Mientras algunos vendedores y personas que visitaban el lugar corrían despavoridos, otros se dirigían al lugar del impacto para ayudar a las personas que pedían auxilio. ¡Fuego, fuego, nos quemamos, nos incendiamos!, ¡Apáguenme, por favor!, eran los llamados de angustia de decenas de personas que corrían con sus vestiduras en llamas o estaban tiradas en los pasillos.