TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La vida del personal prehospitalario de atención a emergencias del 911 no es fácil. Largas jornadas de 12 horas, de 7 de la mañana a 7 de la noche y viceversa, están llenas de llamadas de auxilio, muchas de las cuales involucran a motociclistas.
Para muchos, es solo otro día más; para otros, una jornada que podría cambiar sus vidas en un instante.
En una entrevista realizada como parte de la campaña “Ruede seguro” de Diario EL HERALDO, se logró conocer más a fondo la experiencia y los desafíos que enfrentan estos profesionales, cuya dedicación y valentía son el último bastión entre la vida y la muerte.
Una realidad aterradora en las calles de Tegucigalpa
“De 10 accidentes de tránsito, 6 o 7 involucran motocicletas”, contó el médico con un tono de resignación, cuya identidad se mantendrá en anonimato.
Este dato revela una realidad alarmante: la gran mayoría de los accidentes en Tegucigalpa, están relacionados con motociclistas, los cuales en su mayoría ingresan a un Hospital Escuela sin cupo para atenderlos.
Jóvenes menores de 30 años, a menudo víctimas de su propia imprudencia o la de otros, sufren las consecuencias más graves. Fracturas expuestas, traumas craneales, y lesiones que marcan sus vidas para siempre son parte de su cotidianidad.
“En la noche, la mayoría de los motociclistas que atendemos han consumido alcohol”, comentó.
La combinación de velocidad, falta de protección adecuada y consumo de sustancias es letal.
Las historias que comparte son impactantes: jóvenes con traumas craneoencefálicos severos, fracturas múltiples y, en muchos casos, vidas truncadas antes de tiempo.
Los turnos de este equipo son agotadores, cubriendo 12 horas de trabajo continuo. Las horas pico del tráfico coinciden con un aumento de los accidentes. La madrugada, en particular, es un momento crítico donde las llamadas de emergencia se disparan.
El proceso de respuesta a una emergencia
Cada llamada al 911 activa una cadena de respuesta meticulosa. “Cuando recibimos una llamada, primero es filtrada por un operador para determinar la naturaleza de la emergencia. Si hay heridos, la llamada se transfiere a la Unidad de Respuesta de Primeros Auxilios”, dijo el médico.
Aquí, un especialista evalúa si se necesita una ambulancia, una motoambulancia o solo asesoría médica.
En los casos en los que se requiere asistencia inmediata, el equipo se moviliza sin demora.
Sin embargo, el proceso es complejo y depende de la gravedad de la situación y la disponibilidad de recursos. “Nos basamos en un triaje, una herramienta utilizada a nivel mundial para priorizar a los pacientes según la urgencia de su condición”.
La coordinación con otras instituciones como el Cuerpo de Bomberos, la Cruz Roja y Copeco es fundamental para cubrir todas las emergencias en el país.
Este punto fue reforzado por la presidenta de la Comisión Interventora del Sistema Nacional de Emergencias 911, Miroslava Cerpas, quien dijo a este rotativo que “en el momento inmediato de los accidentes se coordina la asistencia con la Unidad de Respuesta en Emergencias Médicas (UREM) del Sistema Nacional de Emergencias 911, Cuerpo de Bomberos, Copeco, Cruz Roja y Cruz Verde en caso de que resulten personas lesionadas. Pero en las escenas que no registran heridos se desplaza únicamente la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte (DNVT) de la Policía Nacional”.
Agregó que los accidentes son tan frecuentes que “para prevenirlos, el 911 realiza campañas periódicas en redes sociales y medios de comunicación con el objetivo de crear conciencia en los conductores”.
Desafíos y frustraciones del trabajo
El médico entrevistado por este rotativo compartió la frustración que siente cuando atiende a personas que, por su imprudencia, ponen en peligro no solo su vida, sino también la de otros.
“Es difícil no sentir indignación cuando ves a un joven que, por andar en contravía, sin casco, termina con fracturas expuestas en ambos pies. Y lo peor es que estas personas a menudo terminan con secuelas permanentes”.
La salud mental del personal prehospitalario es un aspecto crucial que a menudo se pasa por alto.
“Nos enfrentamos a situaciones muy difíciles y, aunque tratamos de hacer lo mejor, hay momentos en que la frustración y la impotencia se acumulan”, confesó.
“Son cosas que no están en nuestras manos,” dijo, subrayando la importancia de aprender a lidiar con las emociones y sentimientos que surgen en el trabajo. “Uno hace hasta donde puede hacer.”
La humanidad tras la emergencia
Detrás de cada sirena y cada uniforme, hay personas con historias y experiencias que las marcan profundamente.
“Uno de los casos que más me impactó fue el de un joven de 20 años que, por imprudencia, terminó con fracturas expuestas en tibia y peroné de ambos pies. Él estaba consciente, llorando por el dolor, y sabía que su vida no volvería a ser la misma”, relató.
“Fue un caso que me impactó por la dinámica de la emergencia”, dijo.
El seguimiento de los casos es una parte importante del proceso, aunque no siempre es posible.
“Tratamos de dar seguimiento a los pacientes que trasladamos, pero depende mucho de la información que tengamos y de la cooperación de los familiares”.
“Hemos tenido casos donde tres semanas o un mes después, el paciente sigue hospitalizado o ya ha egresado,” comentó el médico. “En algunos casos, lamentablemente, fallecen.”
Recomendaciones y llamado a la conciencia
Al final de la conversación, compartió algunas recomendaciones dirigidas tanto a los motociclistas como a las autoridades.
“Más que consejos, es necesario que la gente entienda la gravedad de manejar bajo los efectos del alcohol o sin la debida precaución,” enfatizó.
“Comprar un seguro médico es crucial. Y a las autoridades, crear campañas de concientización más rigurosas y enfocadas.”
“A los motociclistas, les diría que no manejen bajo los efectos del alcohol, que respeten los límites de velocidad y que compren un seguro médico. A las autoridades, les pido que promuevan campañas de concienciación y educación vial más rigurosas”.
La educación vial debe empezar desde la infancia, insistió.
“Es algo cultural que debe enseñarse desde el kínder. Las campañas de concienciación deben ser más severas y realistas, mostrando las verdaderas consecuencias de los accidentes”.
La vida de un médico prehospitalario es una mezcla constante de adrenalina, frustración y satisfacción. La satisfacción de salvar una vida, la frustración de ver tragedias que podrían haberse evitado, y la adrenalina que acompaña cada emergencia.