Julio Ernesto Cáceres Sánchez, un subinspector de la Policía, acudió a la colonia Buenas Nuevas de la capital sin imaginar que un pandillero le dispararía y acabaría con su vida. Estas son las imágenes que dejó el crimen.
Siete jovencitos, entre ellos varios menores, fueron detenidos como parte de la investigación del policía de 27 años, oriundo de la zona oriental de Honduras.
El cuerpo del uniformado quedó en el pavimento tras recibir un impacto de bala fulminante en el tórax.
Agentes de Inspecciones Oculares de la Dirección Policial de Investigaciones (DPI) hicieron la recolección de evidencias en la escena del crimen de Julio.
Tras el crimen, un fuerte resguardo policial era visible en la colonia Buenas Nuevas, donde los vecinos prefirieron no dar declaraciones y resguardarse en sus viviendas.
Un helicóptero de la Policía Nacional voló por la peligrosa colonia de Comayagüela, ciudad gemela de Tegucigalpa.
Militares recorrieron los callejones de la colonia Buenas Nuevas para capturar a los responsables.
Un feroz dispositivo policial se desplegó en toda la colonia y al cabo de unos minutos lograron identificar a siete jovencitos.
Una zona de guerra parecía la colonia Buenas Nuevas, cuyo nombre es esperanzador, pero donde sus habitantes viven una realidad distinta.
Los jóvenes fueron detenidos en los alrededores del sector donde ultimaron a balazos al agente que realizaba el cumplimiento de su deber.
En motocicletas recorrían la colonia Buenas Nuevas, al norte de la capital, los uniformados que buscaban a los victimarios.
Gran consternación y conmoción generó entre los hondureños el crimen del uniformado. Los catrachos claman seguridad.