Kim, de 43 años, admitió que sus hijos tienen la astucia suficiente para manipularla y saber cómo le pedirán las cosas. “Saben cuándo engañarme y cuándo empezar con las lágrimas para que yo diga, ‘Para, para. Claro. Toma tu iPad, solo para, por favor,” dijo. “Solo tengo que decir, ‘No me importa si vas a hacer una rabieta delante de todos. La respuesta es no”, agregó.