Mientras se emitían las declaraciones de los testigos -en su mayoría entre sollozos-, García con cubrebocas gris, lentes y audífonos por donde le traducían el testimonio de las víctimas, se mantenía erguido y dirigía su mirada al frente y se mostraba inmutable ante las palabras de las niñas, ahora mayores de edad, que lo acusan de abuso sexual.