Ana Sánchez (60), recuerda que cuando Eta y Iota hicieran que lloviera durante horas consecutivas, ella y sus hijas se escaparon de morir de milagro. El cerro donde viven, en la colonia El Edén de la capital, comenzó a ceder y causó que sus suelos se hundieran y agrietaran y que enormes rocas se desprendieran cayendo en sus patios... afortunadamente en sus patios, y no sobre los vulnerables techos. Foto: Aarón Canales/ EL HERALDO 16/12/2020 - 01:12