Miyazaki siguió con sus crímenes. Erika Namba, de 4 años, fue secuestrada, también, mientras caminaba hacia su casa por una ruta. Esta vez, Miyazaki la obligó a entrar en el coche y a quitarse la ropa en el asiento trasero. Le tomó fotos y la asesinó con sus manos. En lugar de dejar su cuerpo en la escena del crimen, la metió en el baúl de su coche debajo de una sábana.