Varios expertos informáticos consultados por EFE respaldaron la teoría de que, para que se produzca esas explosiones, los aparatos tendrían que haber sido manipulados en origen o en destino, señalando que los fabricantes de los componentes de esos beepers son los que deberían responder ante ello.
Y lo han hecho, ya que según el New York Times, Hizbulá encargó a la empresa taiwanesa Gold Apollo los aparatos.