“Acuérdense que estos niños existen, no los excluyan”
Los hospitales han sido el segundo hogar de Maritza, una pequeña que en 2016 nació con microcefalia por zika. En ese año le regalaron una casa, pero la economía y la distancia obligaron a que ella y su mamá se mudaran a una zona más cercana de los centros asistenciales
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CHOLUTECA, CHOLUTECA.- El fogón que estaba al costado derecho de la puerta llenaba de humo toda la casa, pero Yaritza Galeas y la pequeña Maritza Milagro Osorto ya no sentían el efecto ahogador en sus pulmones.
Aunque estaban en la ciudad, así cocinaban día y noche, pues la economía no les permitía comprar una estufa eléctrica.
Cuando la Unidad de Investigación de EL HERALDO Plus las visitó por primera vez en agosto de 2022, colocó una silla en un pequeño espacio destinado para sala, donde el humo que salía de las brasas que luchaban por no apagarse se acumulaba.
“Cuando me dijeron que era microcefalia y todo eso, yo dije que con la voluntad de Dios no se puede hacer nada”, comentó la mujer de 29 años, mientras era interrumpida por el cacaraqueo de las gallinas que caminaban en el patio de la vivienda.
Yaritza Galeas es una de las 32 madres que durante su embarazo tuvo zika en Choluteca y, aunque asegura que nunca le detectaron el virus, su hija Maritza Osorto tiene seis años viviendo con microcefalia. Nació el 11 de julio de 2016, en el mismo año cuando en toda Honduras se reportaron 163 casos de microcefalia en niños de 0 a 3 años.
Maritza es su segunda hija. Cuando se enteró que nació con microcefalia decidió que su segundo nombre sería Milagro, porque su natalicio, ese 11 de julio de 2016 (cuando los casos de microcefalia a raíz del zika se dispararon), fue un verdadero milagro. Incluso, siete años después lo sigue siendo.
Los hospitales han sido un segundo hogar: la han atendido por neumonías, convulsiones y problemas de estómago, pero el amor y cuidados recibidos de su madre la mantienen con vida.
Maritza depende completamente de su progenitora para movilizarse, sentarse, comer y hasta para hacer sus necesidades fisiológicas. No importa el cansancio o enfermedad, su madre siempre debe estar para ella.
“Las personas creen que tener estos niños es una tarea fácil. Para mí tenerla es una bendición, pero es difícil”, contó, luego de recordar el día en el que una mujer durante la visita al pediatra le mencionó que sería bonito tener un hijo con microcefalia porque le regalaban bonos y hasta una casa.
Sin titubeos, Yaritza extendió la mano donde tenía las llaves de la casa y le contestó: “Le doy las llaves de mi casa, pero haga que esta niña camine, que hable, que tenga todas las facultades que ella tendría que tener. Haga eso y yo con mucho gusto le doy hasta el dinero que me han dado por ella”.
Se mudó por la niña
En 2016, cuando los natalicios de niños con microcefalia a raíz del zika se dispararon, las autoridades prometieron ayudar a las madres. En el caso de Choluteca, la alcaldía entregó viviendas a algunas de las mujeres.
En un recorrido, EL HERALDO Plus logró ubicar cuatro de las casas, una de ellas a nombre de Yaritza Galeas.
Las casas estaban ubicadas en Ciudad Nueva, una colonia marginal que queda en la carretera que conduce a San Marcos de Colón, a casi 20 minutos del centro de la ciudad donde está el hospital y Teletón.
De las cuatro, solo Yaritza y su hija Maritza no viven allí porque la vivienda “quedaba muy lejos”, justificó.
“Por mi trabajo y por la niña (se mudó), porque es más difícil transportarse de allá para acá, porque la niña más pequeña a cada rato tenía convulsiones, padecía de neumonía entonces a cada rato había que traerla al hospital... entonces para no tener tanto costo porque aquí me queda más cerca”, explicó.
Yaritza vive en la casa de sus padres. Comparte un solo cuarto con otras seis personas, incluida su hija discapacitada.
La vivienda está elaborada de pedazos de madera, adobe y en algunas partes está cubierta con plástico. El piso es de cemento y el techo de lamina zinc. No hay muebles ni lujos, solo lo básico para cocinar y dormir.
La casa es completamente diferente a la que en 2016 le regaló la Alcaldía Municipal, pero la economía tampoco le daba para movilizar a su hija a la Teletón o al hospital cada vez que se enfermaba, sin contar los viajes hasta la ciudad capital para ser evaluada por el neurólogo.
Yaritza trabaja limpiando la casa de una vecina. A la semana apenas recibe 500 lempiras, sin embargo, para poder garantizar la salud de su hija necesita al menos 5,000 lempiras cada mes. Su padrastro y esposo le ayudan, aunque el dinero no es suficiente para comprar los medicamentos, leche, pañales y los viajes a la capital.
“No tenemos solvencia, pero son tratamientos que ella no puede dejar de tomar entonces tenemos que buscar la forma de tenerlos”, comentó.
Hasta antes de la pandemia era de las pocas madres que recibía ayuda del gobierno, sin embargo, en los últimos años solo son ella y su hija contra una discapacidad.
La Unidad de Investigación de EL HERALDO Plus realizó un trabajo de reporteo para conocer casos de familias con niños con microcefalia por zika por casi 12 meses. La casa de Maritza se visitó por segunda ocasión en mayo de 2023, es decir, ocho meses después de la primera entrevista.
La situación era la misma: el humo del fogón seguía invadiendo la casa, Maritza continuaba trabajando por 500 lempiras a la semana y su hija seguía dependiendo de ella para comer, moverse, sentarse y hacer sus necesidades. Tampoco tenía apoyo del Estado, pese a que fue una promesa del gobierno en 2016.
“Acuérdense que estos niños existen, no los excluyan de la sociedad”, suplicó, sentada en una banca de madera frente a la humilde vivienda.
Periodista
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