Habitantes del sur de Etiopía sufrieron una tragedia que cobró la vida de más de 200 personas a raíz de deslizamientos de tierra. A continuación más detalles.
El lunes 22 de julio se reportó en el país africano que un deslizamiento de tierra, dejando desastres en la localidad.
El incidente tuvo lugar en el distrito Geze-Gofa. Hasta este martes, se contabilizan al menos 229 muertos, según autoridades de la zona administrativa de Gofa.
“Las informaciones que tenemos hasta el momento indican la muerte de 148 hombres y 81 mujeres, un total de 229 personas perdieron la vida”, dijo en un comunicado el servicio de comunicaciones de Gofa.
Según el administrador de Gofa, Dagemawi Ayele, citado por la radiotelevisión etíope EBC, la mayoría de víctimas murieron sepultadas el lunes cuando intentaban ayudar a los habitantes de una casa.
Esta región del sur de Etiopía es una de las que se han visto afectadas por las inundaciones de abril y mayo, durante la temporada de lluvias.
Esta región del sur de Etiopía es una de las que se han visto más afectadas por las inundaciones de abril y mayo, durante la temporada de lluvias corta, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU.
Según OCHA, en mayo las inundaciones afectaron a más de 19.000 personas en varias zonas y obligaron a otras 1,000 a desplazarse.
Personas intentaban extraer los cuerpos soterrados bajo una gruesa capa de arcilla rojiza con palas, azadones o directamente con las manos. Otros cargan cadáveres cubiertos con una lona o una sábana en camillas hechas con ramas.
El secretario general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien es de nacionalidad etíope, mostró su solidaridad con las víctimas en su cuenta de X.
A su vez, confirmó que un equipo de médicos de la OMS llegará al lugar de los hechos para atender a los afectados.
Antes de este suceso, deslizamiento de tierra más mortífero de África ocurrió el 14 de agosto de 2017 en Freetown, la capital de Sierra Leona, con un saldo de 1,141 muertos.
Etiopía, el segundo país más poblado de África con unos 120 millones de habitantes, es vulnerable a los desastres climáticos, como las inundaciones y las sequías.