El fantasma de Venezuela vuelve a posarse en la arena política de Honduras y amenaza con extender su polarización política a las elecciones hondureñas... por tercera vez.
En menos de una semana, las fuerzas políticas de oficialismo y oposición dejaron en claro su postura por la crisis política que atraviesa el país sudamericano, donde casi 50 personas han muerto en protestas en contra del presidente Nicolás Maduro en los últimos meses.
A falta de seis meses para celebrarse las votaciones generales en Honduras, es indiscutible que el gobernante Partido Nacional se muestra antagónico al líder venezolano Maduro.
Mientras que los dirigentes de Libertad y Refundación (Libre), el partido más fuerte y mejor organizado dentro de la alianza de oposición, se han solidarizado con el gobierno venezolano.
El compás lo remarcó Salvador Nasralla, líder del Pac y candidato de la coalición opositora, al afirmar el domingo pasado que la crisis en Venezuela es 'exagerada' por los medios de comunicación.
Una polarización de años
No es la primera vez que la patria de Simón Bolívar agita las aguas de la política hondureña. Ocurrió, de forma visible, en el 2009, luego que el expresidente Manuel Zelaya, ahora dirigente de Libre y coordinador general de la alianza de oposición, dio un vuelco inesperado al socialismo del siglo XXI ideado por el difunto Hugo Chávez.
Zelaya fue derrocado a través de un golpe de Estado el 28 de junio del 2009 y asumió interinamente por seis meses su excorreligionario liberal Roberto Micheletti.
A juicio de los politólogos y expertos en relaciones exteriores, el movimiento fue un golpe al proyecto expansionista del socialismo del Siglo XXI y la alianza bolivariana de América. El propio Chávez lo vio así: 'Se escogió el flanco más débil, uno de los flancos más débiles”.
Los opositores a Zelaya también calificaron su salida, así como la posterior celebración de elecciones que le dieron el triunfo al nacionalista Pepe Lobo, como una victoria contundente contra el proyecto político de la Venezuela socialista.
No obstante, este movimiento (nació como Frente Nacional de Resistencia Popular -FNRP-) sería la génesis de la conformación de la primera fuerza izquierdista con oportunidades reales de llegar al poder. La llamaron partido Libertad y Refundación (Libre), el brazo político del FNRP y a futuro adquiriría vida propia.
Desde entonces, izquierda y derecha se convirtieron en términos frecuentes del argot político en la tierra de Morazán.
La medición de fuerzaLas elecciones generales del 2013 fueron inéditas. Era la primera vez que dos fuerzas emergentes (Libre y Pac) amenazaban el poder del bipartidismo en Honduras (Nacional y Liberal), pero Venezuela se coló en la agenda política.
Para ese proceso electoral se difundieron varios spot publicitarios, de patrocinadores anónimos, que asociaban el proyecto político de Libre con Venezuela, Nicolás Maduro y un fracaso de país.
Sin embargo, el bloque izquierdista de América Latina no se quedó atrás. En el marco del Foro de Sao Paulo, organizaciones socialistas desarrollaron un mes antes de las elecciones un encuentro para mostrar su respaldo a Libre. Al instante, explotó un clamor de no intervención de varios organismos nacionales hacia naciones extranjeras, sobre todo de Sudamérica.
Para esa contienda política, el nacionalista Juan Orlando Hernández se publicitó como el candidato del centro, a la vez que encasilló a Xiomara Castro de Libertad y Refundación en la extrema izquierda y a Mauricio Villeda en la derecha radical.
Finalmente, Hernández se impuso en las votaciones y, pese a no comulgar con las ideas socialistas, fue saludado por presidentes de izquierda, como el nicaragüense Daniel Ortega, quien posteriormente lo invitó al aniversario de la Revolución Sandinista en el 2014.
Tiempo después se normalizaron las relaciones con el gobierno socialista de Ecuador (Rafael Correa), el último en reconocer internacionalmente a Honduras.
La reciente crisis
El actual gobierno de Honduras había tenido una posición prudente y diplomática sobre el conflicto venezolano. Hernández, muy astuto, evitó pronunciarse sobre el estallido de las protestas en el 2014.
Libre, por su parte y fiel a su ideología, siempre mostró un respaldo total y ciego a las decisiones de Maduro.
El primero en mover una pieza del ajedrez geopolítico fue el oficialismo, a través de la Cancillería de Honduras, el viernes pasado, al retirar (diplomáticamente lo llamaron 'consultas por tiempo indefinido') al encargado de negocios en Venezuela, Fernando Suárez Lovo.
'No tengo nada que ver con Libre, lo peor que le puede pasar a Honduras es Libre'. |
En tanto, Nasralla, de criticar a la extrema izquierda -'no tengo nada que ver con Libre, lo peor que le puede pasar a Honduras es Libre', en el 2014-, suavizó el discurso.
Fue en el programa 30/30, tras ser designado oficialmente como el candidato de la oposición, que el periodista Edgardo Melgar lo acorraló: La posición suya con respecto a Venezuela, ¿cuál es?
Desafortunada para los venezolanos, válida para sus seguidores, la respuesta de Nasralla fue que 'me tendría que informar más (...) los medios de comunicación tratan de instalar en la mente de la gente ideas falsas, como si Nicolás Maduro es un ogro o lo peor que hay'.
'Estoy segurísimo que lo que intenta instalar la prensa internacional sobre Venezuela es distinto (...) Son inventos de los medios', agregó.
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CNN, cadena internacional que ha puesto al país petrolero en su agenda diaria, recopiló el fragmento. La reacción llegó dos días después de parte de un grupo de venezolanos radicados en Honduras que exigían una disculpa pública al candidato por sus declaraciones sobre el conflicto venezolano.
'Vergonzoso', 'bochornoso' e 'ignorancia' fueron algunos de los duros calificativos proferidos contra el presentador en una comparecencia radial de casi siete minutos.
Este miércoles, Hernández fijó la posición definitiva del gobierno, a través de cinco publicaciones consecutivas en Twitter.
'Es crucial evitar más derramamiento de sangre, apoyar humanitariamente al pueblo venezolano y restaurar la institucionalidad democrática', dijo el presidente en uno de los tuits. A la vez, pidió celebrar elecciones, contrario a la idea de la Constituyente de Maduro.
Esta crispación de baja intensidad deja la alfombra puesta para una posible confrontación ideológica más directa en las próximas elecciones y a Venezuela en la órbita de los discursos políticos.