Los hijos olvidados del zika: marcados por la microcefalia
Honduras comenzó a registrar casos de microcefalia por zika desde 2015, pero en 2016 la incidencia aumentó de forma preocupante. EL HERALDO Plus conoció testimonios de familias que aseguran que siete años después no se cumplió ninguna de las promesas
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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La primera imagen de su hija a través de un ultrasonido indicaba que todo iba bien. En la segunda evaluación pasó lo mismo. En la tercera, cuarta y quinta, los pronósticos eran favorables: Ashley Dayana Gutiérrez iba a nacer completamente sana.
El parto estaba programado para los últimos meses de 2015, pero cuando el día llegó todo se complicó. La niña casi muere asfixiada en el vientre de su madre, nació con microcefalia (afección en la cual la cabeza del bebé es mucho más pequeña de lo esperado) y, como si las malas noticias no fueran suficientes, también era epiléptica.
“Pasó 23 días en el hospital, no le cabía otro tubo a mi niña... desde allí ha sido gasto, tras gasto, tras gasto”, recordó Alex Gutiérrez, padre de la menor. “Lo importante de todo esto es que ella está con nosotros”, dijo segundos después, mientras miraba a su primogénita que era cargada por su madre, Heydi Estrada.
La joven de 29 años resultó infectada con el virus del zika (aunque ella afirma que le dio chikungunya) a inicios de 2015, lo que -sin saber- ocasionó que la pequeña Ashley padeciera de microcefalia.
Para ese año las alarmas por los efectos del virus en los fetos de las mujeres embarazadas comenzaban a hacer eco porque en naciones vecinas los casos de microcefalia se dispararon, mientras en Honduras se registraba una incidencia normal, aunque aparecían los primeros casos relacionados: 61 casos en niños de 0-4 años reportados en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), el Hospital General del Sur y el Hospital Escuela, justo donde nació Ashley.
Cuando vieron que la pequeña tenía microcefalia relacionada con el zika, los médicos advirtieron a Heydi y Alex que pusieran atención especial a los ataques epilépticos, sin embargo, ningún aviso describió lo difícil que fue “ver a mi niña convulsionando y saber que está a un hilo de que se va”. La pequeña vive eso una, dos o tres veces al mes.
“Por suerte tengo a mis padres que están siempre con el apoyo”, mencionó de forma pausada Alex, mientras lamentaba que en más de una ocasión el gobierno les prometió ayuda, pero nunca cumplió.
Ashely es una de los cientos de bebés que hace aproximadamente siete años en Honduras nacieron con microcefalia tras sus madres contraer zika durante una epidemia de la enfermedad.
La Unidad de Investigación de EL HERALDO Plus visitó decenas de familias en los últimos 12 meses para documentar cómo viven los llamados hijos del zika y sus familias. Dale play al video
El diagnóstico es desalentador: los hogares están en completo olvido, desamparados y a la deriva, sobreviviendo con lo poco que generan con modestos trabajos o donaciones.
Sentada justo a su costado, Heydi asentaba la cabeza mientras las lágrimas rodaban en su rostro. Sin titubeos dijo que llevan siete años en el olvido.
Nadie espera pasar por esta situación, hemos hecho cosas que nunca pensábamos que íbamos a hacer”
Promesas sin cumplir
Cuando la Unidad de Investigación de EL HERALDO Plus visitó la casa de la familia Gutiérrez Estrada por primera vez, la niña tenía siete años.
La microcefalia era notoria: no podía caminar o hablar, de su boca apenas salían algunos gritos que se mezclaban con los ladridos de un perro encerrado en el garaje de la vivienda, ubicada en el barrio La Reserva, en Monjarás, Choluteca, al sur de Honduras.
Vivían en la casa de los padres de Alex. Decidieron quedarse allí porque las condiciones económicas no les permitían alquilar o comprar una vivienda, sobre todo cuando se enteraron que Ashley tenía microcefalia.
La casa era como las de la mayoría de Choluteca: techada con tejas, un estacionamiento pequeño y un patio grande donde tenían varias plantas sembradas. Vivían dos familias en el mismo hogar.
En mayo de 2023 (nueve meses después), este rotativo los visitó por segunda ocasión. Para ese entonces, ya estaban en una pequeña casa de bloque al costado de la iglesia, donde la congregación a la que asisten les permitió quedarse.
Era un cuarto dividido de forma improvisada, tenían lo básico para cocinar, dormir, una hamaca colgada cerca de la puerta y unas sillas para sentarse.
