Un día, cuando él tenía cinco años, Guillermo llegó a visitarlo y le dio una triste noticia: “Pues, ya no te voy a ver, porque tu mamá dice que te hago daño”, le dijo. “Yo me acuerdo perfecto, es uno de los eventos más duros, porque para mí era una emoción y una ilusión cada vez que él llegaba a visitarme. Decidieron por mí, nadie me preguntó ‘oye, ¿quieres dejar de verlo? Me lo arrebataron, no lo vi durante muchísimos años. Me acuerdo que lloré, lloré, lloré...”, confesó.