“Tu vida es un hermoso regalo de tus padres. Por favor piensa en tus padres, hermanos e hijos. No te lo guardes. Habla de tus problemas”. Eso dice, en japonés, uno de los carteles situado en la entrada de Aokigahara, un bosque situado en la prefectura de Yamanashi, a un centenar de kilómetros de Tokio, y que ocupa alrededor de 35 kilómetros cuadrados de un parque natural a los pies del monte Fuji. Este lugar es tristemente famoso por ser un enclave donde muchos japoneses acuden a acabar con su vida.