La vivienda era dos veces más pequeña que las casas que la Alcaldía de Choluteca prometió a familiares de los niños nacidos con microcefalia en 2016, cuando los natalicios con este padecimiento prácticamente se triplicaron debido al zika (de 61 en 2015 al año siguiente pasaron a 163).
La Secretaría de Salud y el IHSS reportaron el nacimiento de un niño con microcefalia relacionado con el zika cada dos días en 2016. Los casos ocurrieron en los 18 departamentos, pero Choluteca tuvo cifras preocupantes: 32 casos. Incluso, la cifra puede ser superior.
“Un solo fin de semana tuvimos seis partos con microcefalia”, recordó el epidemiólogo Gustavo Avelar, quien en ese entonces era subdirector del Hospital del Sur.
La Unidad de Investigación y Datos de EL HERALDO Plus conoció, tras varias solicitudes de información, que desde 2013 hasta inicios de 2022 el país registró 905 casos de microcefalia, pero entre 2016 y 2019 (cuando los infectados por zika aumentaron) se registró un pico.
Para conocer sobre estos reportes, este equipo intentó dialogar con el ministro de Salud, José Manuel Matheu, pero en la oficina de relaciones públicas siempre contestaron que estaba en reuniones.
Raúl Barahona, coordinador de Vigilancia de Arbovirosis, afirmó que esa institución no tenía cifras de microcefalia por zika, y que solo contaban con el reporte de infectados con el virus desde 2015.
“Los primeros casos del zika en Honduras se reportaron desde el año 2015, cuando tuvimos un acumulado de 169 casos, siendo la Región Metropolitana de San Pedro Sula la que reportó la mayor incidencia de casos, con 107 casos”, dijo.
El funcionario puntualizó que “el brote se dio en 2016 cuando reportamos 32,132 casos de zika; la Región Metropolitana (de Tegucigalpa) reportó 10,386, la Región de Choluteca 8,022 y la Región de San Pedro Sula 5,060”.
Al consultarle sobre el impacto del aumento del virus del zika en mujeres embarazadas, aseguró que solo se sabría al comparar cifras de infectados por zika y nacimientos de microcefalia en esos años, pero que no contaban con datos.
Pese a eso, Salud dijo en 2016 que hubo al menos 200 nacimientos de menores con microcefalia relacionados con el virus.
Esa situación orilló al gobierno a ofrecer ayuda a las familias. En Choluteca les prometieron casas, un bono y bolsas solidarias. Solo cuatro familias tuvieron ese beneficio, a las demás nunca les dieron nada. Siete años después, incluso, siguen desamparadas y en el olvido.
“Nunca nos han ayudado. Nosotros hemos acudido hasta con el alcalde, en son de que no hayamos ni qué hacer muchas veces. Imagínese que tenga a su hijo, que le caiga con convulsiones y no sepa qué hacer y que le cierren las puertas, es duro”, lamentó.
Afirmó que “desde que nació hemos pedido ayuda, desde que nace no se quiere que perezca. Llevamos siete años luchando y no lo hemos permitido, gracias a Dios que nos da la fuerza, no hemos permitido que caiga”, agregó, mientras Heydi tranquilizaba a la pequeña que mostraba incomodidad.
Cuando Alex hablaba, los quejidos de Ashley eran leves, sin embargo, comunicaban lo necesario para que su madre entendiera que debía cambiarla de posición, pues de la forma en la que la tenía sentada no era de su agrado. Tomándola de la cintura la acomodó nuevamente entre sus piernas, ya que en siete años la niña ha crecido físicamente, pero le toca cuidarla como si se tratara de un recién nacido.
“La anoté en esos bonos de discapacitados y nunca nos han salido”, cuestionó la mujer, al interrumpir a su esposo. Pese a eso, lo único que pidió a las autoridades fue que “surtan de medicamentos los hospitales”, ya que la situación no les permite comprarlos y de eso depende la vida de su primogénita.
“Ya una vez uno comprando medicamentos uno ahorra ese dinero y se puede invertir en otra cosa, en pañales, leche, comida para ella. Eso nos está afectando porque todo este año, a veces un mes hay, para cinco (meses) no haber”, condenó la mujer.
“Cuando no hay, ¿cómo le hacen?”, preguntó la periodista.
“Pedimos. Toda la familia colabora con un poquito, nos abstenemos de algunas cosas para darle el medicamento”, contestó.
