Paolo vivió en Honduras 31 años desde 1984, antes estuvo en Venezuela, tenía su vida hecha, pero en diciembre del 2015 decidió abandonar el país de forma definitiva para volver a sus raíces, reunirse con su familia y acostumbrarse nuevamente a la vida y al estilo europeo para acompañar a cumplir los sueños de Costantino, su primógenito.