La isla de Cuba enfrenta una situación de tensión ante la reciente ola de protestas que han surgido en varias localidades, especialmente en el oriente del país.
La ciudad de Santiago de Cuba, la segunda más importante de la nación, fue testigo el domingo pasado -17 de marzo- de una manifestación masiva que reflejó el malestar generalizado de la población.
Los motivos detrás de estas protestas son debido a la grave crisis energética que ha golpeado a la isla con apagones diarios de larga duración, alcanzando hasta más de 10 horas en algunas zonas.
Esta situación se ha exacerbado por la paralización de una central termoeléctrica y la escasez de combustible, lo que ha llevado a una provisión inestable de electricidad en todo el país.
A su vez, se suma una escasez generalizada de alimentos y productos básicos, junto con una inflación desbordada, que ha deteriorado el poder adquisitivo de la población.
La difícil situación económica se ha visto agravada por la pandemia de COVID-19 y el recrudecimiento de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos.
La protesta en Santiago de Cuba fue un reflejo de este malestar acumulado. Centenares de personas salieron a las calles para expresar su inconformidad, clamando por comida y energía. La presencia de fuerzas policiales se observó en el lugar.
Las autoridades cubanas, por su parte, han reconocido la complejidad de la situación energética y han prometido mejoras en el suministro eléctrico en los próximos días.
Sin embargo, la incertidumbre persiste ante la falta de soluciones inmediatas.
El presidente Miguel Díaz-Canel ha señalado que estas protestas son aprovechadas por “enemigos de la Revolución” con fines desestabilizadores, refiriéndose a grupos disidentes en el exterior que incentivan acciones contra el gobierno.
Mientras tanto, la embajada de Estados Unidos en Cuba ha instado al gobierno cubano a respetar los derechos humanos de los manifestantes.