pensó que estaba bromeando, pero yo salí”, expresó el inmigrante.
En su larga travesía, Orlando ponchó las llantas de su bicicleta en reiteradas ocasiones, asimismo, inexplicablemente pudo burlar los retenes de seguridad de Guatemala y México haciéndose pasar como originario de esas regiones.
No obstante, en su largo camino, el catracho se enfrentó al río Bravo, que une la ciudad de Reynosa con McAllen, Texas, Estados Unidos, ahí su bicicleta no era de mucha utilidad.
En consecuencia, Orlando se hospeda en la casa del migrante de la ciudad y logró conseguir un trabajo para poder recolectar un dinero y pagar a un coyote que lo logre pasar de la frontera para llegar a los Estados Unidos.
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