“Nos han dejado aquí tirados para perdernos”, lamentó Jazmín Desir, que se acomodó en el suelo a la entrada de la pequeña terminal con sus cuatro hijos. La estilista y su marido, mecánico, esperaban a que su familia les mandara dinero para regresar a Honduras, donde, según calcularon, les llevaría dos años pagar la deuda contraída con los traficantes. Dos días después, con la llegada de más centroamericanos y tras recibir algo de dinero, varios migrantes propusieron al encargado de la empresa de transportes que les fletara un autobús hasta Tapachula, en la frontera mexicana con Guatemala. Desde ahí, cada uno continuaría su viaje a casa. Foto: AP. 25/07/2019 - 05:07