Aunque Heydi solo mencionó los 5,000 lempiras que necesitan para medicamentos, en promedio una familia que tiene un niño con microcefalia ocupa unos 2,500 dólares mensuales (62,375 lempiras al cambio actual) para su salud, calculó el epidemiólogo Manuel Sierra, quien durante la crisis asesoró al gobierno para contrarrestar el problema.
El experto afirmó que ese monto solo cubriría los gastos médicos (terapias y especialistas), además que el Estado tendría que dar “cierto soporte de seguridad alimentaria para las familias, sobre todo en este periodo de la hiperinflación que está haciendo pedazos a la sociedad, se necesitaría”.
Sierra dijo que en su investigación sobre los casos de microcefalia a raíz del zika detectaron 256 natalicios con este padecimiento tras el virus, pero que el 33% de los niños falleció y muchos siguen vivos por el amor de sus progenitores.
Un ejemplo claro es el de Mirtha Elizabeth Oviedo, quien lucha desde 2016 para mantener a su niña, Alice, con vida, luego de que naciera con microcefalia grave por el virus en Choluteca.
“Si le compro medicina, no le compro leche... ella tiene que estar con medicamento permanente. Son cinco medicamentos permanentes”, contó, mientras la pequeña evidenciaba en sus gestos que estaba llorando, aunque no emitiera ningún sonido.
EL HERALDO Plus conoció varios testimonios de familias que tienen hijos con microcefalia a raíz del zika. Muchos de los casos ocurrieron en Choluteca, otros en Francisco Morazán o Cortés.
Las cifras dicen que las personas afectadas viven en los 18 departamentos de Honduras, aunque también hay casos de personas que emigraron para darle todo lo que los pequeños necesitaban para vivir.
¿Entregaron casas?
La noticia de que la alcaldía de Choluteca entregaría casas a los familiares de niños con microcefalia a raíz del zika llegó rápidamente a oídos de quienes más lo necesitaban, pero a la hora de concretarse no ocurrió lo mismo.
EL HERALDO Plus visitó la colonia Ciudad Nueva, ubicada en Choluteca, en la carretera que conduce a San Marcos de Colón, donde fueron entregadas cuatro viviendas, según afirmaron familiares de los niños.
Este rotativo solicitó a la comuna del Choluteca información sobre las casas entregadas a madres o padres de niños que nacieron con la enfermedad producto del zika; en la solicitud SOL-CHOLUTECA-60-2023 afirmaron que construyeron 26 viviendas entre 2015 y 2017, pero ninguna “benefició a niños con microcefalia”.
“Se construyó la cantidad de 26 viviendas solidarias con fondos municipales y de transferencias, las cuales fueron entregadas a personas de escasos recursos económicos”, menciona parte del documento, donde también detallan que las casas costaron entre 63 mil y 68 mil lempiras.
EL HERALDO Plus intentó hablar con el alcalde de esa ciudad, Quintín Soriano, pero no contestó llamadas ni mensajes y cuando se buscó en la comuna afirmaron que no estaba y que se tenía que hacer cita con su asistente, pero tampoco contestó.
En varios testimonios recabados por este rotativo, las madres de los niños con microcefalia dijeron que las anotaron en listas para obtener beneficios, pero nunca llegaron. Fueron pocas las que afirmaron recibir apoyo del gobierno, sobre todo con bolsas solidarias.
Actualmente ninguna familia entrevistada por este medio recibe ayuda estatal. Incluso, denuncian que ni siquiera tienen carné de discapacidad para los pequeños y por eso no les otorgan los descuentos en medicamentos o transporte.
En el caso de la familia de Ashley, todo lo que la niña tiene es producto de donaciones o regalos de familiares o la iglesia. La condición con la que la menor nació demanda más de lo que los padres pueden darle, sobre todo en cuestiones médicas, ya que toda la asistencia la realizan en hospitales públicos donde cada mes solo les dicen “no hay”.
Incluso, denunciaron que en el Hospital del Sur no hay neurólogo, por eso tienen que movilizarse hasta Tegucigalpa, aunque eso signifique irse solo con el pasaje.
“Nosotros solo nos encomendamos a Dios”, afirmó Heydi, aunque entre sus pensamientos también ha estado presente emigrar del país con su familia para no seguir sufriendo como lo hace desde siete años: promesas, olvido e indignación al no poder hacer más por su hija.
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