Largos abrigos ceñidos sobre trajes de tweed, a veces en versión pantalones cortos, pantalones de peto o con sujeciones en la parte posterior. “Deauville tiene ese lado eterno, desde hace 66 años que voy no ha cambiado mucho”, observa al margen del desfile la diseñadora de moda Inès de la Fressange, quien durante mucho tiempo fue musa de la casa.