Según narró Júlio, la primera vez que apretó el gatillo para matar a una persona sintió un gran arrepentimiento, hasta el punto que sólo pudo conciliar el sueño después de rezar diez avemarías y veinte padrenuestros y prometerle a Dios que nunca más lo volvería a hacer, pero no solo faltó una vez a esa promesa, sino cientas, hasta que dejó de contarlas. 18/11/2021 - 05:11