Como símbolo de pertenencia, los pandilleros se tatuaron los números o letras de sus organizaciones, pero ahora, arrepentidos, quieren 'tapar' esas marcas pintándose otras, convirtiendo sus cuerpos en un entramado de confusas figuras en sus rostros, brazos, piernas o espaldas, que ya no se pueden borrar. 25/07/2018 - 07:07