La ruta colonial de Honduras es extensa. En un recorrido que nos trae desde la sultana del sur, Choluteca, llegamos a Trujillo, la exuberante bahía de aguas cristalinas que conjuga su arquitectura colonial y su riqueza cultural con impresionantes paisajes.
Trujillo, excapital de Honduras, es un puerto pintoresco con un casco histórico significativo en el que aún se pueden observar diversas edificaciones que recuerdan el apogeo de la arquitectura del siglo XIX. Su iglesia, que tiene título de catedral, techada a dos aguas y una fachada neoclásica, tiene el colorido de las iglesias de los puertos.
Sus calles aún sin asfaltar en su totalidad tienen un trazo irregular, pues únicamente siguen la inclinación hacia las faldas de las partes bajas de los cerros. Trujillo fue una de las primeras ciudades fundadas por los españoles al momento de la conquista. La profundidad de su bahía la convirtió rápidamente en un destino ideal para la navegación de los grandes barcos mercantes españoles. Historias de piratas, corsarios, compañías bananeras y un rico pasado precolombino son parte de los atractivos que posee Trujillo. Cobijada bajo el amparo de los cerros Capiro y Calentura y la frescura de las aguas de la Laguna de Guaymoreto, la bahía se convirtió en 2014 en el tercer destino de cruceristas europeos que llegaron en busca de sol, playa y aventura.
A las numerosas playas de arena blanca que conforman la bahía de impresionante belleza escénica se suman sitios aledaños como Campamento y Santa Fe, que son una invitación a disfrutar en familia.
Una ciudad agrícola
Siempre en el norte, siguiendo la ruta Lenca-Colonial, está la ciudad de Yoro, cabecera del departamento del mismo nombre. Fue de las primeras poblaciones de la región central del país, Yoro figura como un sitio de repasto de ganado y de la gran hacienda. Su economía está basada en actividades agrícolas, ganaderas e industriales desarrolladas bajo la ejidad de la bifurcación de la economía de enclave promovida por las compañías fruteras de capital norteamericano.
El cacao, la caña de azúcar, maíz, frijol, ganado vacuno y el banano, entre otros, se cuentan entre los productos agrícolas que sostienen la economía de Yoro. A eso se suma su pasado histórico y cultural, que mantiene vivos los vestigios de la colonia en sus calles y edificaciones.